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Jueves, 30 de abril de 2009

CINE › MANUEL DE FALLA, MúSICO DE DOS MUNDOS

Razones de un exilio

 Por Juan Pablo Cinelli

Manuel de Falla es uno de los pocos artistas extranjeros realmente notables del siglo pasado que no sólo estableció vínculos con la Argentina, sino que residió algún tiempo en el país. En ese grupo se cuentan también, por motivos y períodos diversos, Rubén Darío, Witold Gombrowicz y Federico García Lorca, nada menos, y en la calidad del personaje ya hay un buen motivo que justifica la película. Músico de dos mundos es un ensayo cinematográfico acerca de este importante compositor español del siglo XX, encarado en clave de ficción. El film gira en torno de una investigadora que se ha propuesto un trabajo de reconstrucción de los últimos años que Falla pasó en la Argentina en la década del ’40 y de los motivos para su emigración. Para ello contacta a un periodista especializado en investigaciones, al que le encarga trazar las líneas que enlazan al músico con el duro contexto de su época. Ambos intentan encontrar las conexiones entre el arte y la política, en un panorama tan complejo como el de la España en guerra.

En el cine (en el arte), cada detalle debe tener un motivo que justifique su inclusión en una obra. No es que todo deba explicarse ex profeso: lo arbitrario en apariencia muchas veces se encuentra más cargado de sentido que lo calculado y es en ese significar que adquiere dimensión dentro del conjunto. Aquello que no encuentra razón de ser en un cuerpo de arte, ya que nada es insignificante y todo lo que éste diga puede ser usado en su contra, es pasible de ser tomado en un análisis como elemento negativo y en tanto tal, capaz de teñir o anular por completo cualquier otra intención. Si es que las intenciones cuentan. Músico de dos mundos se limita a enumerar, a repetir detalles de la vida de Falla y es justamente en ese simple contar que se debilita. No porque su contenido sea impreciso o poco valioso en lo histórico, sino porque la esencia documental del relato dinamita las pretensiones de esa ficción en la que la película intenta sostenerse. Cuando se vuelve obvio que los diálogos entre los personajes no vienen sino a reemplazar la clásica narración en off de los documentales, la estructura de la película se desmorona como fichas alineadas de un dominó. No hay ficción alguna en Músico de dos mundos, debilidad que viene de un guión que pretende sin encontrar: sus personajes nunca consiguen trascender aquel decir como de memoria y ni siquiera eso los justifica.

Cinematográficamente antigua en planos, encuadres y montaje, lo que puede rescatarse de Manuel de Falla, músico de dos mundos son méritos que la película obtiene por ósmosis: una banda de sonido que intenta encontrar a Falla en el lugar correcto –su voz a través de su música– y algunos textos recortados a García Lorca, Rafael Alberti y la correspondencia del propio compositor. Parece bastante, pero no alcanza.

4-MANUEL DE FALLA, MUSICO DE DOS MUNDOS

Argentina/España, 2007.

Dirección, guión y música: José Luis Castiñeira de Dios.

Fotografía: Gerardo Salvatici.

Intérpretes: Luis Luque, Mónica Galán, José Tambutti, Jorge Pacini y Coni Vera.

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