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Lunes, 28 de mayo de 2007

CINE › MUCHO DEL MEJOR CINE SE VIO EN LAS SECCIONES PARALELAS

Más allá de la competencia oficial

 Por L. M.
desde Cannes

Para medir la importancia de Cannes hay que tener en cuenta que el festival no se reduce, ni mucho menos, a la competencia oficial. En la sección “Una cierta mirada”, programada también por Thierry Frémaux, y en la que participó el film argentino Una novia errante, de Ana Katz, también estuvieron algunos nombres esenciales del cine contemporáneo, como el taiwanés Hou Hsiao-hsien y el estadounidense Harmony Korine. Pero entre todos ellos brilló el film California Dreamin’, de Cristian Nemescu, que se llevó el premio de esta sección, discernido por un jurado presidido por la realizadora francesa Pascale Ferran e integrado, entre otros, por el crítico estadounidense Kent Jones. La propia Ferran aclaró que originalmente, en la primera reunión del jurado, habían decidido no incluir el film de Nemescu en sus deliberaciones, porque la película llegó inconclusa a Cannes, a raíz de la reciente muerte de Nemescu –a los 26 años– en un accidente. Pero que después de ver California Dreamin’ no les quedó más que retractarse de esa decisión y rendirse ante el vuelo expresivo de un film que ratifica el excelente momento del cine rumano.

Por su parte, la Quincena de los Realizadores, que programa Olivier Père, alcanzó una vez más un enorme poder de convocatoria, con films como el británico Control (sobre el ascenso, apogeo y caída de Ian Curtis, el líder de la banda de rock Joy Division), pero tuvo su punto más alto con el cine francés. A los films de Gaël Morel, Sandrine Bonnaire y Mia Hansen-Love, hay que sumarle Avant que j’oublie (Antes que me olvide), tercer largometraje como director del actor Jacques Nolot (figura frecuente en el cine de André Téchiné), un film capaz de incorporar a un registro íntimo, muy personal, una rara elegancia.

Pero la revelación de la Quinzaine fue La question humaine, film mayor de Nicolas Klotz, de quien en Buenos Aires se pudo ver en la Sala Lugones su extraordinario film previo, La blessure (2004). Protagonizado por Mathieu Amalric, La question humaine parte del libro homónimo de François Emmanuel para proponer una tesis perturbadora: el liberalismo contemporáneo es hijo, genético y genealógico, del nazismo. A partir del retrato de un psicólogo que trabaja para una compañía multinacional como gerente de recursos humanos, el film de Klotz va trascendiendo a su personaje hasta descubrir de qué manera el disciplinado ejército de la economía liberal recuperó para su causa eufemismos de lenguaje con que la burocracia nazi sistematizó el genocidio: piezas, planificación, mercancía, traslado... Un film notable, sobre el cual valdrá la pena explayarse cuando llegue al Bafici o al Festival de Mar del Plata.

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