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Lunes, 19 de diciembre de 2011

CINE › QUIéN ES KERRY WASHINGTON, LA ACTRIZ QUE ELIGIó QUENTIN TARANTINO PARA SU SPAGHETTI WESTERN

“A menudo el rol femenino es accesorio”

En Django Unchained, la película que Tarantino filma en el mayor de los secretos, será la sufrida mujer del esclavo que interpreta Jamie Foxx. Aunque ya apareció en un par de tanques de Hollywood, ésta puede ser su verdadera consagración.

 Por James Mottram *

Hay una broma habitual en la familia de Kerry Washington. “Esto es un poquito embarazoso”, confiesa ella. “Cuando era chica, mi sueño era ser la chica en los shows de Mundo Marino.” Tan confiada estaba en que sería la entrenadora de delfines y ballenas que entretienen a las masas que lo sentía como “un llamado de la naturaleza”. La vida la llevó a la actuación, con lo que en su familia suelen bromear que ella finalmente dijo “OK, olviden la ballena, me subo sola al escenario”. Desde que ganó notoriedad, una década atrás con la película independiente Our Song –por la cual la revista Interview dijo que “ninguna otra actriz afroamericana es tan creíble”–, Washington ha hecho bastante más que eso. El año pasado debutó en Broadway con Race, la nueva obra de David Mamet. Este año protagonizó Scandal, la nueva serie de TV de Shonda Rhimes, responsable de Grey’s Anatomy. Y el año próximo será nada menos que la protagonista femenina de Django Unchained, el esperadísimo spaghetti western de Quentin Tarantino.

Por el momento, esta belleza de 34 años se mantiene en calma. Sabe por experiencia que aparecer en películas de alto perfil no siempre significa un impulso en la carrera, ya que las estrellas de la “A-list” suelen eclipsarte. “Podríamos haber hecho esta entrevista cinco años atrás, cuando acababa de filmar Ray y estaba actuando en Mr. & Mrs. Smith, y la gente podría haber dicho ‘éste es un momento fértil para vos’. Como sea, soy afortunada de ganarme la vida haciendo lo que amo.” La diferencia es que cinco años atrás estaba en un lugar secundario. En películas como la biopic de Ray Charles (donde fue Della Bea Robinson) o El último rey de Escocia, la historia de Idi Amin dirigida por Kevin MacDonald (allí fue Kay Amin), Washington vio cómo James Foxx y Forest Whitaker se llevaban el Oscar al mejor actor. Aun cuando apareció en un tanque de Marvel, Los Cuatro Fantásticos (donde encarnó a Alicia Masters), pasó inadvertida como novia de La Cosa. “Demasiado a menudo, la mujer es un accesorio en historias dominadas por una narrativa masculina”, se encoge de hombros, quizá porque empieza a superarlo. En Scandal es Olivia Pope, jefa de una organización de manejo de crisis de Washington DC. Su último trabajo, en la película de Rodrigo García Mother and child, demuestra que ya se ha alejado de ese rol accesorio. Compartiendo cartel con Naomi Watts y Annette Bening, allí es Lucy, una treintañera de Los Angeles que atraviesa junto a su marido por un proceso de adopción. En su mente, es la culminación de una odisea traumática. “Para las mujeres es un viaje épico, en términos de lo que tenés que atravesar para ser madre”, explica.

