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Miércoles, 29 de diciembre de 2010

DISCOS › BLACK DUB, EL PROYECTO GRUPAL DEL PRODUCTOR DANIEL LANOIS

El truco de juntarse a tocar

Su nombre figura en trabajos de U2, Neil Young y Bob Dylan, pero es también un músico de excepción. Ahora se embarcó en un cuarteto que acaba de editar su primer disco, una joya cuya edición en la Argentina puede entenderse como milagrito de Navidad.

 Por Eduardo Fabregat

“Black Dub es esencialmente una banda de tres instrumentos con un alto nivel de musicalidad. No operamos en un nivel tecnológico ni estamos atados a una página de notas prefijadas. Nuestras canciones son fluidas, a menudo registradas tocando en vivo. Una sola toma, sin sobregrabaciones, sin cortes ni edición. Una banda que toca. Una idea bastante anticuada.” El autor del párrafo es alguien especialista en ideas, del tenor que sean: se llama Daniel Lanois, integra junto a Brian Eno una dupla productora que dejó su sello en un generoso puñado de discos fundamentales, acaba de producir Le Noise para Neil Young y es, además, un músico excepcional. Lo demostró en Acadie (1989), en Shine (2003) y sobre todo en el formidable For The Beauty of Wynona (1993), su disco solista más logrado.

Pero parece que el guitarrista y cantante se cansó de ser solista y quiso ver qué pasaba si ingresaba en una dinámica de grupo, junto a algunas amistades que fue haciendo de tanto trajinar estudios. Así se sumaron el bajista Daryl Johnson, el baterista Brian Blade y la cantante Trixie Whitley, hija del difunto bluesman Chris Whitley y heredera del alma necesaria para insuflarle algo especial a una canción. Así tomaron forma las canciones de Black Dub, el disco que –¡milagro!– acaba de editarse en la Argentina, y que todo Papá Noel o Rey Mago amante de la música debería llevar en su bolsa.

“Esta música demanda respeto y humildad”, dice Lanois, que toma el ambiente sonoro y ciertos patrones rítmicos del dub jamaiquino, y sobre ese lienzo estampa motivos del gospel, el soul y el jazz. Resulta enormemente adecuado que el single de difusión sea “I Believe in You”, allí donde el experimento encuentra su ejemplo más potente, donde la banda da cuenta de su solvencia y Trixie genera pura magia. Pero es sólo la carta de presentación: para que no queden dudas, hay que decir que, de la climática apertura con “Love Lives” al oscuro cierre de “Sirens”, con esa guitarra arrastrada tan Lanois, todo en Black Dub es sencillamente encantador, atrapante, la expresión de un grupo con una personalidad bien afirmada, eso que escasea en un medio que gusta de la repetición de fórmulas y sonidos.

Con el simple, viejo recurso de mirarse las caras y tocar, el cuarteto deja caer una perla tras otra, que puede tener la angustiada épica de “Ring The Alarm”, el toque reggae de “Silverado”, la cadencia y el calor soul de “Nomad” y la relajada “Surely”, donde Trixie brilla en ese difícil arte de atrapar al oyente aunque no entienda una palabra, emoción pura. Será por eso que Lanois recién asume francamente la voz principal en “Canaan”, pero con la apoyatura de esos coros gospel que, como corresponde al género, llevan la cosa a un plano celestial. Todo, al cabo, excede al mismo Daniel, que se da el gusto de dedicarse a un trabajo en grupo que deja cosas como “Last Time”, única canción firmada por los cuatro, na-cida en la sala: se recomienda echar un vistazo a blackdub.net, donde hay varios videos que confirman que a veces alcanza con una idea anticuada para generar cosas inolvidables.

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Black Dub toma el ambiente sonoro jamaiquino y sobre ese lienzo estampa motivos de gospel, soul y jazz.
 
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