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Martes, 28 de agosto de 2012

PLASTICA › RAOUL VERONI Y LAS EDICIONES DE BIBLIóFILO, EN EL MUSEO DEL LIBRO

El libro como una de las bellas artes

El Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional presenta una muestra del grabador, editor, tipógrafo y bibliófilo Raoul Veroni, a veinte años de su muerte. Las artes y oficios que convergen en el libro como arte.

 Por Ral Veroni * y Linda Neilson **

Es raro en el mundo del libro, aun en el particular ambiente de la bibliofilia, encontrar una figura como Raoul Veroni (1913-1992) que reúna en una sola persona al artista, al editor y al impresor. El nivel de exigencia, en términos de tiempo, conocimiento y esfuerzo, obliga a que el trabajo se subdividida. En la realización de un libro intervienen el arte tipográfico, la impresión, el tratamiento del papel, la encuadernación, aparte del diseño y la ilustración.

Raoul Veroni comenzó a formarse como grabador en la década del ’30 en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. A la sazón tuvo de maestro a Alfredo Guido (1892-1967), grabador y muralista, quien lo adentró en el mundo del libro y en sus primeras colaboraciones con la imprenta de Don Francisco A. Colombo.

De familia italiana, Veroni nace en Milán el 8 de agosto de 1913 y viene en brazos de sus padres, con apenas meses de edad, a instalarse en Tafí del Valle, Tucumán, donde pasará su infancia. Este hecho lo conectará en los años de adultez con los poetas del Noroeste argentino, con quienes tendrá fructíferas colaboraciones.

Veroni comienza con éxito una carrera como grabador. Dueño de una sofisticada técnica de aguafuerte sumada a una sensibilidad con reminiscencias de Durero y el renacimiento italiano a la que pocos podían, y pueden hoy, alcanzar. Durante la década del ’40 logra posicionarse como artista y ganar numerosos premios. Sin embargo, a partir de sus 30 años cumplidos, Veroni inicia un retiro de los círculos artísticos, quizá por su propio temperamento reservado, sumado a su apasionamiento por el arte del libro, un arte exigente y poco visible a la luz del reconocimiento público. En 1962 abre su propio estudio gráfico en su casa-taller de la calle Senillosa 944, no muy lejos de la imprenta de la familia Colombo. Para esos años, el arte del libro había cambiado radicalmente, las imprentas automáticas iban tomando el espacio comercial y la gradual desaparición de una clase humanista amante del libro hizo de los libros de bibliófilo algo aún menos frecuente. Veroni continuó realizando libros aun cuando no tenía clientes para ellos. Los tomó como lo que eran: una obra de amor.

Raoul Veroni dominó las técnicas de la xilografía, el aguafuerte y la litografía, y las utilizó no sólo para ilustrar sus ediciones, sino también hizo uso de ellas para el diseño de tapas, portadas, viñetas, colofones, iniciales, que acompañan el diseño de cada página.

Veroni se ocupó de sus ediciones durante un período de 40 años, en los que realizó alrededor de 80 títulos entre emprendimientos propios y colaboraciones. En 1943 inició su periplo como editor con el libro Tres recuerdos del cielo, de Rafael Alberti. Para darnos una idea: la edición fue de sólo 24 ejemplares, impreso sobre papel italiano Fabriano Perusia, hecho a mano, cuyo distintivo es una marca de agua que vista a trasluz proyecta la figura de un grifo rampante, mitad león, mitad águila. El libro tiene 20 páginas, mide 25 cm de base por 35 de alto. El poema fue compuesto en tipografía Kleukens, y entre página y página se alternan los grabados. Cada uno de los 24 libros está signado en su página final con una letra griega. Para la realización de este libro, Veroni fundó su primer sello editorial, al que bautizó Urania y en el que publicó hasta 1954 otros siete títulos de Rafael Alberti, Camille Flammarion, Giacomo Leopardi, Gabriele D’Annunzio y Edgar Allan Poe.

Su amor por la astronomía lo inspiró a dar nombre a otro sello editorial llamado La Cabellera, por la constelación de Berenice. Esta es su colección más extensa, con 27 libros realizados entre 1955 y 1980, la que dedicó a poetas argentinos como Alfonsina Storni, Ricardo Molinari, Enrique Banchs, Tulio Carella, poetas de habla inglesa, Poe, Shelley, Keats, Eliot, italiana, Leopardi, Petrarca, Carducci, Campana y dos preciosas ediciones a la poeta griega Safo.

