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Viernes, 21 de diciembre de 2012

CINE › CIVILIZACION, DE RUBEN GUZMAN, CON LEON FERRARI

Mucho más que una mera biografía

Si bien el film de Guzmán da cuenta de algunos aspectos biográficos imprescindibles a la hora de hablar de Ferrari, Civilización es, antes que nada, un recorrido por las ideas y las obras fundamentales del gran artista plástico argentino.

 Por Oscar Ranzani

Sin que suene exagerado y sin la intención de menospreciar la labor del resto, León Ferrari es el artista plástico vivo más importante de la Argentina. Un rótulo del que el propio Ferrari se debe sentir incómodo si se lo mencionan. “La gente está muy confundida: paga disparates por mis dibujos, yo no gastaría esa plata”, suele decir. Sin embargo, a lo largo de más de cinco décadas de trayectoria, Ferrari se ha ganado el respeto no sólo en el país, sino en la comunidad artística mundial. Así lo corrobora el León de Oro que obtuvo en la Bienal de Venencia en 2007. Pero lo que más ha trascendido es su mirada sobre el arte. Mirada política, claro. Se trata de un artista que siempre ha denunciado las contradicciones de la Iglesia y la religión católica. También siempre se ha manifestado en contra de todo tipo de totalitarismos (uno de sus hijos permanece desaparecido) y, sobre todo, de la intolerancia. Precisamente, hay que recordar que Ferrari la ha padecido en carne propia cuando un grupo de fanáticos católicos ultraortodoxos atacaron su muestra retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta, en 2004. “Quienes atacaron la muestra completaron la obra”, dice el artista en el documental Civilización, dirigido por Rubén Guzmán.

El largometraje de Guzmán tiene una estructura particular: el propio Ferrari habla en muy pocas ocasiones. Más bien, el modelo cabeza-parlante está usado por el director con cuentagotas: cuando el propio artista plástico obsequia al espectador algunos recuerdos de su vida y de su obra. Pero la voz que más se escucha es la de la actriz Cristina Banegas, quien lee reflexiones de Ferrari. Empiezan como una biografía pero, a medida que avanza el relato, esas lecturas de Banegas se van transformando en manifestaciones del propio artista. Es que si bien Civilización da cuenta de algunos aspectos biográficos imprescindibles a la hora de hablar de Ferrari, no es una biografía clásica. O mejor dicho, no es una biografía. En todo caso, Civilización es antes que nada un recorrido que Guzmán establece por las ideas de León Ferrari. Y como no se puede separar el artista de su obra, porque a través de ella se expresa, es también un viaje que se completa con sus trabajos más importantes de sus diferentes etapas.

El punto de inflexión en la carrera de Ferrari fue la guerra de Vietnam. Ese acontecimiento lo marcó a fuego. Y ese conflicto bélico lo inspiró para realizar una de sus obras fundamentales: La civilización occidental y cristiana, formada por la maqueta de un bombardero norteamericano y un Cristo crucificado en ese avión, dando cuenta de dos de sus grandes temas: la violencia política de un imperio despiadado y del poder dominante de la religión en ese mundo. Ferrari explica en el documental que esa obra tuvo mucha repercusión, entre otros motivos porque el Cristo fue comprado en una santería.

A lo largo de una hora, Guzmán condensa mucho material: desde las esculturas en cerámica con que Ferrari se inició, pasando por sus dibujos, sus cuadros literarios, hasta sus heliografías que, según el artista, pueden verse como “una arquitectura de la locura” que expresan “lo absurdo de la sociedad actual”. También puede apreciarse Palabras ajenas, un collage literario de más de cien personajes “que condensa la violencia de Occidente a través de frases sacadas de libros, revistas y diarios pertenecientes a personajes como Hitler, Dios, Pablo VI, Johnson, etcétera”, cuenta Ferrari. O su carta al Papa en 1997, cuando le pidió “la anulación del juicio final y de la inmortalidad así como también el desalojo y demolición del infierno”.

Uno de los méritos de Civilización es que, si bien muestra muchas imágenes estáticas (las obras), tiene un ritmo que no resulta tedioso: ideas profundas combinadas con una cuidada edición y una fotografía muy elaborada que se apoyan mucho en la voz de Banegas o se combinan con la música compuesta por Sergio Pángaro. Aunque resultan acertadas sus composiciones al entrar en relación con las imágenes, por momentos la música sobrecarga o es excesiva. Esto no impide disfrutar de un documental que puede resultar didáctico –en el mejor sentido– para quienes no conocen el pensamiento de Ferrari e interesante para quienes deseen profundizar en sus reflexiones, muy difíciles de rebatir por parte de sus detractores.

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“La gente está muy confundida: paga disparates por mis dibujos, yo no gastaría esa plata”, suele decir León Ferrari.
 
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