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Martes, 31 de marzo de 2015

PLASTICA › SE LANZA LA SEMANA DEL ARTE

Pintan su aldea en La Cumbre

Desde el sábado 4 de abril, la localidad cordobesa que es productivo refugio, entre otros, de reconocidos artistas plásticos, organiza la Semana del Arte, con muestras de 30 artistas locales, cine sobre arte y una intensa agenda.

 Por Martín Kovensky *

Desde La Cumbre

Acá donde el aire es más picante y diáfano, donde los cerros son los señores del paisaje, una pequeña pero cristalina movida cultural asoma al mundo.

Acá los artistas van a mostrar sus producciones en sus espacios permanentes y en otros preparados ad hoc. Acá se exhibirá un ciclo de cine enfocado en la temática del arte, presentado por el talentoso crítico, programador y empedernido agitador de cineclubes Roger Koza. Acá se realizará un debate sobre las relaciones entre las escenas centrales y las periféricas, convocando como expositores a reconocidas figuras de la cultura de Córdoba. Hay más, acá se inaugurará una exposición de Fernando Allievi y habrá un taller abierto de dibujo coordinado por quien esto escribe.

Acá se podrán ver intervenciones urbanas secretas y también raras esculturas en una calle peatonal. Esta acción no sería sorprendente en cualquier ciudad, pero en un pueblo de apenas 8000 habitantes es algo francamente raro. Esto ocurrirá en Semana Santa en La Cumbre, enclave serrano distante a casi 900 kilómetros de Buenos Aires y a casi noventa de la ciudad de Córdoba.

Aquí se lanza esta flamante primera edición de la Semana de Arte: ¡Bienvenidos al tren! Justamente La Cumbre toma su nombre por ser el punto más alto del trazado del ferrocarril en esta región del país. Asociada a esa historia, una parte de la colectividad inglesa protagonista de aquel emprendimiento, en el pasaje de los siglos XIX y XX, se instaló en la zona dándole un sello particular visible hasta hoy en la arquitectura. Luego fueron llegando porteños y rosarinos de las clases acomodadas y medias. Los habitantes originales por supuesto nunca se fueron de aquí. Como otros parajes semejantes, el turismo y las paradojales “actividades de descanso” fueron definiendo el perfil de este lugar. Sumándose a esa mezcolanza particular, algunos artistas la eligieron como lugar de retiro y producción, comenzando una historia rica en acciones y eventos.

Después, en los volátiles ’90, el tren no llegó nunca más. Aunque ya habían arribado al pueblo personalidades que funcionaron como pequeñas locomotoras culturales. En una lista incompleta menciono a Manuel Mujica Lainez, Miguel Ocampo y Remo Bianchedi.

Justamente es en la vieja estación (un maravilloso predio diseñado por el arquitecto Alejandro Bustillo) donde desde hace unos años funciona una sencilla sala de exposiciones. Ahora se la podrá disfrutar mucho más, después de un proceso de puesta en valor llevado a cabo por el municipio. Allí se presentará en su reinauguración una precisa selección de obras de Fernando Allievi, artista de larga trayectoria, con una sólida propuesta hiperrealista.

Toda descripción siempre es parcial, y las recomendaciones, temerarias, pero quien participe de este evento no debería dejar de visitar la sala Miguel Ocampo, un impecable espacio arquitectónico diseñado especialmente para exhibir la obra completa de Miguel, que con sus 93 años continúa su particular camino de pintor.

Sin ahondar en un análisis crítico más complejo, es evidente que la neta presencia de la naturaleza es insumo esencial en muchas de las obras que se pueden apreciar en estos pagos. Y hablando de pagos, también cabe destacar que dentro de la programación habrá una noche donde los visitantes serán especialmente recibidos en diferentes espacios articulados en un recorrido –a la manera de las noches de las galerías– donde podrán apreciar y adquirir obras de diversa índole y a valores “periféricos”.

Los organizadores de toda esta movida son Ana Gilligan (artista, fotógrafa, directora de la Galería Júpiter) y Leo Menna (artista, productor cultural y dueño de la Compañía de Arte). En su texto de presentación dicen: “Para los artistas –protagonistas esenciales del acontecimiento–, implicará la posibilidad de interactuar con un público más amplio, con pares de otras geografías, y eso será un estímulo para crecer en sus caminos personales y la oportunidad de actuar como colectivo y eventualmente proyectarse hacia otras escenas. También para la comunidad en general, más allá de los beneficios indirectos que promueven estas actividades, ésta es una posibilidad tangible de ampliar sus horizontes culturales, de sumarle a la vida cotidiana ese tipo de experiencia transformadora de la consciencia, que a veces el arte nos propone”.

Históricamente la masa crítica urbana le dio gran impulso a la vida artística. Ya las geografías distantes siempre han servido en general apenas como refugios individuales, como lugares de retiro o escenarios donde encontrar motivos de inspiración. En ese sentido, si esta experiencia perdura en el tiempo, como planean sus gestores, quizás estemos ante la aparición de un nuevo fenómeno. Pues en estos tiempos globales hipercomunicados, donde las distancias son tan relativas, acaso la voz de este colectivo de actores en su mayoría de origen y formación urbana, pero de cotidianos alimentados de sierras, árboles y estrellas, emitan una nota particular en la múltiple polifonía del arte contemporáneo.

No me arriesgo a afirmar lo anterior como pronóstico certero. Muchísimo habrá que trabajar, equivocarse y persistir... pero esa posibilidad, esta pequeña y accesible utopía, merece atención y dedicación.

Tampoco se les escapa a AG y LM que el verdadero triunfo de su idea se dará en la medida que puedan trascender las muchas veces elitistas y limitadas fronteras del mundo del arte. En esa dirección ya están proyectando actividades vinculadas a la vida de los jóvenes estudiantes de los colegios locales e inclusive, desde la fertilidad y el calor de los procesos creativos, pensar el abordaje de temas vinculados a la cultura en el sentido más amplio y a la vida cotidiana. Por ejemplo, encarar desde el campo artístico un tema vital pero postergado para la comunidad: el reciclado de la basura. Asimismo junto a los arquitectos y a los maestros constructores –también incipientemente organizados como colectivo– pensar políticas públicas que logren que el inevitable crecimiento urbano no signifique el sacrificio de un patrimonio sumamente valioso y armónico, considerando que en tantos otros pueblos fue tristemente degradado. De hecho el caos constructivo, la polución visual, la ausencia de criterios ordenadores básicos y la voracidad inmobiliaria son una de las formas más comunes y visibles de pauperización cultural.

El arte siempre es inquietante; resulta definitivamente interesante cuando pone en cuestión la irrupción de la creatividad y la posibilidad de generar nuevos paradigmas en el terreno público y por ende político. Ojalá así sea. ¡Larga vida a la Semana de Arte de La Cumbre!

* Artista visual.

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Vista parcial de la sala del consagrado artista Miguel Ocampo en La Cumbre.
 
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