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Jueves, 29 de septiembre de 2016

CINE › POR SIEMPRE AMIGOS, ESCRITA Y DIRIGIDA POR IRA SACHS

Dos chicos descubriendo el mundo adulto

A diferencia de tanto cine independiente estereotipado al modo Sundace, Little Men es un film reposado, por momentos casi contemplativo, sin quiebres argumentales rocambolescos, mucho menos interesado en las lecciones que en las elecciones de vida.

Hace ya unos cuantos años que el Festival de Sundance dejó atrás su idea original de “fomentar y apoyar al cine independiente más allá de las exigencias del mercado”, tal como afirma Wikipedia, para convertirse en una réplica menos onerosa, pero igual de mecanizada, del sistema comercial que supuestamente combate. No por nada se ha institucionalizado un modelo narrativo que podría llamarse “de películas Sundance”. Estrenada en la última edición de ese evento y vista en una de las secciones paralelas del último Bafici, Por siempre amigos –traducción a la estudiantina del mucho mejor Little Men original– llega a la cartelera para demostrar que no todo está perdido, que aún es posible encontrar, en aquellas salas de Utah, películas que pongan su respiración al servicio de la de sus personajes, que apuesten a acompañarlos en sus pequeñas derivas diarias incluso cuando implique pausar el avance dramático, que entienda que intimidad puede no ser sinónimo de encierro y que los momentos bisagra del camino a la adultez están ahí, a la vuelta de la esquina o justo al lado de la puerta de casa.

Los programadores del festival creado por Robert Redford suelen coincidir en el gusto por los relatos centrados en personajes con vaivenes psicológicos –si son adolescentes, paga doble– y estructurados en derredor de tópicos como la disfuncionalidad, la autosuperación y un optimismo que explota en un desenlace generalmente luminoso. El opus siete del realizador Ira Sachs (The Delta, Forty Shades of Blue y Love is Strange) no sólo no apela a ninguno de ellos, sino que los evita con una obstinación digna de los tres nenitos de la serie Stranger Things. El resultado es un film reposado, por momentos casi contemplativo, sin quiebres argumentales rocambolescos, menos interesado en las lecciones que en las elecciones y que observa con detalle las particularidades que hacen de estos hombres y mujeres los más ordinarios que se recuerden, entendiéndose por “ordinarios” a aquellos que cuadran sus vidas dentro de parámetros que son como los de cualquier vecino. Quizá por ese apego a lo terrenal es que a Little Men no se vuelca deliberadamente a la comedia, ni al drama, ni al coming of age, ni a cualquier punto intermedio, para ser todo eso junto: Sachs concreta la película más parecida al fragmento de una vida que se haya visto en la cartelera en años, más precisamente desde Una segunda oportunidad, de Nicole Holofcener, otra realizadora que hace de lo cotidiano la materia prima de su cine.

Claro que la normalidad no implica habitualidad. A fin de cuentas, el relato es disparado por una situación única e irrepetible para Brian Jardine (Greg Kinnear, extraordinario) como la muerte de su padre Max, al que veía poco y nada. De todas formas le dejó un coquetísimo departamento en Brooklyn, oportunidad ideal para que la familia Jardine pueda alejarse un poco del caos de Manhattan. La herencia incluye también a una latinoamericana (la chilena Paulina García, recordada protagonista de Gloria, de Sebastián Lelio) alquilando el local de abajo, y a su hijo Antonio, que tiene la misma edad que Jake, el hijo de Brian. El film mostrará a los chicos descubriendo el mundo en el sentido menos hiperbólico del término. Ver sino la escena con el profesor de teatro, muestrario perfecto de cómo un abanico de sensaciones y caminos se despliega ante los ojos de un niño que en ese momento empieza a dejar de serlo. Ellos no lo saben y recién tomarán conciencia en la última escena, como si Sachs y su coguionista Mauricio Zacharias entendieran que en ese instante evidenciarán la huella de los adultos responsables. Acá toda la información llega cuando los personajes quieren. O, mejor todavía: cuando algo les sucede.

También descubren ese tema en apariencia ineludible en el cine de iniciación que es el sexo. Que son en realidad los primeros esbozos de una conciencia manifiesta acerca de la propia sexualidad, ya que ellos piensan, actúan, sienten y se preocupan como los pibes de 11 o 12 años que son. Y los padres clase media piensan, actúan, sienten y se preocupan como padres clase media, con todas las dudas económicas que esto implica. “Una de las cosas más difíciles de hacer cuando sos chico es entender que los adultos también son personas”, dice Brian cuando tiene que justificar su idea de no renovarle el contrato a la inquilina, o hacerlo pero actualizándolo a los valores de mercado, en lo que es lo único parecido a un quiebre de guión de una película que, se dijo, se caracteriza por sus personajes ordinarios a los que les pasan cosas más o menos similares que a cualquier espectador promedio. ¿O acaso existe algo más ordinario que la batalla por llegar a fin de mes?

9 - POR SIEMPRE AMIGOS

Little Men; EE.UU., 2016

Dirección: Ira Sachs.

Guión: Ira Sachs y Mauricio Zacharias.

Duración: 85 minutos.

Intérpretes: Greg Kinnear, Jennifer Ehle, Talia Balsam, Theo Taplitz y Paulina García.

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Un relato de iniciación en la calles de Brooklyn.
 
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