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Miércoles, 7 de octubre de 2015

TELEVISION › LAS TELENOVELAS DE TURQUíA SON LAS ESTRELLAS DE MIPCOM

Un fenómeno con acento turco

Las inéditas muestras de fanatismo que desató la presencia de Halit “Onur” Ergenc dieron testimonio del momento dorado que vive una producción que hasta hace poco era desconocida en el mundo: hoy llega a 75 países y factura más de 200 millones de dólares.

 Por Emanuel Respighi

Página/12 En Francia

Desde Cannes

“Dizi” por aquí, “Dizi” por allá. En los pasillos, en el baño, mientras se espera la comida en alguno de los bares que abastecen a los miles de productores y programadores de todo el mundo que se dan cita en Mipcom: todo el tiempo se escucha pronunciarse la palabra “Dizi” en la boca de algún participante de los más diversos orígenes. No es casualidad: al fin y al cabo “Dizi” es el término que utiliza la industria televisiva turca para referirse a sus dramas. A esas historias melodramáticas anquilosadas en el tiempo, patriarcales y culturalmente lejanas a lo que ocurre en la vida social actual, y que pese a todo lograron conquistar al mundo con programas como Las mil y una noches, Fatmagül y Ezel. País de honor de la edición 2015 de Mipcom, Turquía –más específicamente su industria televisiva– parece estar viviendo una primavera que en otros tiempos fue potestad de la televisión argentina. ¿O, acaso, en el siglo XXI, los “Dizi” no están ocupando en las programaciones televisivas del mundo el lugar que antaño tenían las telenovelas argentinas?

El fenómeno de la televisión turca es innegable: mientras hace 15 años casi no abastecían a otros países de contenidos, en la actualidad sus dramas llegan a 75 naciones, facturando más de 200 millones de dólares por la venta de sus latas. En Cannes calculan que el nivel de ventas de productos provenientes de Turquía convierten al país en el segundo mayor exportador mundial de series, sólo superado por Estados Unidos. En lo que va de 2015 los distribuidores llevan vendidas 135 mil horas de telenovelas a docenas de países. Las mil y una noches fue un suceso tal que, al igual que en Argentina, en donde se emitió se terminó convirtiendo en el programa más visto, desde que en 2009 finalizara su recorrido de tres temporadas en la TV local. Basta una imagen para corroborar la fiebre turca que invade la televisión de todo el mundo: ayer, tras la conferencia que brindó Halit Ergenc, el actor que interpretó a Onur, una montaña de fanáticas –productoras y programadoras de todo el globo– se le abalanzó sin dejarlo salir del auditorio. Fue el único rapto por fuera de protocolo que se recuerda, en años, en una edición de un Mipcom dentro del Palais. La extraña seducción de Onur lo hizo posible.

“A los latinoamericanos nos encantan las historias de amor. Las consumimos con devoción desde hace tiempo y las sabemos hacer muy bien, pero los melodramas turcos son otra cosa”, le explicó a Página/12 Juan Vicente, director de contenidos de Megavisión, el canal chileno que fue la primera emisora iberoamericana en poner en su programación Las mil y una noches, la novela que lo hizo saltar del cuarto lugar en el rating al primero. “Si bien el contenido de los ‘Dizi’ es similar a nuestros culebrones, lo cierto es que hay una diferencia sustancial, que creo terminó por conquistar el mundo: mientras el conflicto en nuestras telenovelas es sobre las diferencias sociales ente los enamorados, en los dramas turcos los conflictos son morales y éticos. ¿Cómo era posible que, de la propuesta inicial de pasar la noche a cambio de la suma de dinero que necesitaba para operar a su hijo, surgiera de esa relación un amor verdadero?”, ejemplificó el ejecutivo chileno.

El dilema moral como disparador se puede percibir actualmente en la Argentina en Fatmagül, la novela en la que la protagonista es violada por un grupo de amigos y, aun así, se enamora de uno de ellos. “El éxito de la serie se ancla en esa suerte de redención. Fatmagül es un ejemplo de autosuperación, de una mujer que se redime y que termina por encontrar el verdadero amor. En América latina el beso dentro de una telenovela sucede en los primeros capítulos, mientras que en nuestras producciones se demoran más. En Fatmagül, por ejemplo, llega recién en el episodio 113”, subrayó Can Okan, Ceo de ITV de Turquía, intentando encontrar semejanzas y diferencias entre ambos géneros.

Claro que en el universo televisivo no sólo pesa el factor artístico a la hora de instalarse una ficción en el globo. También el aspecto económico juega un papel central. Y las superproducciones turcas también se destacan en ese rubro, ya que sus costos de realización son mucho más bajos que en otras industrias. Pelin Distas Yasaroglu, manager general del Kanal D de Turquía, explicó en una de las mesas en Mipcom que un episodio de un drama turco dura alrededor de 113 minutos y cuesta 300 mil dólares, mientras que en Estados Unidos cada capítulo tiene una extensión de 43 minutos promedio y tiene un costo de producción promedio de alrededor de 7 millones de dólares.

Los menores costos de producción de ficción, sumado a un alto nivel de calidad, la belleza paisajística de Estambul y el peculiar encantamiento que provoca un estilo de actuación seca y cadenciosa, parecen ser otros de los condimentos que explican el fenómeno turco. Su escasa experiencia internacional hizo que sus productos fueran “baratos” inicialmente para el mercado, antes de que se produjera el boom turco. “Ahora cada capítulo, cada ‘lata’, cuesta muy caro. Y, encima, los turcos son difíciles de negociar. Son duros y desconfiados. Si no se les pone toda la plata junta, no entregan la serie. Eso con Brasil, por ejemplo, no pasa, les podemos pagar en cuotas”, reconoció un importante productor que prefiere mantener su nombre en el anonimato para no enojarse con la “niña bonita” del mercado.

Razones artísticas y económicas de por medio, nadie niega que los dramas turcos son el fenómeno actual de la TV mundial. Como alguna vez lo fue la TV argentina, cuando producía telenovelas (¿no será momento para que los productores argentinos vuelven a invertir en un género que conquistó al mundo durante años y que paulatinamente descuidaron?). Como hasta hace poco amagó a hacerlo la TV israelí, pero su reinado duró apenas un par de años. Por lo pronto, en Argentina, habrá turcos para rato, ya que probablemente en el verano el prime time local verá competir a otras dos producciones turcas: Esposa joven en El Trece y El sultán –protagonizada por el actor que hizo de Onur– en Telefe. Tal vez allí los argentinos aprenderán a llamar “dizi” a las telenovelas de siempre.

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Al terminar el panel de “Onur”, productoras y programadoras de todo el mundo se abalanzaron.
 
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