futuro

Sábado, 12 de marzo de 2005

A 75 AÑOS DEL DESCUBRIMIENTO DEL NOVENO ¿PLANETA?

Fiesta en Plutón

 Por Mariano Ribas

El descubrimiento de Plutón es una de las historias más curiosas y emocionantes de la astronomía moderna. Y mañana, justamente, se celebrará el 75º aniversario del anuncio oficial de aquel formidable hallazgo, a manos de un igualmente formidable astrónomo amateur. Aquel 13 de marzo de 1930, la humanidad supo de la existencia del noveno planeta del Sistema Solar. Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente. Y hoy en día, paradójicamente, muchos piensan que Plutón no debería seguir llamándose “planeta”, porque ese traje le quedaría demasiado grande. Sea como fuere, es una excelente oportunidad para desandar todo ese largo camino que nos condujo hasta aquel lejanísimo mundito helado.

A finales del siglo XIX, la lista de planetas conocidos terminaba con Neptuno. Sin embargo, algunos astrónomos notaron que, aparentemente, la presencia del octavo planeta no explicaba del todo el extraño comportamiento del séptimo. Y entonces, le echaron lo que quedaba de culpa al noveno, que por supuesto, nadie conocía aún. Mientras muchos europeos se anotaron en la carrera para encontrarlo, en Flagstaff, Arizona, Estados Unidos, Percival Lowell, un millonario astrónomo aficionado, estrenaba en 1894 su espectacular observatorio. Y si bien es cierto que su objetivo principal sería Marte –donde creyó observar una compleja red de canales, que atribuyó a una antigua civilización marciana–, Lowell también se hizo un tiempito para lanzarse a la cacería del “Planeta X”, tal como le gustaba llamarlo.

La supuesta anormalidad en el movimiento de Urano no era más que un error de cálculo. Sea como fuere, entre 1905 y 1907 Lowell realizó una primera pesquisa con un pequeño telescopio. El método era sencillo: primero, se tomaba una foto de una región del cielo, y unos días después, se fotografiaba nuevamente esa misma zona. Luego, ambas imágenes eran comparadas para ver si algo cambiaba de posición. Sin embargo, la tarea, lenta y tediosa, no dio resultados positivos. Mientras tanto, lejos de allí, en Streator, Illinois, nacía un tal Clyde Tombaugh.

En 1911, el Observatorio Lowell inició una segunda búsqueda. Pero esta vez, con un telescopio más grande y un dispositivo que permitía ver las fotos en una rápida sucesión: si algo cambiaba de lugar de una a otra, parpadearía en la pantalla del aparato. Después de un año de trabajo, los astrónomos de Flagstaff seguían con las manos vacías. Entre 1914 y 1916, Lowell y los suyos volvieron a la carga, y tomaron casi 1000 fotos del cielo. En dos de ellas aparecía un puntito muy cerca de los bordes: era Plutón. Pero Lowell nunca lo supo. Y el 16 de noviembre de 1916, a los 61 años, murió de un ataque cardíaco.

Por entonces, el descubridor de Plutón tenía apenas 9 años. Y por entonces vivía junto a su familia en una granja de Kansas. Clyde Tombaugh tenía fibra de astrónomo: curiosamente, sus compañeros del colegio lo bautizaron “Cometa Clyde” (la visita del Halley, en 1910, todavía estaba muy fresca en la memoria colectiva) y en el anuario de laescuela alguien escribió: “Algún día, él descubrirá otro mundo”. Sin embargo, Clyde nunca se convirtió en astrónomo profesional, porque su familia no pudo pagarle la carrera. Pero no se detuvo, y a los 20 años, empezó a construir su propio telescopio. Un día de otoño, “Cometa Clyde” decidió enviar sus dibujos de Júpiter y Marte al Observatorio Lowell. Su decisión cambió la historia de la astronomía.

Los dibujos de Clyde llegaron hasta Vesto Slipher, el sucesor de Lowell, quien quedó tan impresionado con los dibujos que lo llamó para una prueba de tres meses en el nuevo telescopio del observatorio. Durante las primeras semanas, Tombaugh tomó unas cuantas fotos del cielo y Slipher se encargó de examinarlas. La tarea no era fácil: en cada placa aparecían miles de estrellas, y en ese caos de puntitos había que captar a uno que cambiara de lugar. Ya en junio, y sin nada a la vista, Slipher se cansó, y le pidió al voluntarioso aprendiz que no sólo se ocupara de todo el asunto. Clyde aceptó, pero siguió su propia estrategia: una constelación zodiacal por mes, y tres fotos por semana. Plutón estaba acorralado.

En 1930, Tombaugh comenzó a trabajar con la constelación de Géminis. Y fotografió puntualmente la zona lindera a la estrella Delta Geminorum. Pero recién revisó ambas fotos unas semanas más tarde: a las cuatro de la tarde del 18 de febrero, uno de los dispositivos del observatorio delató un puntito que apenas cambiaba de lugar con respecto al fondo de estrellas. Clyde lo vio, y por un momento dejó de respirar. Pudo haber gritado, pero en lugar de eso prefirió chequear todo, y recién después salió a darle la buena nueva a Slipher. Era una bomba científica, pero la reacción inicial fue la cautela. Durante las tres semanas siguientes, siguieron el rastro del nuevo objeto: era pequeño y se movía con extrema lentitud, tal como se esperaba para un objeto situado más allá de Neptuno. Cuando ya no quedaron dudas, la bomba estalló: el 13 de marzo de 1930, el Observatorio Lowell comunicó al mundo el descubrimiento del noveno planeta del Sistema Solar. “Cometa Clyde”, de 24 años, estaba orgulloso, emocionado, e hinchado de alegría.

Mañana se cumplirán 75 años de aquel histórico anuncio astronómico. Sin embargo, el misterio de Plutón sigue casi intacto, cosa nada rara teniendo en cuenta que es el único planeta que aún no ha sido visitado por una nave espacial. Mientras tanto, todo lo que sabemos sobre el planeta se lo debemos a los telescopios: tiene sólo 2300 km de diámetro, está cubierto por una gruesa capa de hielo de nitrógeno, y tiene una atmósfera raquítica. Además, su temperatura superficial es de -230ºC, el precio que hay que pagar por estar a 6000 millones de kilómetros del Sol (40 veces más lejos que la Tierra).

Actualmente, el planeta de Tombaugh está en jaque. Ocurre que desde 1992, los astrónomos han descubierto otros mil objetos deambulando a distancias similares del Sol. Todos son más chicos que Plutón, y forman el “Cinturón de Kuiper”. Ante semejante escenario, y teniendo en cuenta también su diminuto tamaño, muchos piensan que, en realidad, Plutón no sería un planeta con todas las de la ley, sino, apenas, el mayor espécimen de ese enorme anillo de cuerpos fronterizos. Sin embargo, la Unión Astronómica Internacional no le ha quitado su status planetario.

Después de su hazaña, Clyde Tombaugh siguió andando el camino de la astronomía hasta el final de su vida: descubrió un cometa, cientos de asteroides, y un cúmulo de galaxias. Murió el 17 de enero de 1997, a poco de cumplir 91 años. En una recordada entrevista, alguien le pidió su opinión sobre su planeta. El viejo maestro sonrió, y con toda la serenidady el humor de los grandes, respondió: “Plutón se ve, se siente y huele como un planeta; por lo tanto, debe ser un planeta”. Si él lo decía...

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