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Miércoles, 17 de marzo de 2010

DISCOS › NO DISTANCE LEFT TO RUN, DOS DVD IMPERDIBLES

La vida del pop según Blur

La cajita pone en foco no sólo la historia del cuarteto londinense, sino también toda la escena inglesa de los ’90: un documental con imágenes y entrevistas reveladoras, y un segundo disco con el apoteósico show de retorno en el Hyde Park.

 Por Eduardo Fabregat

El tipo está entre las sombras, vencido, la cabeza inclinada, sin poder contener las lágrimas. La multitud en Glastonbury no deja de corear “oh my baby, oh my baaaaaby...”, un mantra que electriza la noche y que hace caer todas sus barreras. No es uno del público, no es un plomo ni un allegado a la banda: es uno de los protagonistas del asunto. Se llama Damon Albarn y tiene la piel curtida por mil batallas, pero el reencuentro con Graham Coxon, Dave Rowntree y Alex James tiene la potencia de esas cosas que se quedan a vivir para siempre en el alma de un músico. En el alma de una banda llamada Blur.

La escena es uno de los puntos culminantes de No Distance Left to Run, el imprescindible DVD que EMI acaba de lanzar en la Argentina. Imprescindible porque pone en foco no sólo la historia del cuarteto surgido en Colchester y desarrollado en Londres sino, también, el devenir reciente del pop británico en sí. En esa historia, Blur posee un cacho grande de responsabilidad, y la cajita –por si quedaba alguna duda– viene a demostrarlo. El primer disco presenta un documental dirigido por Dylan Southern y Will Lovelace, una hora cuarenta de entrevistas, imágenes nunca vistas del grupo y un repaso del retorno de 2009, cuando un encuentro casual entre Coxon y Albarn derivó en sala de ensayo, gira veraniega y apoteósicas apariciones en Glasto y el Hyde Park. El segundo es precisamente ese show completo en el parque londinense, de “She’s so High” a “The Universal”, una cabalgata de éxitos revitalizada por el pulso de este Blur siglo XXI. Lo que produce ver ambos discos lleva a que el espectador se deje llevar un momento por ese estúpido River-Boca aplicado a la música, y se pregunte cómo es que alguna vez pudo haber una discusión de “Blur u Oasis”.

Más allá de esos enfrentamientos inútiles, No Distance... es una notable disección de todos los Blur posibles, el que asomó la cabeza con “There’s no other Way”, el que propuso volver al sonido británico en plena era grunge con Parklife, el grupo de éxito masivo con “Country House” y el que sufrió el backlash y pasó a ser el más odiado de las islas, el que posó la mirada en Estados Unidos para salvajadas como “Song 2” y “Beetlebum”, el que se dejó llevar por la experimentación en 13, el grupo en rápida disolución con una borrachera permanente, la partida de Coxon y el extraño Think Tank. La franqueza de las entrevistas desnuda el proceso de descomposición y posterior acercamiento entre los músicos, hasta ese reencuentro de Graham y Damon en un portal de Londres, ante la mirada atónita de unos pibes que vivían allí y de pronto se encontraron con dos leyendas volviéndose a abrazar.

Lo demás es música, esa clase de música que queda inscripta en los libros. Y algunas imágenes sorprendentes, como los primeros shows de la banda o el cruce entre Damon y Liam Gallagher en un backstage donde, más que estar al borde de las piñas, parecen estar compartiendo una broma secreta sobre el enfrentamiento que dividió a la escena inglesa de los ’90. Casi cuatro horas para reencontrarse con un grupo que también supo demoler el Luna Park, y cuya resurrección permite soñar con otra visita. Después de todo, hasta Albarn, habituado a la adoración, a vender millones con Blur y Gorillaz, elegante estrella del pop, puede ser también un pobre tipo en un rincón del escenario, quebrado por la emoción de que alguien cante sus canciones.

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Tras nueve años de silencio, Blur volvió con todo.
 
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