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Martes, 11 de septiembre de 2007

PLASTICA › MÜNSTER: “PROYECTO ESCULTURAS”, CUARTA EDICION

Arte y espacio público

 Por V. G.
desde Münster, Alemania

Hasta fines de septiembre tiene lugar la cuarta edición del Proyecto Esculturas en la ciudad de Münster. Desde su origen en 1977, tanto la noción de escultura como la relación entre obra de arte y espacio público se encontraban ya en un estado de suficiente cuestionamiento y redefinición merced a experiencias como el land art, las obras site specific, las intervenciones conceptuales, etcétera. En las primeras décadas, el desarrollo fue entendido básicamente en sentido cuantitativo, y el perfil curatorial se identificó con la nómina de artistas invitados. El proyecto comenzó con ocho obras. Este número se quintuplicó en 1987, y en 1997 los artistas convocados fueron más de 70. El equipo organizador de este año evidentemente vislumbró el riesgo de que la experiencia de Münster se viera reducida a una suma de circunstancias (el mayor o menor acierto de cada propuesta individual), y que, conceptualmente, quedara atrapada en un juego de repeticiones. Un juego formal que, por otra parte, parecía divorciarse cada vez más de las vivencias subjetivas de los propios habitantes de la ciudad. Fue así que, mediante una sabia decisión, se redujo el número de proyectos y se dedicaron recursos a un intenso programa que incluye espacios de discusión, eventos públicos, cine, educación, etcétera. Asimismo, por primera vez, en el museo estatal se expone un archivo completo de todas las ediciones, y en el catálogo se dedica una parte extensa al desarrollo teórico de los conceptos fundamentales acerca del arte público.

Con respecto a las demás obras, las más conceptuales apelan como siempre a cierta invisibilidad: sea por su naturaleza desmaterializada, como el hilo suspendido en altura de Mark Wallinger, o el caminito alternativo trazado en el pasto de Pawel Althamer; sea porque la obra se mimetiza con una situación no artística, como los baños públicos de Hans-Peter Feldmann o la obra en construcción de Annette Wehrmann. En todo caso, convierten al paseo en una suerte de búsqueda del tesoro. Dominique Gonzalez-Foerster responde con lucidez y algo de ironía a esta situación creando un parque de esculturas propio donde conviven, al alcance de la vista, y como en un jardín de juegos infantiles, las versiones en miniatura de las obras de sus colegas. Andreas Siekmann, presente tanto en Münster como en Documenta 12, interviene monumentos emblemáticos de ambas ciudades resignificando sus sentidos políticos. En Kassel, de un modo que recuerda la intervención de Hans Haacke en el Proyecto Esculturas de 1997, el artista construye en torno del monumento a Federico II un carrusel que ironiza sobre los procedimientos de exclusión violenta del inmigrante. En Münster, ocupa la fachada del palacio barroco que alojó en 1987 a la monumental escultura de Richard Serra. Como contrapartida crítica de aquella famosa obra abstracta, Siekmann genera una “esfera” imperfecta compactando vacas pintadas que simbolizan tanto el kitsch urbano como la privatización creciente del espacio público.

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Obra de Bruce Nauman.
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