futuro

Sábado, 9 de octubre de 2004

FINAL DE JUEGO

Donde Kuhn y el Comisario Inspector se adentran en el Palacio de la lógica y se propone un enigma con cuentas bancarias

 Por Leonardo Moledo


Llegaron a un enorme caserón, en cuya puerta se leía “Palacio de la lógica”, y donde la lógica estaba siendo velada. Esa permanente confusión entre la lógica en general y la lógica particular producía constantes roces y enfrentamientos.
–Esta vez optaron por el descuartizamiento –dijo el Comisario Inspector, después de hablar unos minutos por su celular. No parecía tranquilizador. El interior del Palacio era razonable: las habitaciones se habían transformado en aulas y comunicaban todas entre sí. En el centro del hall, un escritorio, más que apoyado sobre el piso, parecía suspendido entre las paredes y el vitral. Sobre él, un teléfono negro, sutilmente, brillaba. En el patio, una hilera de columnas delgadas y probablemente innecesarias, confería volumen al conjunto. Al costado, un baño y una cocina rebosaban simplicidad. Una caja de fósforos, depositada junto a las hornallas, insinuaba desprecio por la tecnología. Sin embargo, era un lugar plausible, lo cual es decir bastante.
Una marea de lógicos de varias generaciones se apoyaban pensativos en las paredes y llenaban las aulas; lógicos escuálidos, empíricos, esféricos, falsacionistas auténticos, carniceros de la realidad, cortadores en lonjas de la verdad científica, detectores de metalenguajes, arquitectos de metavelorios, apasionados cultores de la razón dialéctica. Era un tumulto. Una lógica joven servía café. Guió al Comisario Inspector y a Kuhn hasta la capilla ardiente.
La lógica había sido asesinada brutalmente, y la habían mutilado de manera horrible. Varios restauradores, después de trabajar un día entero, habían logrado dar a las piezas sueltas el aspecto formal de un maniquí, casi un muñeco articulado. Los miembros estaban clavados en alambres, que se curvaban en posturas extraordinarias,y le habían superpuesto un armazón de cobre para que no se desparramara. Atrás, en un cartón, habían dibujado un ataúd, en escorzo. Cada tanto, los familiares, o los lógicos amigos y todavía supervivientes, cambiaban la posición del cuerpo, utilizando unas rueditas colocadas especialmente y que funcionaban como músculos artificiales.
Todos hablaban en voz baja, y las conversaciones inevitablemente se mezclaban con independencia de las posiciones encontradas. Aunque se trataba de un velorio, se preservaba el rigor científico y las agudas observaciones cruzaban la capilla ardiente como flechas. Los lógicos se inclinaban sobre su colega muerta, pero solo lo hacían como un ritual, como sirviendo a un señor más poderoso que todos ellos, intuyendo una proposición clave que se les escapaba y que no cabía, o que por lo menos no cabía del todo, dentro de los rígidos cánones del academicismo. ¿La muerte? ¿Qué es eso? El asesinato no era, para ellos, sino una alteración filosófica en un mar de pruebas y contrapruebas, de implicaciones y absurdos. Al fin y al cabo, las leyes de la lógica se articulan del mismo modo que el cadáver con alambres, hasta rematar en el medio de las tablas de verdad, en algún punto irrevocable.
Apenas vio ese espectáculo espantoso, al Comisario Inspector se le ocurrió un enigma. –Este enigma lo planteó Ana María Shua –dijo–. Woody Allen dijo alguna vez: “Me gustaría que dios me diera una prueba contundente de su existencia, por ejemplo depositando un millón de dólaresen mi cuenta del banco”. Y el enigma es éste: ¿puede dios depositar un millón de dólares en la cuenta de Woody Allen? ¿Y puede materializar un millón de dólares y dárselo en mano?

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Puede? ¿Y por qué habrán matado a la lógica de una manera tan horrible?

Correo de lectores

DESEOS Y OMNIPOTENCIA
EL primer deseo es que se cumpla el segundo. El segundo, que no se cumpla el tercero. Y así sucesivamente. ¿Cuál es el décimo? Probablemente, por razones de simetría, que no se cumpla el primero. De todas formas, bastan dos deseos para que el conjunto sea contradictorio: el deseo A es que no se cumpla el deseo B. Es imposible cumplir ambos, manteniendo las reglas de la lógica. Claro que un dios verdaderamente omnipotente debe ser
capaz de cumplirlos. No veo por qué su omnipotencia deba limitarse a las leyes civiles o naturales, pero no incluir a las de la lógica.
Un saludo,
Claudio Sánchez

SATISFACCION
¿Podría un dios omnipotente satisfacerlos? Si es omnipotente, seguro. Por el contrario, un dios impotente no creo pueda satisfacer a nadie...
Eduardo Romano

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