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Miércoles, 30 de julio de 2014

CINE › EL ACTOR ARTURO GOETZ FALLECIó EL LUNES A LOS 70 AñOS

El personaje que hablaba poco

Aunque comenzó en la actuación profesional después de los 50 –tras una exitosa carrera como economista–, participó de una treintena de películas de los directores emblema del Nuevo Cine Argentino. Para él, el desafío era “transmitir cosas sin tener que decirlas”.

 Por Oscar Ranzani

El actor Arturo Goetz, uno de los preferidos de los jóvenes cineastas argentinos, falleció el lunes a los 70 años por causas que no trascendieron públicamente. Nacido el 24 de junio de 1944, Goetz se convirtió en actor cuando promediaba las cinco décadas de vida. Es que, a riesgo de caer en un lugar común, su vida fue de película. Muchos años antes de ser dirigido por emblemas del Nuevo Cine Argentino, como Daniel Burman, Ariel Rotter, Ana Katz y Lucrecia Martel, entre otros, Goetz fue economista. Se recibió en 1967 en la Universidad Católica Argentina y, si bien desde siempre se sintió arriba de un escenario –según comentó una vez a Página/12–, recién a los 50 comenzó a estudiar actuación, luego de que su mujer le dijera: “Y si a vos te gusta esto, ¿por qué no lo hacés?”. Mal no le fue: llegó a desplegar su talento en casi treinta películas.

Después de recibirse de economista, Goetz accedió a una beca en la Universidad de Oxford, donde realizó estudios de posgrado. Se fue de la Argentina durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, con la idea de regresar a los tres años. Pero cuando terminó la beca ya era la época de la Triple A y la situación era peor. Entonces, decidió quedarse en Europa. Llegó a trabajar en la sede de Naciones Unidas en Suiza, y entre 1976 y 1983 se mudó a Roma. Sobre el pasaje a la actuación señaló a este cronista en una oportunidad: “No hubo un cambio violento porque desde la época de la facultad había empezado a hacer teatro como aficionado. Siempre estaba arriba de un escenario desde los 19 años, más o menos. Incluso en Roma también tenía un grupo”. Pero no le “llenaba mucho” el rol de economista, aunque hacía bien su trabajo y llegó a ganar bastante dinero. Tampoco fue de un día para el otro el salto a la actuación: tomó clases con Augusto Fernandes y Miguel Guerberof. Luego llegaron algunos bolos en televisión, castings y las ineludibles humillaciones en el ambiente artístico.

Si bien su primer trabajo en el cine fue en La nube, largometraje de Fernando “Pino” Solanas, estrenado en 1998, recién Goetz alcanzó mayor visibilidad como artista promediando la mitad de la primera década del siglo XXI. Su incursión inicial con los exponentes del Nuevo Cine Argentino fue con un secundario en La niña santa (2004): compuso al Doctor Vesalio en esa irónica fábula moral de Lucrecia Martel. Luego llegaría el turno de Cama adentro, de Jorge Gaggero, donde interpretaba a un invitado del country donde sucedía la historia. Un año después, en 2005 fue Daniel Burman quien lo convocó para Derecho de familia, una historia en la que Goetz era el Doctor Pereleman, el padre del personaje de Daniel Hendler. En esa historia, Goetz tenía un papel secundario, pero no por eso poco importante, ya que justamente el quinto largometraje del director de El abrazo partido establecía una reflexión sobre la paternidad ante la inminencia del nacimiento del primer hijo de la pareja conformada por los personajes de Hendler y Julieta Díaz.

Un año antes, también había encarnado a un padre en Una novia errante, el segundo largometraje de Ana Katz. Más tarde, Burman volvió a tenerlo en cuenta para participar en El nido vacío: allí interpretaba a un médico neurólogo que dialogaba con Leonardo, el personaje de Oscar Martínez. En 2007, trabajó con otro integrante del Nuevo Cine Argentino, Ariel Rotter, en El otro, un film que tenía como protagonista a Julio Chávez. Goetz tenía un rol secundario en la piel de un escribano.

Pero, sin dudas, la consagración de Goetz vino con los films que dirigió Pablo Fendrik: El asaltante y La sangre brota: mientras que en el primero, el personaje de Goetz era un ladrón que sólo ejercía la violencia ante un hecho determinado, pero de andar sereno, en el segundo compuso a un taxista sexagenario, padre de familia de clase media venida abajo. La característica psicológica, en este caso, consistía en una violencia interna acumulada, pero siempre a punto de estallar. Respecto de La sangre brota, Goetz señaló una vez que lo más interesante al leer el guión fue que se trataba de un personaje bien distinto a todo lo que había hecho. “Siempre me llamaban para hacer el tipo elegante, el señor simpático, el médico, el abogado. Y éste era un tipo oscuro, violento. Lo que más me entusiasmó fue hacer una cosa bien diferente.” Y al momento de comparar ambos personajes de los films de Fendrik, sostenía: “En El asaltante diría que la violencia está forzada por un momento. El asaltante se vuelve violento en un momento en que se siente muy acorralado. Si no, el tipo actúa con mucha naturalidad. En cambio, el personaje de La sangre brota es violento. Es un tipo de naturaleza violenta. Lo que pasa es que la está reprimiendo. El tipo va en el taxi y pone un CD de música de relajación porque necesita contenerse permanentemente. Y al final deja de contenerse. Es oscuro y retorcido”.

En 2010 también tuvo un protagónico en la ópera prima de Natalia Smirnoff, Rompecabezas. En ese caso, se puso en la piel de Roberto, un millonario con interés en competir en un torneo mundial de rompecabezas en Alemania, pero que necesita alguien que lo entrene, ya que no es muy ducho en la materia. Cuando conoce a María del Carmen –interpretada por María Onetto–, se da cuenta de que es su compañera ideal en más de un sentido. Hay que señalar que Smirnoff también lo convocó para su segundo film, El cerrajero, aún no estrenado, donde se disfrutará de Goetz por última vez en la pantalla grande, además de su participación en Ciencias naturales, de Matías Lucchesi, que tuvo su première mundial en la Berlinale de este año, pero que tampoco se estrenó comercialmente en la Argentina.

Entre los galardones que Goetz cosechó a lo largo de trayectoria se destacan el premio al Mejor Actor en el Bafici 2007 por El asaltante, el Cóndor de Plata al Mejor Actor de Reparto por Derecho de familia y el Premio Konex Diploma al Mérito (2011) como Mejor Actor de Cine. Goetz solía decir que sus personajes “hablan poco”. Y lo ejemplificaba expresando que el desafío para el actor “es transmitir cosas sin tener que decirlas, sin tener que hablar”. “Eso para mí es lo más. Las películas que más me gustan y que veo más de una vez son aquellas donde hay poco texto y mucha actuación.” Y vaya si logró expresar su manera de entender la actuación en la pantalla grande.

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Arturo Goetz ganó el premio al Mejor Actor en el Bafici 2007 por El asaltante.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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