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Martes, 17 de agosto de 2010

PLASTICA › LAS FOTOS DE KOUDELKA SOBRE LA INVASIóN SOVIéTICA A PRAGA EN 1968

La invasión ante su objetivo

En el Espacio de Arte de la Fundación OSDE se presenta una selección de las fotos con las que Josef Koudelka documentó y denunció la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968. Las imágenes del fin de la Primavera de Praga.

 Por Fabián Lebenglik

El 20 de agosto de 1968, a las once de la noche, tropas del Pacto de Varsovia –la URSS, Polonia, Hungría, Alemania Oriental, Bulgaria– atravesaron la frontera de Checoslovaquia –otro país miembro del Pacto– y comenzaron a invadirla con aviones, paracaidistas, 200.000 soldados y 5000 tanques.

Lo que para la historia se conoce como Primavera de Praga, para el Pacto de Varsovia se trató de un intento contrarrevolucionario que había que sofocar. Durante los siete días de la invasión, un fotógrafo de treinta años corría desaforadamente por las calles de la ciudad con su cámara, tomando fotos desde todos los ángulos posibles, incluso a riesgo de su vida, se subía a los tanques soviéticos con su cámara de mano Exacta.

En relación con el despliegue urgente del fotógrafo de Praga para poder dar cuenta de la tragedia que vivía su ciudad, su país, su pueblo, el método empleado para registrar los acontecimientos eran la errancia y la movilidad, dos categorías que no le eran ajenas, como tampoco el registro de situaciones dramáticas. Nada de esto le resultaba extraño al fotógrafo de treinta años, porque hasta ese momento se había dedicado a fotografiar la vida nómade de los gitanos (acababa de llegar de Rumania donde había estado con una comunidad gitana) y también se especializó en fotografía teatral. Nada sabía de fotoperiodismo, pero lo reinventó en esos días aciagos de la invasión. Aunque se trataba de un fotoperiodismo para nada distante y neutral, sino de una versión personal, apasionada, comprometida con la denuncia y el testimonio. El fotógrafo iba y venía por un radio relativamente reducido de la ciudad. La Plaza Wenceslao, la Plaza de la Ciudad Vieja, las mismas calles y edificios, las vueltas alrededor de sectores específicos del centro de la ciudad eran el escenario reiterado y tumultuoso, tanto del avance de los soviéticos como de la resistencia y la protesta pacífica de los praguenses.

Esa mañana del 21, la agencia soviética de prensa Tass publicó en el diario Pravda, de Moscú, la siguiente declaración: “Tass tiene plenos poderes para declarar que los funcionarios del partido y del gobierno de la República Socialista Checoslovaca se han dirigido a la Unión Soviética y a los demás estados aliados con una petición de ayuda urgente para el pueblo hermano checoslovaco, incluidas las fuerzas armadas. Esta petición tiene su origen en la presente amenaza al régimen socialista y a la fortaleza de su Constitución, amenaza que existe en Checoslovaquia por parte de las fuerzas contrarrevolucionarias en concierto con poderes exteriores enemigos del socialismo”.

El relato visual tiene el ritmo angustiante de los acontecimientos, que el paso del tiempo, el blanco y negro de las tomas y la calidad de las fotos transformaron en un testimonio histórico y político, pero también artístico.

El fotógrafo usó película cinematográfica de 35 milímetros. Muchas de las fotos, años después, fueron agrupadas en secuencias narrativas como las que ahora se ven en la exposición, casi como un modo de repatriar el material a su función primera, el cine: movimiento, sincronía, planos y secuencias.

Estas precisiones tampoco le eran ajenas al fotógrafo, porque había estudiado ingeniería hasta que abandonó esa carrera por la fotografía.

El comunicado de Tass continúa: “(...) El gobierno soviético y los gobiernos de los países aliados (...) teniendo presentes los compromisos contractuales existentes han decidido atender las peticiones mencionadas para prestar la ayuda necesaria al pueblo hermano de Checoslovaquia. (...) Unidades del ejército soviético, junto con unidades de los países citados, han entrado el 21 de agosto en el territorio de Checoslovaquia. Se retirarán inmediatamente de la República Socialista Checoslovaca, tan pronto como desaparezca la amenaza a los logros socialistas en Checoslovaquia...”.

A las cinco de la mañana del 21 de agosto, el avance de los tanques blindados soviéticos, que iban a acordonar la sede del Comité Central del Partido Comunista checoslovaco, produjo la muerte de un joven de 20 años quien cayó a causa de varios disparos.

La Primavera de Praga consistía en la liberalización de las costumbres y en la demanda de una mejora de la representación sindical y el pedido de libertad de expresión y de prensa, entre otras exigencias.

Durante siete días, el fotógrafo de treinta años tomó miles de imágenes: según las distintas fuentes el número oscila entre 5000 y 10.000.

El 21 de agosto, Radio Checoslovaquia (luego tomada por los invasores) afirmaba que a las 23 del día anterior, los ejércitos soviético, polaco, de Alemania Oriental, Hungría y Bulgaria “cruzaron la frontera nacional de la República Socialista Checoslovaca. Este hecho se ha producido sin el conocimiento del presidente de la República, la Presidencia de la Asamblea Nacional, la Presidencia del gobierno ni el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista Checoslovaco (...) Esta acción es contraria no sólo a los principios básicos de las relaciones entre Estados socialistas, sino también como una negación de las normas elementales del derecho internacional”.

El fotógrafo de Praga seguía disparando su cámara para registrar a un joven checo subido a un tanque soviético con la bandera de su país; las caras de indignación y sufrimiento; los brazos en alto; las multitudes en asambleas urgentes; las corridas; el avance amenazante de tanques y tropas; las pintadas contra los invasores; la huelga general y su consecuencia: las calles desiertas. Y así siguió.

El fotógrafo logró que las fotos pasaran clandestinamente a Estados Unidos y un conjunto de esas fotos se conocieron en Nueva York gracias al Smithsonian Institute y a la Agencia Magnum (de la cual después el fotógrafo de Praga pasó a formar parte). Para proteger a su autor y a su familia, las fotos se exhibieron como imágenes de un fotógrafo anónimo de Praga.

El fotógrafo, que en 1970 estaba viajando por Europa invitado por la agencia Magnum para seguir relevando imágenes sobre la comunidad gitana, no volvió a su país. A partir de entonces sus fotos comenzaron a hacerse célebres, pero hubo que esperar algo más de tres lustros para que se supiera que su autor era Josef Koudelka. Y en Checoslovaquia se publicaron por primera vez en 1990, en el semanario Respekt.

Cuarenta años después, se publica el libro Invasión ’68: Praga (exhibido en la exposición), en nueve idiomas, incluyendo el checo, que contiene 250 fotos, hasta entonces inéditas.

Koudelka ha recibido el Gran Premio Nadar, el Gran Premio Nacional de Fotografía, el Gran Premio Cartier-Bresson, y el Premio de la Fundación Internacional Hasselblad a la fotografía.

La exposición del Espacio de Arte de la Fundación OSDE se realiza en el marco del Festival de la Luz. Las fotos de Koudelka/Magnum pertenecen a la muestra Invasión ’68: Praga, organizada por la Fundación Aperture y coproducida por Magnum Photos. (En Suipacha 658, hasta el 2 de octubre. Entrada gratuita).

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Detalle de la exhibición de Koudelka en el Espacio de la Fundación OSDE.
 
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