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Miércoles, 18 de agosto de 2010

DISCOS › LLEGA THE SUBURBS, EL TERCER DISCO DE ARCADE FIRE

La vida con ojos de adulto

Este notable álbum, que en la Argentina se publicará la próxima semana, muestra a los canadienses en plena expansión de su universo lírico y sonoro. Es una suerte de obra conceptual sobre el paso de la juventud a la madurez.

 Por Roque Casciero

Funeral, el primer álbum de Arcade Fire, fue uno de los discos más sólidos y movilizadores de la década pasada. Reflexiones sobre la juventud, la muerte y el valor de la vida en manos de unos canadienses con pinta de pastores evangelistas, que convertían cada reflexión del líder Win Butler en una afirmación del tamaño de una catedral: no fue raro que David Bowie y Bono saltaran de sus asientos y empezaran a recomendar al combo multitudinario ante cuanto micrófono les ponían cerca. El universo musical de Arcade Fire también llamaba la atención por su instrumentación inusual –muchas cuerdas e instrumentos antiguos– y la complejidad con la que ornamentaban canciones más simples de lo que aparecían en las primeras escuchas: de allí que algún crítico inventara el término “pop barroco” para describir el sonido de los canadienses. Luego llegó Neon Bible, grabado en una iglesia abandonada, en el que lo mejor y lo peor de la banda se amplificó: por un lado, Butler parecía cantar desde arriba de un púlpito y las influencias se le notaban demasiado (sobre todo la de Bruce Springsteen); por otro, canciones como “My Body Is A Cage” hacían que se erizaran los pelitos de la nuca. No dejaba de ser un buen disco, aunque era tan desparejo que algo hacía ruido.

Y ahora Arcade Fire se despacha con The Suburbs, una suerte de obra conceptual en la que retoma alguna de las obsesiones de su líder, las mismas que habían conformado el corpus de Funeral. Sólo que pasaron los años y la mirada ya no es la misma: si antes Butler estaba más cerca de los chicos (“kids” parece ser su palabra favorita), ahora observa la vida en los suburbios con ojos de adulto. “Así que podrás entender por qué/ quiero tener una hija mientras todavía soy joven./ Quiero tomarla de la mano/ y mostrarle cosas bellas/ antes de que el daño esté hecho”, canta en el tema que le da nombre al disco. “A veces no puedo creer/ que me esté alejando del sentimiento” es la frase que repite a manera de estribillo y que retoma en “The Suburbs (reprise)” al final del álbum, en uno de esos cierres circulares tan típicos de los discos conceptuales. Ojo, no es que Butler se haya rendido ante el hecho de tener que pagar las cuentas y que escriba desde la perspectiva del que se acomoda a la derrota de sus ideales juveniles. No, simplemente creció, entonces valora algunas cosas que antes le molestaban, por eso mira a su infancia suburbana con ojos de desconcertada nostalgia.

Dos dípticos, “Half Light” y “Sprawl”, obran como conversaciones entre Butler y su esposa Régine Chassagne (en el último sorprende la instrumentación electrónica), mientras que la banda pasa de la crudeza de “Ready to Start” a un riff a lo Tom Petty en “Modern Man”. La protopunk “Month of May” es una suerte de “Raw Power” en términos de Arcade Fire; “Suburban War” obra como minisuite con varias partes bien diferenciadas; en “Empty Room” Chassagne canta sobre unas cuerdas que zumban a velocidad imposible y una eléctrica dibuja una filigrana perfecta, y en la reflexiva balada “Wasted Hours” Butler deja ver su amor por el Neil Young más acústico (el de Harvest, especialmente). Sólo que, al contrario de lo que sucedía con Neon Bible, The Suburbs muestra que Arcade Fire sabe destilar sus influencias y hacerlas carne. Y también es la prueba de que el universo lírico y musical de los canadienses todavía está en plena expansión.

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Después de tres discos, la mirada de los Arcade Fire ha cambiado.
 
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