Nacida en el Bronx neoyorquino, Washington creció en “una familia trabajadora de clase media, que ponía el foco en la ética del trabajo”. Su madre, ya retirada, era profesora y consultora educativa; su padre trabajaba en el negocio inmobiliario. Washington afirma que ellos la impulsaron a interesarse en la actuación. “Para que no llegara de la escuela y me quedara viendo tele todo el día, me involucraron en un montón de obras de teatro local. Era una chica muy habladora, muy teatral. Y eso fue parte de la solución creativa de mi madre, en talleres y clases y programas teatrales infantiles.” Aunque hoy es una de las caras del gigante de la cosmética L’Oréal, no era la clase de nena que soñaba con ser modelo. “¡Estaba muy ocupada persiguiendo sapos!”, se ríe. Por un momento parece haber dicho “persiguiendo chicos”, pero no. “¡Por Dios, no! Quizás al llegar a la adolescencia, pero no cuando era chica, que era más machona. Me llevó más tiempo que al resto de la gente convertirme en una jovencita.” ¿Acaso era tímida? “No, no era tímida, nunca lo fui. Probablemente hoy sea más tímida que antes, soy más cautelosa por el trabajo que hago.”

En su familia, actuar no era visto como una “ocupación normal”. “No conocía a nadie que hubiera hecho una vida en las artes”, apunta. Entonces, cuando Washington anunció lo que quería hacer, sus padres estaban “devastados”. “Mi madre solía decir cosas como ‘mirá, cerrar mesas de debate es como hacer monólogos’ o ‘los psiquiatras también tienen que meterse dentro de la mente de diferentes personajes...’. Trataba de encontrar cualquier camino para conducirme a otras ocupaciones.” Al final, tras graduarse en la Universidad George Washington y tras disfrutar un viaje a India, se puso un objetivo: si en un año de intentar la carrera de actuación no avanzaba, entraría a la escuela de Leyes. Ella misma no se daba muchas chances. “Me parecía tan imposible... la idea de ser alguien que puede aparecer en la tapa de Time era algo tan desconectado de lo que amaba del hecho de actuar, que era el proceso y la experiencia de crear un trabajo.” Aunque le tomó más de doce meses, se encontró actuando con Chris Rock (Bad company) y Anthony Hopkins (The human stain). Para 2004 había conseguido el papel en Ray y en She hate me, de Spike Lee, donde fue una lesbiana que emplea a su ex pareja masculina como donante de esperma. Tras volver a trabajar con Lee en su película sobre la Segunda Guerra, Miracle at St. Anna, Washington ha mantenido un buen balance entre lo luminoso y lo oscuro. “Tras hacer El último rey de Escocia dije OK, necesito un cambio, e hice Little man con los hermanos Wayans. Es lo que hago: al terminar un trabajo, busco algo que sea lo opuesto, en enfoque, en escala, en tema o en tono. Para mí es más divertido.”

Es un patrón que parece continuar. En breve aparecerá junto a Eddie Murphy en A thousand words, “una gran comedia” donde el actor es un agente literario que descubre que le quedan mil palabras para decir antes de morir. Washington es su esposa, y volver a esa clase de rol es algo que la hace reír. “El no puede hablar, y eso es lo que creo que las mujeres suelen buscar: ¡mejor comunicación!.” Si eso pone una sonrisa en su boca, es algo que no se verá en su personaje para el film de Tarantino. Allí encarna a Broomhilda, la sufriente esposa de Django (Jamie Foxx), un ex esclavo que fue liberado por un cazarrecompensas y está desesperado por reunirse con su esposa. Los primeros reportes señalan que ella es una víctima que sufre violaciones y golpizas, pero ella no habla del rol. “No tengo libertad para hablar en profundidad de la película”, se disculpa, “pero estoy súper entusiasmada”. Es tal el secreto que ni se sabe dónde está siendo filmada. Se ha hablado de California, lo cual es conveniente para Washington, ya que dice “vivir en una valija”, rebotando entre Nueva York y Los Angeles. Tras dar por terminado un compromiso con el actor David Moscow (“aún soy joven para casarme”), parece estar invirtiendo todas sus energías en la actuación. ¿Por qué no? Como nueva musa de Tarantino, Kerry Washington ha recorrido un largo camino desde aquellos sueños de Mundo Marino.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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Además de su saludable carrera actoral, Washington es una de las caras del gigante de la cosmética L’Oréal.
 
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