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Martes, 1 de octubre de 2013

PLASTICA › EXPOSICIóN Y LIBRO RETROSPECTIVO DE JORGE PIETRA

Entre la exigencia y el juego

En estos días, el pintor y dibujante Jorge Pietra (Buenos Aires, 1951) presenta una exposición y un libro panorámico sobre su obra. En esta entrevista da cuenta de algunas de las claves de su imagen.

 Por Fabián Lebenglik

–En su nueva exposición, tanto la relación entre obras de distintas etapas como la composición interna de cada obra muestran una libertad cada vez mayor. Y lo que se ve en varias de las obras recientes es una escena caótica, de colores chirriantes.

–Nunca me vi limitado ni exigido por ninguna demanda, más allá de la obsesión propia, y creo que eso me dio y me da una gran libertad. Y por otra parte mezclo mucho, sí. Y gran parte de lo que aparece no lo pienso. Trabajo con una idea, después se me produce un vacío, casi siempre hay un momento en que siento que lo que hago no tiene mucho sentido, se produce una suerte de pantano... y entonces remonto la situación, empiezo a construir un espacio, a armar un espacio y ahí surgen las imágenes. A su vez, en esta muestra hay cuadros que rompen con lo narrativo; hay una obra, Patada de mula –que tiene que ver con un mito mexicano–, que rompe con lo narrativo, y esto creo que es otro nivel más de la obra en que se ve el planteo de romper más. Y si veo que aparece algo muy armado quiero que allí también haya ruptura. Estoy intentando otra vuelta, y tiene que ver con una depuración: cuanto más me suelto, más liviano quiero ser como pintor, incluso a pesar de que soy obsesivo. En cuanto a la cuestión de los colores; es cierto: antes muchas de mis obras tendían al ocre y al agrisado, ahora hay una liberación del color, que aparece más limpio, más puro, más intenso.

–En cuanto a la condición escénica, teatral, de su obra, inmediatamente tiende a relacionarse con los veinticinco años que usted trabajó en las escenografías del Teatro Colón.

–Todos esos años en el Colón funcionan para mí como una expresión pictórica paralela, junto con la música. Y creo que en los cuadros y dibujos no sólo está eso, sino que mi papá era tramoyista del Colón. Cuando yo lo acompañaba, me llevaba detrás del escenario y en el momento en que se venía el cambio de escena él me decía “quedate acá” y yo veía que venían decenas de tipos que corrían, sacaban y ponían cosas, los objetos cambiaban, era vertiginoso... todo esto lo pienso ahora y creo que también aparece de algún modo en mi obra.

–Hay obra suya que tiene mucho de política y a su vez su carrera artística está marcada por la historia argentina. Su primera exposición se inauguró en los días del golpe de 1976; y en la época de la guerra de Malvinas usted ganó el prestigioso Premio Braque.

–En mi generación, todo está atravesado fuertemente por la historia. Y junto con el lugar inevitable de la historia y de la política, también está la exigencia. Por ejemplo el grupo de artistas que tenemos mayor afinidad y amistad desde la época de estudiantes, y que en algunos casos formamos a través de los años algo así como un grupo, y hemos expuesto juntos –me refiero a Eduardo Stupía, Roberto Elía, Felipe Pino, Marcia Schvartz, Jorge Pirozzi...–, quienes más allá de las diferencias entre nuestras respectivas obras no pusimos la energía en “el éxito”, sino que más bien fuimos marcados por la exigencia. En todo caso la “locura” estuvo puesta siempre ahí: en la autoexigencia.

–De la energía y la exigencia puesta en la obra, casi naturalmente se puede hablar también de la carga expresiva y emocional en su obra, antes y ahora.

–Antes ponía más emocionalidad y carga expresiva en la imagen y la realización. Pero como ahora estoy más liberado, tanto en los dibujos como en las pinturas, juego más. Y son las cosas que me gustan de artistas como Picasso, que a medida que envejece su obra se ve cada vez más libre. Es lo más difícil. De algún modo, obra y vida son un largo viaje y uno no hace más que pintar ese viaje, casi como un juego.

–Cómo está pensado el libro sobre su obra que presenta en estos días.

–Hasta no hace mucho, me resultaba imposible imaginar un libro sobre mi trabajo. Fue María Teresa Costantin la que me dio la idea. Por otra parte, hace falta una cabeza ordenada para hacer un libro retrospectivo. Hay etapas de mi obra de las que casi no me acordaba. El libro tiene varios segmentos: uno que desarrolla mi historia. Otro solo de pinturas, con notas que me han hecho a lo largo de los años, y después dibujos y acuarelas. Al final hay una cronobiografía; los premios, exposiciones, fotos más “sociales”. Es un libro clásico, que tiene el objetivo de ordenar todo y que se vea bien. Hay un prólogo de Eduardo Stupía –que define la obra como “un mundo hipnótico que despliega, repliega y abisma hacia adentro del plano tambaleante y vertiginoso...”– y el ensayo principal, más historiográfico, es de Natalia March. El libro lo hizo la Fundación Vittal, que tiene una serie de libros de artista. Se va a presentar este viernes, 4 de octubre, en el marco de la exposición, en la galería Rubbers, y los presentadores serán Yuyo Noé, Eduardo Stupía y Natalia March.

* En la galería Rubbers, avenida Alvear 1595, hasta el 5 de octubre.

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Vista parcial de la exposición de Jorge Pietra.
 
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