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Martes, 4 de diciembre de 2012

PLASTICA › EL MAñANA YA ESTUVO AQUí, LA EXPOSICIóN DEL MUSEO TAMAYO DE MéXICO DF

Una muestra donde el futuro ya fue

En medio del escepticismo sobre el nuevo gobierno, la ciudad de México presenta una renovada presencia del Estado nacional en la cultura. Entre las exposiciones se destaca una que habla del futuro imaginado desde el pasado.

 Por Fabián Lebenglik

Desde México DF

Mientras se vive un clima de escepticismo respecto del gobierno que llevará a cabo el flamante presidente Peña Nieto durante el próximo sexenio, y con la oposición movilizada, la vida cultural en esta ciudad ofrece muestras renovadas de fuertes iniciativas del Estado nacional. Por una parte, el recientemente inaugurado Centro Cultural Elena Garro, en el corazón del barrio de Coyoacán, que se destaca por su inmensa y bellísima librería. Por la otra, la Biblioteca de México que acaba de incorporar, para el acceso público, un impresionante proyecto arquitectónico y de patrimonio bibliográfico, al incorporar completas (y con características muy particulares en cada caso) cinco bibliotecas –que en total suman alrededor de trescientos mil libros–, de grandes intelectuales mexicanos del siglo XX: Carlos Monsiváis, Jaime García Terrés, Fernando Castro Leal y Alí Chumacero. Una biblioteca de bibliotecas.

Entre otras exposiciones vale la pena entrar en detalle en la que se está llevando a cabo por estos días en el Museo Tamayo (que durante el último año estuvo en obra para incorporar dos mil metros cuadrados para exhibición, proyectos educativos, tienda, librería y restaurante), situado en el Bosque de Chapultepec, uno de los principales y más apacibles pulmones de la ciudad.

Los viajes en el tiempo a través de la ficción son siempre maneras de tomar distancia del presente para hablar de él e intentar comprenderlo. También se viaja al pasado gracias a la historiografía, a los archivos y a los museos, entre otros reservorios.

Las exposiciones temáticas de artes visuales en los últimos años han demostrado un interés particular por visitar el pasado y ahora el Museo Tamayo resulta también tributario de este giro historiográfico, gracias a la muestra El mañana ya estuvo aquí que, con curaduría de Julieta González, presenta obras de una treintena de artistas de distintas épocas, generaciones y lugares, para hablar de las hipótesis de futuros y utopías propuestos, sugeridos o anunciados (en términos artísticos y ficcionales) desde el pasado y el presente. La exhibición, que sigue hasta el 3 de febrero, tiene un doble punto de partida que articula los cinco capítulos en que se divide.

Ese doble punto de partida se sitúa a comienzos de los años sesenta, en el momento álgido de la Guerra Fría. Por una parte aquí se rinde homenaje a la película –no incluida pero sí citada en la muestra– La Jetée (El espigón) de 1962, cuyo realizador, Chris Marker, catalogó como “fotonovela”, porque se trata de un film breve en blanco y negro que consiste en un montaje de imágenes fotográficas y un relato en off, más música incidental. La película sucede en una París en tres tiempos: entre un pasado traumático y nostálgico, un presente ominoso (posterior a la destrucción nuclear de una reciente Tercera Guerra Mundial) y un futuro pacificado aunque inocuo. La Jetée cuenta la historia de un niño (luego hombre) obsesionado por haber sido testigo de un asesinato en la terraza de un espigón del aeropuerto de Orly. En esa misma y confusa escena, el niño/hombre se siente al mismo tiempo fuertemente atraído por la presencia de una mujer relacionada con quien acaba de morir.

En el presente ominoso, aquel niño, ahora hombre, es uno de tantos prisioneros, capturados por quienes resultan triunfantes luego de la guerra. Como la superficie terrestre es inhabitable por las radiaciones, en las cárceles subterráneas los prisioneros son sometidos a drogas experimentales. El protagonista, por estar anclado a aquel recuerdo traumático, es elegido para tales experimentos y una droga lo hace viajar recurrentemente al pasado y al futuro para conseguir alimentos y energía. En esas visitas (mentales), el prisionero se reencuentra con aquella mujer, se enamoran y entablan una relación. Pero en su última visita al pasado se reencuentra con aquella escena que lo atormentaba y ahora comprende por qué: aquel niño había sido testigo de su propia muerte futura, a manos de un asesino que viaja por el tiempo para controlar los movimientos de su prisionero.

