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Jueves, 3 de enero de 2008

CINE › “ENCANTADA”, LA APUESTA DE DISNEY

Entre el cuento de hadas y la realidad

El gran estudio cinematográfico parece reírse de sí mismo en este film plagado de referencias que recorren todas las historias de “princesas”.

 Por Horacio Bernades

“No puede ser que Dreamworks nos siga tomando el pelo en cada nueva Shrek; tenemos que tomárnoslo nosotros mismos.” Guiado por esa consigna, el estudio Disney tomó uno de sus subgéneros más característicos, el de “princesas”, lo arrojó contra el mundo real y se rió, viéndolo estallar. No es cuestión de exagerar la importancia de la operación, ya que seguramente el sello seguirá produciendo fantasías de princesas (al menos, para el subvaluado mercado de DVD). Pero no se puede negar que Encantada funciona como toma de conciencia, por parte de Disney y delante de todo el mundo, de todo aquello (la cursilería, el atraso de siglos, la melaza romanticona) que el mundo le viene echando en cara, desde hace por lo menos medio siglo.

Con El último gran héroe como primer adelantado en el campo de la metalingüística popular, el guión de Encantada funciona como trasposición del de Buscando a Eva (tít. orig.: Blast From the Past). Lo cual no tiene nada de raro: ambos son obra del mismo autor, Bill Kelly. En esa película de fines de los ’90, un adánico Brendan Fraser –criado en un refugio nuclear bajo tierra– terminaba saliendo a un mundo radicalmente distinto del que alguna vez conoció. Aquí el choque es por partida doble, ya que Giselle no sólo proviene de un cuento de hadas, sino de un dibujo animado. De un dibujo animado casi idéntico a Blanca Nieves, desde donde es arrojada a un pozo sin fondo por su futura suegra, la malvada Reina Narissa. Pero el pozo sin fondo resulta tener fondo, y de él se sale por una alcantarilla. Con su vestidito celeste de organza, ya de carne y hueso, Giselle (Amy Adams) levanta la tapa y sube al mundo. A Times Square, más precisamente, en medio de un despelote de tráfico y de gente, que su apariencia de freak no hace más que multiplicar.

Separado y con una hija, un abogado llamado Robert (el pétreo Patrick Dempsey, de la serie Grey’s Anatomy) le da refugio en su departamento de Manhattan. Provenientes del mundo de la fantasía (para decirlo en términos de la casa), detrás de Giselle irán llegando, en rápida sucesión, el príncipe Eduardo (James Marsden, el Cíclope de X-Men), el valet de la reina, Na-thaniel (Timothy Spall, venido en directo desde el planeta Mike Leigh) y, por obra de la digitalización, esa gran amiga de la heroína que es la ardillita Pip. El príncipe viene a rescatarla, la ardillita a ayudarla y Nathaniel... a asesinarla, por encargo de Narissa. In extremis, Narissa hará su aparición estelar, con los rasgos de una Susan Sarandon tan morocha y tan sexy como todas las malvadas Disney.

El cruce entre el cuento de hadas y lo real podría dar lugar tanto a un ensayo teórico como a un gag. Encantada funciona como ambas cosas a la vez, contando con varios puntos fuertes. Uno es la propia mecánica del enfrentamiento entre mundos que son como el agua y el aceite, a la que basta con poner en movimiento para que funcione. En ocasiones lo hace de mil maravillas, como esa gran escena –musicalizada por Alan Menken, él mismo un cliché-Disney– en la que Giselle limpia el despelotadísimo departamento de Robert, con entusiasmo de Blanca Nieves y colaboración de todos los animalitos del lugar. Que no son ardillas, adorables pajarillos y blancos conejitos, sino peludas ratas de alcantarilla, sucias palomas del Central Park y un ejército de cucarachas. Maravillas del revisionismo, la escena se cierra con lo que casi casi podría verse como cita a Terciopelo azul.

Transmitiendo de modo inmejorable no sólo la naiveté de Giselle sino también su ansiedad y turbación, Amy Adams logra el raro milagro de fomentar en el espectador la identificación con un personaje al que si algo lo define es la condición de irrealidad. Entre los comic reliefs, funciona mejor la ardilla digitalizada que unos humanos demasiado gritados (Marsden y Spall). Con referencias que recorren la historia entera de Disney-Princesas (desde Blanca Nieves hasta El jorobado de Nôtre Dame, pasando por Cenicienta, La bella durmiente y La Bella y la Bestia) y un final con mucho aparato y fuegos de artificio –tal como le gusta a la casa, desde mediados de los ’90–, es verdad que Encantada es antes que nada un dispositivo, un concepto, una idea de laboratorio. Pero funciona, y Amy Adams hasta permite creer que algo humano respira aquí, en este verdadero imperio de la posmodernidad post-Shrek.

7-ENCANTADA

(Enchanted) EE.UU., 2007.

Dirección: Kevin Lima.

Guión: Bill Kelly.

Música: Alan Menken.

Intérpretes: Amy Adams, Patrick Dempsey, James Mardsen, Susan Sarandon, Timothy Spall e Idina Menzel.

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Encantada es una película, pero también una interesante idea de laboratorio.
 
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