espectaculos

Miércoles, 10 de diciembre de 2008

CINE › NICOLáS LEóN TANNCHEN Y EL ESTRENO DE SU óPERA PRIMA FURTIVO

El amor para resistir la crisis

El ex asistente de producción de Martín Rejtman filmó el drama de un joven que tambalea entre la falta de trabajo y la búsqueda del amor en el contexto de la peor conmoción política, económica y social de la historia argentina reciente.

 Por Oscar Ranzani

El diseñador de Imagen y Sonido, Nicolás León Tannchen, debuta con su ópera prima, Furtivo, que se estrena mañana en Buenos Aires, después de haber circulado por distintos festivales como el Sanfic, Rencotres de Cinemas D’Amerique Latine de Toulouse y el de Cine Latinoamericano de Trieste, entre otros. Ex asistente de producción de Martín Rejtman, el joven cineasta ambientó la historia de una crisis personal en medio de la crisis política, económica y social de 2001. El protagonista, Pablo, llega en ese momento a Buenos Aires y busca trabajo, aunque le resulta muy dificultoso encontrarlo. Pero no es lo único que Pablo apetece sino también una chica que lo quiera. Primero prueba con una amiga de la infancia, luego con otras dos chicas, pero ninguna de las relaciones tiene final feliz. Su destino parece estar en una enigmática mujer.

Tannchen señala que la idea del largo surgió de un corto: “La historia de dos personas que se conocen a partir de mirarse solamente en una parada de colectivos. En una fiesta en la oscuridad mantienen una conversación muy íntima sin saber que son los mismos de la parada de colectivos. Se sienten atraídos a partir de conocerse en la oscuridad y también a partir de ese vínculo de mirarse solamente”, comenta el director en la entrevista con Página/12. Pero a partir de las imágenes que había obtenido con el cortometraje, a Tannchen le pareció que la historia podía seguir y, en el medio de su proyecto, se produjo la debacle de 2001. “Incluimos al personaje dentro de esa otra historia. La crisis de la adolescencia a la madurez, con las primeras relaciones amorosas y laborales, pasó a ser una crisis de gran envergadura porque estaba dentro del contexto de la crisis social y económica de Argentina”, explica.

–¿Por eso decidió ambientarla en 2001?

–Sí, porque la crisis que significa ese pasaje de la adolescencia a la madurez, con diferentes pruebas que un adolescente atraviesa y que, de alguna forma, lo van conformando como individuo, la relacioné con la que había en la Argentina que es como si también fuese un país adolescente.

–¿Intentó también mostrar que las crisis económicas y políticas inciden en las personales?

–En realidad, lo central en la película es la crisis personal porque está focalizada en el personaje. Empieza con Pablo llegando a Buenos Aires, que se encuentra solo en un departamento, no tiene ningún referente y, en el medio de eso, hay una crisis económica y social que está asociada directamente a su propia búsqueda: la búsqueda de un trabajo, de una novia, de las primeras relaciones. Entonces, esa soledad y ese abandono que él siente, es un poco el abandono que, en algún sentido, sentíamos todos. Los mismos que hacíamos la película también.

–A pesar del anclaje en el 2001 de Buenos Aires, ¿la historia podría suceder en cualquier ciudad?

–La del personaje principal es una crisis adolescente típica, con la que nos podemos sentir identificados todos, más allá de que haya sucedido en Buenos Aires. Pudo haber sucedido en cualquier otra ciudad. Lo que pasa es que el contexto en el que se mueve el personaje, de alguna manera, hace que ese conflicto se agrave más.

–¿Pablo representa a los jóvenes que trataron de sortear la crisis lo mejor posible, a diferencia de su amigo Rubén, que piensa en irse al exterior?

–Más que nada es un no me queda otra. Después, eso se transforma en una decisión, en la medida en que uno no hace nada como para irse. No me gusta pensar que es un conformismo que uno se quede. Me gusta pensar que hay una decisión de quedarse y de luchar por el país que nos tocó, el que nos dejaron nuestros abuelos. En un sentido poético, irse a Europa sería como retroceder porque nuestros antepasados vinieron de allí para hacer un país fundacional. El de-safío del protagonista es quedarse y rebuscársela, en principio. Pero la otra cara es irse del país. Ninguna de las dos es incorrecta. Por eso me gustó trabajar los dos puntos de vista.

–¿Por qué le resulta tan difícil a Pablo conseguir una chica que lo quiera?

–Yo creo que porque no se conoce a sí mismo. Justamente, el pasaje de la película tiene que ver con eso. Es un personaje que transita diferentes mundos urbanos. En principio, no se identifica con ninguno, y eso lo va llevando a encontrar el que sí es su camino. Entonces, Pablo está siempre en un lugar al que no pertenece y se genera una situación cómica porque para el espectador es muy claro que ese personaje no forma parte de ese lugar.

–Las problemáticas de Pablo son propias de la edad. Teniendo en cuenta los códigos con los que se manejan los personajes, ¿pensó esta película para un público joven?

–El público al que le puede interesar va de los 25 a los 40 años. Pero la película fue exhibida en festivales y me llamó la atención que a la gente mayor le gustara mucho. Porque genera ternura. Una persona más allá de que tenga 30 o 60 años puede acordarse de lo que vivió cuando tenía sus primeras experiencias sexuales, el miedo, la inseguridad, el querer estar con esa chica y no poder, querer sacarle la bombacha y que la chica no se deje. Y todas esas cosas son comunes a cualquiera.

–¿Qué es la soledad para Pablo?

–Es la soledad de alguien que tiene deseos de compartir y que está en una situación, en donde cada individuo con el que se encuentra piensa solamente en sí mismo. La sociedad está conformada por un montón de individualidades. Pablo es un personaje que busca sociabilizarse y que no tiene intereses individualistas. Entonces, en una sociedad que está en esa situación económica, es muy difícil encontrar esa actitud bohemia o de comunidad.

–¿La voz en off funciona como la voz de la conciencia de Pablo?

–Fue pensada a posteriori porque había muchas cosas que Pablo estaba sintiendo en los momentos que estaba viviendo. Pero no quisimos caer en que dijera lo que iba sintiendo sino pensarlo como una forma de comunicarse con el espectador. Intentamos que fuera en clave de comedia. Igual es muy sincera la voz en off. Pero resulta gracioso porque las situaciones por la que pasa tienden a ser, a veces, un poco absurdas.

Compartir: 

Twitter

Nicolás León Tannchen retrató el pasaje de la adolescencia a la madurez.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
CULTURA Y ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.