La otra referencia, ahora sí presente en la exposición, es una conversación publicada hace medio siglo en la revista Playboy, en la que un grupo de escritores de ciencia ficción (Ray Bradbury, Isaac Asimov y Arthur C. Clark, entre otros) se reunieron para hablar de un futuro que hoy es pasado: el año 1984.

La instalación (central en la muestra) del irlandés Gerard Byrne (Dublín, 1969) está conformada por tres videos y una serie de fotos en blanco y negro que también abordan futuros hoy pretéritos. Los videos teatralizan aquella conversación (y aquellas predicciones) de hace cincuenta años.

Entre la película de Chris Marker y la instalación de Byrne se configuran los tres ejes de esta exposición. Según describe la curadora: “Los espectros de la modernidad y sus visiones utópicas del futuro se ciernen sobre esta exposición, construida a partir de algunos de los imaginarios predictivos propios de la cultura de la Guerra Fría, muchos de los cuales intersectan el género de la ciencia ficción y se despliegan en tres escenarios: la angustia provocada por la posibilidad de la aniquilación nuclear; los viajes y la colonización del espacio como tropos significativos de la producción cultural de la época; y la arquitectura como el ámbito visible en el que muchas empresas utópicas del pasado tomaron forma concreta”.

La exposición está organizada en cinco capítulos:

1–“Arqueólogos del futuro: profetas, mensajes y el trabajo de reconstrucción”, con obras de Kenneth Armitage (Reino Unido, 1916-2002); Carol Bove (Suiza, 1971); Fernando Bryce (Perú, 1965); Mathias Goeritz (Alemania, México, 1915-1990) y Simon Starling (Reino Unido, 1967).

2–“Memorias del futuro”, con obra de Gerard Byrne (Dublín, 1969).

3–“Ansiedades de la Guerra Fría”, con obras de Adolph Gottlieb (EE.UU., 1903-1974); Barbara Hepworth (Reino Unido, 1903-1975); Roberto Matta (Chile, 1911-2002); Henry Moore (Reino Unido, 1898-1986); Simon Starling; Julieta Aranda (México, 1975) y Johan Grimonprez (Bélgica, 1962).

4–“La última frontera: el espacio es el lugar”, con obras de Kiluanji Kia Henda (Angola, 1978); Julius Koller (Eslovaquia, 1939-2007); Steve McQueen (Reino Unido, 1969); The Otolith Group (Analika Sagar y Kodwo Eshun, ambos británicos, nacidos respectivamente en 1967 y 1968); Martha Boto (Argentina/Francia, 1925-2004); Carol Bove; Julio Le Parc (Argentina, 1928); Giò Pomodoro (Italia, 1930-2002); Earl Reiback (EE.UU, 1943-2006); Francisco Sobrino (España, 1932) y Victor Vasarely (Hungría/Francia, 1906- 1997).

5–“Esto fue el mañana. Valor de ruina y adolescencia”, con obras de David Maljokovic (Croacia, 1973); Dorit Margreiter (Austria, 1967); Rita McBride (EE.UU., 1960); Matthias Müller (Alemania, 1961); The Otolith Group; Victor Pasmore (Reino Unido, 1908-1998); Toby Paterson (Reino Unido, 1974); Pedro Reyes (México, 1972); Jane y Lousie Wilson (Reino Unido, 1967); Sergio de Camargo (Brasil, 1930-1990); Ben Nicholson (Reino Unido, 1894-1982); Jesús Rafael Soto (Venezuela/Francia; 1923-2005).

Detalle de Parque vertical (2002-2006), del mexicano Pedro Reyes.
Detalle de una pintura sobre pared del escocés Toby Paterson.
Obras de Vasarely, Boto, Pomodoro. Reback y Sobrino.

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