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Miércoles, 4 de abril de 2007

CINE › ORIENTE Y CATALUÑA, EL PRIMER MENU RECOMENDADO PARA EL FESTIVAL

Un trío para arrancar el banquete

I Don’t Want to Sleep Alone, de Tsai Ming-liang; Syndromes and a Century, de Apichatpong Weerasethakul, y Honor de cavallería, de Albert Serra, ofician como apertura de lujo.

 Por Luciano Monteagudo

Hoy empieza para el público el maratón del Bafici y siempre es difícil elegir un camino, más este año, en el que la oferta asciende a casi medio millar de films, entre largos y cortos, focos y retrospectivas. Pero si se quisiera saber de un solo golpe, en un solo día –como si fuera un curso intensivo–, por dónde pasa el cine contemporáneo con visión de futuro y cuáles son sus films más radicales, insólitos y emblemáticos, basta con resolverlo hoy mismo: para eso brillan en la grilla I Don’t Want to Sleep Alone, del malayo-taiwanés Tsai Ming-liang; Syndromes and a Century, del tailandés Apichatpong Weerasethakul, y Honor de cavallería (así, con “v” corta), del catalán Albert Serra. Por supuesto, habrá mucho más para ver en las casi dos semanas que tiene el Bafici por delante, pero se podría decir que el de hoy es un muy buen comienzo, de esos que invitan a renovar la fe en el cine como experiencia artística.

La hoja de ruta comienza por I Don’t Want to Sleep Alone (“No quiero dormir solo”), de un viejo conocido de los cinéfilos porteños, el gran Tsai Ming-liang, a quien el Bafici le dedicó una retrospectiva en su segunda edición, allá por el lejano 2000. Malayo de nacimiento pero radicado desde niño en Taiwan, el gran director de El río, Vive l’amour y Goodbye, Dragon Inn vuelve aquí por primera vez a su país natal para encontrar en Kuala Lumpur una nueva escala en ese mapa de la desolación que es su cine. Inspirado por la situación de los miles de trabajadores extranjeros que después de la crisis económica de los ’90 quedaron varados en Malasia como inmigrantes ilegales, Tsai narra –con un virtuosismo que, como siempre, casi no precisa palabras– la historia de uno de esos olvidados, interpretado por su actor fetiche, Lee Kang-sheng. La soledad, la circulación del deseo, los objetos como materializaciones eróticas (aquí un viejo colchón que atraviesa la ciudad) son una constante en el cine de Tsai y vuelven a alcanzar su mejor expresión en I Don’t Want to Sleep Alone, un film de un lirismo seco, austero, absolutamente fuera de lo común. (Hoy a las 13 en el Atlas General Paz; viernes 6 a las 15 en el Hoyts 10; y domingo 8 a las 12.30 en el Atlas Santa Fe 1.)

Es curioso, pero aun ante un director tan marcadamente contemporáneo como Tsai, un film como Syndromes and a Century, del tailandés Apichatpong Weerasethakul (segunda cita esencial del día), casi lo hace parecer clásico. Hay una modernidad, una proyección de futuro en la nueva película del director de Blissfully Yours y Tropical Malady (otros dos hits del Bafici de años anteriores) que hablan de una terra incognita en el campo del cine. Se diría que su belleza es sólo equivalente a su misterio. Estructurada en dos partes gemelas que se miran como espejos, una transcurre en un hospital de una comunidad rural y otra en un hospital urbano, con los mismos personajes, que se hacen ecos y resonancias.

No hay una trama propiamente dicha, sino pequeñas instancias o relatos (a veces dentro de otros relatos), momentos de palabras o silencios, que hacen de Syndromes un film de dualidades permanentes: campo-ciudad, luz-oscuridad, masculino-femenino. Las repeticiones pueden parecer enigmáticas, pero quizá conviene leerlas como “reencarnaciones”, según sugiere el propio Apichatpong a partir de su fe budista. Nada hay aquí, sin embargo, de solemne o pomposo: Syndromes es, también, un film de un humor finísimo, hecho de mínimos detalles, una obra de una rara sensibilidad, que confirma al director tailandés como un auténtico visionario. (Hoy a las 17.30 en el Atlas Santa Fe 1; viernes 8 a las 20.15 en el Atlas General Paz; y domingo 8 a las 11.45 en el Hoyts 12.)

Y para terminar el día, nada mejor que la sorprendente película catalana Honor de cavallería, del debutante Albert Serra, que viene de convertirse, apenas dos semanas atrás, en piedra de escándalo del Festival de Mar del Plata, donde fue abucheada por la mayoría del público, que no terminó de entender su propuesta. Contra el academicismo y la tiranía del guión que dominan desde hace años al cine español, Honor de cavallería propone a cambio un film de una libertad y una frescura fuera de lo común, que lo convirtieron en la única, auténtica revelación del Festival de Cannes 2006. La paradoja es que esta película tan suelta y tan joven está inspirada en el libro de los libros de la literatura española, Don Quijote de la Mancha. Pero a diferencia de tantas adaptaciones plúmbeas, ahogadas por la producción y el vestuario, esta derivación cervantina se reduce a lo básico, a lo esencialmente cinematográfico: apenas Don Quijote y Sancho Panza viajando, conversando a veces, incluso durmiendo.

En vez de elegir aquellos pasajes más famosos y trillados (no hay a la vista ni un solo molino de viento), deliberadamente Serra prefiere narrar –a la manera de un Ozu mediterráneo– el paso del tiempo y los espacios en blanco. Allí están entonces la amistad tácita y los silencios compartidos: cuando cae la noche (y el film se oscurece en su totalidad) y cuando vuelve el día y se escucha el deslumbrante despertar de la naturaleza. Una belleza áspera, una poesía austera, un humor genuino son algunas de las muchas virtudes de este film tan libre como insólitamente fiel al espíritu del libro que lo inspira. Y que pide simplemente un espectador sin prejuicios, abierto a la experiencia. (Hoy a las 21 en el Hoyts 6; mañana jueves a las 17.15 en el Atlas General Paz; y lunes 9 a las 13.15 en el Atlas Santa Fe.)


El top ten de la pantalla

Película Salas Espectadores Acumulado
300 67 259.894 259.894
La familia del futuro 98 200.566 200.566
El número 23 27 41.124 94.294
Letra y música 32 37.983 139.261
Scoop 30 27.782 63.425
Ghost Rider: El Vengador 58 25.030 148.557
Una loca película épica 28 23.003 23.003
¿Quién dice que es fácil? 46 19.616 386.169
La reina 34 17.054 229.117
Paris je t’aime 16 13.796 56.062


Las diez películas con mayor asistencia fueron vistas por 665.848 espectadores, de los que 210.257 lo hicieron en Capital, 241.816 en el GBA y 213.775 en el interior.

Fuente: Nielsen EDI Argentina.

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I don’t want..., una pintura de la situación en Malasia tras la crisis de los años ’90.
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