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Sábado, 8 de septiembre de 2007

VIDEO › “PATINANDO A LA GLORIA”

Nada es imposible para Will Ferrell

El actor se luce en una película mordaz e incorrecta, plagada de gags irresistibles.

 Por Horacio Bernades

¿Por qué será que las representantes locales de las majors estadounidenses se niegan a estrenar en cines las películas de Will Ferrell, que están entre las más cómicas que se produzcan hoy en día, y sí lo hacen con escrachos como El regreso del Todopoderoso, a los que no les va nada bien en términos de público? Misterio. El hecho es que las películas protagonizadas por este grandote con cara de bueno –que suele encarnar a tipos no tan buenos– se van convirtiendo ya en clásicos del directo-a-video o DAV. Hace un par de años largos le tocó a la notable Anchorman, The Legend of Ron Burgundy (editada por AVH, con el título de El reportero), donde Ferrell hacía de un agrandadísimo conductor de noticieros. Hace unos meses fue el turno de Talladega Nights, The Ballad of Ricky Bobby (editada por LK-Tek, con el título de Ricky Bobby, loco por la velocidad), donde Will hacía de un agrandadísimo corredor de autos de carrera. Y ahora llega Blades of Glory, que AVH acaba de lanzar con el título de Patinando a la gloria, donde WF hace de... un agrandadísimo patinador artístico.

Manteniendo la tradición del dúo cómico, que lo puso frente a John C. Reilly en Ricky Bobby (volverán a enfrentarse en Step Brothers, anunciada para el 2008), aquí Will tiene un enemigo jurado, Jimmy McEllroy (lo interpreta John Heder, un flaco dientudo que había protagonizado Napoleon Dynamite, otro DAV reciente). Los dos máximos astros del patinaje artístico no podrían ser más opuestos. Con una melena rubia como la del Principito, que flota en el aire ante cada pirouette, McEllroy es un bailarín de danza clásica montado sobre botas de patinar, dibujando círculos y más círculos sobre la pista, con arias de Andrea Boccelli como banda sonora. Metido dentro de un traje de spándex con un estampado que imita llamas de fuego, Chazz Michael Michaels (Ferrell, morocho y con melenita) es lo más parecido a un rocker de los ’70 que haya rayado las pistas de hielo. Caso severo de adicción sexual, reventadón y dado a todos los excesos, él es el Jim Morrison o Steven Tyler del patín. De hecho, Aerosmith y Foreigner suelen amenizar sus bestiales saltos y acrobacias aéreas.

El día que el jurado decreta un empate entre ambos y se agarran a las trompadas en el podio, la Academia del Patín emite un veredicto inapelable, expulsando a ambos para siempre de las pistas. Sí, si se entera Tinelli en cualquier momento habrá que presenciar una cat fight en vivo entre Mariana de Melo y Rocío Marengo. Por el momento, se trata sólo de Chazz Michael Michaels y Jimmy McEllroy, y seguramente es bastante más gracioso. Ante la expulsión de Chazz y Jimmy, hay dos que festejan: los hermanos Stranz y Fairchild Van Waldenberg, sus inmediatos perseguidores, que bailando a dúo saltan así al puesto de números 1. Posible reencarnación de Johnny Nodoyuna y Penélope Glamour en plan villano, los Van Waldenberg no sólo simulan ser nobles austríacos. También pretenden ser una materialización danzante del American Dream, ella rubísima y el morocho. Ambos posan de perfectos cuando en verdad son unos perversos, tan capaces de mantener una relación incestuosa como de asesinar a quienes les hagan sombra. ¿Y quiénes podrían hacerles sombra? Chazz & Jimmy, claro, después de encontrar la veta legal para volver a las pistas. Esta consiste en presentarse como dúo (para lo cual deberán disimular su visceral odio mutuo) y preparar su prova de bravura, en la que uno de los bailarines pega un salto mortal y roza el cuello del otro con la base del patín. Como la base es afilada, el peligro es... decapitar a la pareja.

Película de dúos, los directores de Patinando a la gloria son unos tales Will Speck y Josh Gordon, cuyo único antecedente consistía en haber creado un comercial muy popular en Estados Unidos. Escrita a ocho manos, Blades of Glory (título que suena a Charriots of Fire) es un Will Ferrell auténtico. Esto es: una película llena de gags irresistibles (hay que ver a Chazz y Jimmy haciendo figuras groseramente homoeróticas, dignas de Capusotto) y, a la vez, una sátira feroz a todas las instituciones representativas del sueño americano. Sobre todo, el triunfo a toda costa y su expresión cinematográfica ideal: la película de deportes, en la que los protagonistas terminan alcanzando inevitablemente la gloria. A falta de Vangelis, aquí la música que la celebra es otra firme candidata a Banda de Sonido Más Horrible de la Historia: el tema de Flash Gordon, escrito por Brian May e interpretado por Queen.

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Patinando a la gloria, una burla a las instituciones representativas del sueño americano.
 
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