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Martes, 30 de junio de 2015

DISCOS › SOL INVICTUS, EL DEMORADO Y NOTABLE REGRESO DE FAITH NO MORE

Una espera bien recompensada

Pasaron dieciocho años desde Album of the year, pero el quinteto no ha olvidado la gimnasia necesaria: tan capaz de golpear como de acariciar, el grupo le da forma a un disco en el que están sus señas de identidad, pero también hay espacio para experimentaciones.

 Por Eduardo Fabregat

La cifra impresiona: hace casi un cuarto de siglo, bastaba encender la radio en Buenos Aires para que, en el curso de los siguientes quince minutos, sonara “Epic”. Es que la carta de presentación de The real thing, tercer disco de Faith No More, era algo demasiado poderoso como para pasar inadvertido. El disco había sido lanzado en 1989 y llegó a la Argentina con dos años de retraso, pero fue el comienzo de un romance que se extiende hasta el día de hoy. Sobre todo porque en agosto de ese 1991 la banda se presentó en Obras Sanitarias y demostró que era mucho más que un hit pasajero: para certificarlo, luego llegaron discos como Angel dust (1992), King for a day... fool for a lifetime (1995) y Album of the year (1997), donde FNM extendió sus experimentaciones más allá de ese rock furioso que hace hervir la sangre.

Y entonces, el final: en 1998, Faith No More dio su último show en Portugal y anunció la disolución. Cada cual siguió su camino, el cantante Mike Patton puso sus esfuerzos en el notable proyecto paralelo Mr. Bungle e incluso vino a la Argentina a hacer sus covers italianos, hasta que en 2009 la banda volvió a los escenarios. La reunión propició una presentación en el festival Pepsi Music de 2009 y otro show en el Malvinas Argentinas (en 2011), pero el entusiasmo se renovó cuando, el año pasado, un tuit de la cuenta oficial del grupo señaló: “La gira de reunión estuvo muy bien, pero es hora de ponernos creativos”. No les faltaba razón: para los shows no había material nuevo, y la lista de compilados ya llegaba al exceso de ¡seis! discos, uno de ellos con el sardónico título de The Very Best Definitive Ultimate Greatest Hits Collection.

Lo cierto es que Patton, el guitarrista Jon Hudson, el bajista Billy Gould, el tecladista Roddy Bottum y el baterista Mike Bordin cumplieron la promesa y se pusieron creativos. La prueba es Sol Invictus (DBN), el disco que acaba de llegar a las bateas locales y que será presentado en el Luna Park el próximo 20 de septiembre: podrán haber pasado casi veinte años, pero el grupo mantiene la gimnasia intacta. No es lo mismo repasar canciones conocidas en el escenario que ingresar al estudio y estar a la altura de la historia, pero parece que a esta altura Faith No More necesitaba darle curso a lo que fue sucediendo puertas adentro tras la reunión. “Superhero”, la canción que sirvió como adelanto del disco hace un par de meses, exhibe sus señas de identidad: la tensión de estrofas en las que Patton dibuja sobre una cabalgata de guitarra, bajo y batería, y el clima de puentes en los que toma el protagonismo el piano de Bottum, para relajar y tomar impulso hasta el siguiente vendaval. Ese ha sido siempre el secreto de Faith No More: saber cuándo golpear y cuándo acariciar, cuándo darle protagonismo a la melodía y cuándo soltar a los perros eléctricos.

Aun conociendo las virtudes de la banda, no deja de sorprender que su regreso discográfico sea tan parejo, con tantas capas para ir descubriendo. Con puntos tan altos como “Sunny side up” –capaz de contener una multitud de climas y humores–, la marchosa “Black Friday”, la oscura “Cone of shame” y “Rise of the fall”, otra demostración de que el grupo puede dejar a un lado el arsenal de ruido y apelar a un sonido sutil, que va construyendo pacientemente el clímax final. Y quien espere la armadura sónica clásica del grupo encontrará también eso: la voz ahora cavernosa pero siempre expresiva de Patton, las guitarras que pueden pasar sin conflicto del riff abrasivo al punteo hipnótico, el tableteo seco de ese bajo que lo sostiene todo. A la vez, el quinteto trabaja tan desprovisto de prejuicios y preconceptos que puede darse el gusto de cerrar la decena de canciones con el paisaje eminentemente acústico, casi bucólico de “From the dead”: así, entre acordes mayores y coros de fogón, Faith No More le pone punto final a un retorno impecable. Seguramente en el estadio del Bajo porteño volverá a sonar “Epic”, con su correspondiente estallido popular. Pero pocas cosas son tan satisfactorias como una banda que convierte a un hitazo en apenas un episodio más de su carrera.

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