Colofón (del libro de Safo); tapa (de un libro de Eliot) y viñeta, de Raoul Veroni.

Una flor en un campo cercano a la ciudad de Jujuy dio nombre a la colección El Camino a Ocloyas, que reúne títulos de relatos criollos, Roberto J. Payró, Juan Carlos Dávalos, Jorge Calvetti. Y finalmente una breve colección llamada El Mato, dedicada exclusivamente a poetas argentinos, de los que llegó a publicar dos plaquetas de Silvina Ocampo y otras dos del poeta correntino David Martínez.

[...] Raoul Veroni aprendió el oficio de impresor en los talleres de Don Francisco A. Colombo, colaborando desde 1936 en la ilustración de ediciones como artista grabador y paulatinamente aprendiendo cada uno de los estamentos, impresor, componedor y encuadernador, para terminar realizando sus propios proyectos de publicación.

A comienzos del siglo XX, la imprenta aún utilizaba tipos móviles de plomo. Esta tarea era llevada a cabo por el “componedor”. Una labor compleja si se considera que para imprimir se debía armar una matriz con el texto exactamente al revés, de forma especular, como en un sello. El componedor tomaba letra por letra, formando cada palabra, renglón por renglón, hasta llegar a la matriz de impresión de una página y así sucesivamente con el resto del libro. En la conformación del texto intervenía el cálculo tipográfico, la separación ideal de espacio entre palabras para lograr la armonía visual de un texto.

El impresor era el encargado de entintar esa matriz realizada por el componedor y trasladarla al papel por intermedio de una prensa. Era un maquinista y un artesano, a la vez que debía juzgar según el papel cuál era el mejor nivel de carga de tinta y presión para que el texto impreso se recortara con precisión. Cada color implicaba una nueva matriz y una nueva “puesta en máquina”.

[...] Las ediciones de bibliófilo son compuestas en prensas artesanales y acompañadas por ilustraciones realizadas por artistas. Tienen la característica de tener tiraje limitado. Raramente superan los 100 ejemplares y muchas veces se mantienen en un número no mayor de 50. Están a menudo numerados y firmados por su autor, por el artista que los ilustra, a veces por el mismo editor-impresor.

Uno de los referentes más importantes desde las artes gráficas fue la mencionada Casa Impresora de Don Francisco A. Colombo, que en la década del ’30 mudó su imprenta desde San Antonio de Areco al barrio porteño de Caballito y que mantuvo por más de 30 años una labor constante en la realización de volúmenes de jerarquía. Estos encargos de realización de libros estuvieron sostenidos muchas veces por una clase pudiente y humanista que apoyó a poetas y narradores y fueron los gestores de grandes obras dentro del arte del libro.

El libro de bibliófilo se caracteriza por un riguroso cuidado de la edición. En este sentido, la figura del editor puede ser el poeta que encarga la obra, el maestro impresor que desea realizar una edición a su gusto o un bibliófilo que quiere ver el libro de sus deseos hecho realidad. A menudo estas tres figuras se ponen de acuerdo para hacer del libro una realidad y encargan a un artista la tarea de “ornar” la edición con sus grabados.

Las ediciones de bibliófilo tienden a publicarse “en rama”, es decir en los pliegos sueltos, sin encuadernar, presentados dentro de una cubierta y una caja que los contiene. Esta costumbre está relacionada con la tradición del bibliófilo que adquiere la edición y la envía a encuadernar con su artesano de confianza.

[...] Los colofones de los libros de Raoul Veroni merecen una exposición en sí misma. Veroni tomaba cada colofón como una pieza única. Dentro de ellos era habitual que incluyera un grabado y donde el texto acompañaba el contorno de la imagen. Esto en el arte tipográfico de aquel entonces era un logro difícil de alcanzar, exigido como estaba por la composición y el correcto cálculo tipográfico. Por ejemplo, en la edición de Safo de 1968 vemos a una musa griega, de espaldas, levantando junto a su mano un velo y texto del colofón, rodeando la figura en sutil relación entre texto e imagen.

En el Museo del Libro y la Lengua, Las Heras 2555, hasta fines de noviembre.

* Artista y bibliófilo, hijo de Raoul Veroni.

** Directora de la galería Mar Dulce. Fragmento del texto escrito para la muestra El libro como arte, Raoul Veroni y las ediciones de bibliófilo.

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Aguafuerte que ilustra el libro A una alondra, de Shelley, edición de Raoul Veroni (1955).
 
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