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Martes, 21 de abril de 2015

LITERATURA › ALBERTO SZPUNBERG, DE IDA Y VUELTA

Hostil al capitalismo

El poeta adelantará versos de ¿Por qué no hay más bien brócoli?, acompañado por César Stroscio en bandoneón, Claudio Enríquez en guitarra, Luis Sampaoli en voz y Ricardo Capria, en contrabajo.

 Por Cristian Vitale

“Es muy simple: hoy y siempre, un poeta es ese extraterrestre tan terrenal que escribe poemas, como un albañil es albañil porque anda como un demiurgo por los andamios, y construye techos y paredes”, se le ocurre responder a Alberto Szpunberg, ante una pregunta tan sencilla como su respuesta: ¿Qué es un poeta, hoy? “Así formulada, en broma pero en serio, su pregunta remite nada menos que al tema del ‘ser’, y yo tengo pocos tratos con el ‘ser’. Me temo que detrás del planteo del ‘ser’ se esconde siempre una conspiración teológica, siempre hay agazapado un inquisidor que, en nombre del Ser, está dispuesto a encender la pira. Propongo, entonces, cambiar el ‘ser’ por el ‘hacer’”, desarrolla luego este notable poeta argentino y aguerrido luchador universal en las horas previas a De ida y vuelta, el recital de poesía y música que dará junto a César Stroscio en bandoneón, Claudio “Pino” Enríquez en guitarra, Luis Sampaoli en voz y Ricardo Capria, en contrabajo, hoy a las 20 en Pista Urbana (Chacabuco 874).

Un recital cuyo sentido y estructura giran, casualmente, en torno de la idea del ser. Puntualmente, a través de un simulacro de debate asimétrico entre el filósofo alemán Gottfried Leibniz y Sofía, la nietita de Szpunberg. ¿Asimétrico? “La cosa es entre Leibniz, que se pregunta ‘por qué no hay más bien nada’, y Sofía, mi nieta de 6 años, que se pregunta por el ‘comer’”, explica el vate porteño, acerca de los catorce poemas que irá revelando entre arpegios, crescendos y corcheas, y que forman parte de un libro aún inédito, cuyo nombre viene al caso: ¿Por qué no hay más bien brócoli? “No cuento el final porque si no no va a venir nadie al recital”, se ríe el hombre de San Telmo, siendo lo que quiere hacer... Es decir, un mix entre poemas históricos, poemas nuevos, y poemas que se transformaron en valsecitos, milongas y canciones que Szpunberg identifica como “nostálgicas de futuro”.

–Descartado que va seguro “De los dos”, el vals que compuso con Stroscio y Juan Carlos Cedrón, ¿no?

–Claro que va seguro. Fue toda una hermosa tarde de trabajo entre Stroscio y yo. Me acuerdo de que en esos días, para variar, yo andaba enamoradísimo, y le propuse a César titular la pieza con el nombre de mi amada de entonces. César, sabio como siempre, me dijo: “Alberto, mirá que las minas pasan y los valsecitos quedan, ¿eh?” Entonces se tituló “De los dos” y nació para quedarse.

–¿Qué le pareció la versión que hicieron Lidia y Luis Borda?

–Iba a decir que la maravillosa interpretación de Lidia Borda lo confirma. La llamé para agradecerle y también decirle que me apenaba que en los créditos del disco no apareciese César como compositor del valsecito. Ella, que no había sido responsable, también manifestó su pesar. Bueno, cosas del bandoneón.

Y cosas de un poeta con 75 años a la fecha, que a los 22 ya publicaba su primer libro (Poemas de la mano mayor), a los 33 dirigía la carrera de Lengua y Literaturas Clásicas de la Universidad de Buenos Aires, que a los 35 dirigía el suplemento cultural del diario La Opinión y que a los 36 partía rumbo hacia el duro exilio en España, a causa del golpe cívico-militar. Fue por esas épocas que sus poemas fueron convertidos al tango (o al vals) por el mismo Stroscio y publicados, en claves musicales, claro, por el Cuarteto Cedrón. Y fue mucho después –hasta hoy, incluso– que siguió publicando sus reparadoras poesías como las que pueblan la tríada La academia de Piatock – Traslados – Como sólo la muerte es pasajera, publicada en el período 2010-2013. Como sólo..., mi poesía reunida editada por Entropía, me hizo pensar que ya había escrito mucho, acaso demasiado, y estuve como un mes sin escribir, pero como la cabra al monte tira, volví y tengo cinco poemarios inéditos... Volví a las andadas, porque escribir es como el mate: ¿cómo vivir sin él, sin esa única amargura que todas las mañanas agradezco a la vida?”, sostiene el también creador de El Che Amor y Luces que a lo lejos.

–¿Sus preocupaciones siguen siendo las mismas que las del siglo pasado?

–Las mismas de siempre, sí... Aunque, cómo y por qué negarlo, con momentos de mayor desesperación. No de desesperanza, sino de desesperación: se nos fue Juan Gelman, ahora Galeano, los tiros suenan cada vez más cerca y, a esta altura de la vida, todavía vivimos en la barbarie del capitalismo. Todavía no hicimos la revolución.

–A propósito, ¿cómo ve el mundo político hoy y de qué manera está impregnándose en su pluma?

–Creo que la poesía es hostil al capitalismo, a veces a pesar de los mismos poetas y, por otro lado, sí, vivimos tiempos difíciles. En todo el mundo los buitres, los mismos que nos acosan a los argentinos, ejercen una manipulación mediática repugnante y reemplazan la política en serio por un show vergonzante, farandulesco, obsceno. ¿Cómo ignorarlo cuando los buitres son carroñeros y viven de la matanza, la guerra, el genocidio?

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“Todavía vivimos en la barbarie del capitalismo, aún no hicimos la revolución”, se apena Szpunberg.
 
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