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Viernes, 9 de noviembre de 2007

TENDENCIAS

En la punta de la lengua

Si hay algo que ha caracterizado a la España de los últimos años es la promoción de leyes dirigidas a alcanzar la paridad entre varones y mujeres. Y es desde allí de donde llega una herramienta útil para los tiempos que corren en este país: un diccionario para evitar el uso sexista del lenguaje que se puede descargar de la web y con sólo un clic convierte cualquier texto en uno políticamente correcto.

 Por Paula Carri

“El hombre es un animal racional”, “los jóvenes presentes en el festival se retiraron sin inconvenientes”, “el interesado puede inscribirse en la planilla que figura a continuación”, “los ciudadanos que estén en condiciones de acceder al beneficio”, “los niños deben dormir al menos ocho horas”, “los enviados y sus esposas llegaron puntuales”. Las frases precedentes son aceptadas socialmente. Ni siquiera llaman la atención. Pero todas ellas son reflejo del uso sexista del lenguaje.

Si bien al excluir a la mujer del discurso (dando prioridad al género masculino), marginarla de algunas actividades, cargos políticos y profesiones es algo que lentamente se va modificando merced a leyes de cuotas, en nuestra sociedad el uso del lenguaje sexista aún hoy es aceptado.

María Esperanza Casullo, magister en Políticas Públicas de la Universidad de Georgetown y de la Universidad de San Martín, reflexiona que, durante la campaña presidencial, “hubo una ausencia en cuanto al tema de género, en consideración que no sólo resultó electa una mujer sino que la segunda candidata más votada también fue una mujer. Yo he leído, en Estados Unidos, notas en las que se preguntaban acerca de si sería o no un handicap para Hillary Clinton el hecho de ser mujer, en caso de que resultara electa. Aquí no se preguntaron eso. El único que se refirió al tema fue Alfonsín –y eso también hay que decirlo–. Pero, por otro lado, creo que es positivo el tema de que no se haya hablado del género en sí en nuestra reciente campaña, porque refleja que está naturalizado el hecho de que una mujer pueda competir en el campo político. Aunque también es cierto que sí hablaron sobre si se pintaba mucho o si usaba joyas caras. Y eso resulta discriminador”.

La nueva realidad política variará –y seguramente no sólo en cuanto al discurso– por el hecho de tener una presidenta mujer.

A la luz de los posibles cambios que se avecinan, es oportuno saber que se han incorporado formas de escribir (y hablar) sin caer en la trampa de la discriminación por diferencias de género. Las variantes que hasta ahora se usaron han pasado mayormente por los diccionarios no sexistas. Estos proveen expresiones para corregir los fallidos que figuran al comienzo de la nota: donde dice “el hombre es un animal racional”, podría escribirse “el ser humano es un animal racional”; en vez de “los jóvenes presentes”, debería escribirse “la juventud presente”, por ejemplo; en vez de “los enviados”, escribir “las personas enviadas”. La mayoría de las veces, lo que impide el uso correcto de los términos es la falta de costumbre. Algunos elementos, como el @, trataron, desde las computadoras, sobre todo, de menguar los fallidos. Pero, aunque puede tener cierta eficacia, ésta se diluye al pasar a la oralidad.

Pero apareció en estos días una herramienta para evitar el sexismo lingüístico. Se llama Themis, ha sido creada en España y funciona de modo similar a un corrector de ortografía. El programa, que hace referencia a la Diosa de la virtud y la justicia según la mitología griega (hija de Gea y Zeus), es una herramienta que puede descargarse de Internet (o sea que una vez en nuestra computadora no necesita conexión cada vez que se usa). Puede utilizarse para corregir documentos escritos con Word, para explorar directorios completos o bien rastrear páginas web que empleen uso sexista del lenguaje. También incluye un módulo que posibilita incluir entradas en el diccionario. La descarga es gratuita en su versión reducida (que consta de mil términos). Si bien la herramienta fue creada con el fin de implementarse con preferencia en los sitios de gobierno u oficiales (sobre todo por el elevado precio de la versión completa), sirve la instalación de la versión “de prueba” para ayudar a la ciudadanía a implementar el lenguaje no discriminatorio porque, al activarla en el texto elegido, señala dónde hay un error. Esta es la principal diferencia con respecto a los diccionarios con términos no sexistas. Themis es proactiva. Es decir que rastrea términos en forma activa. La otra principal diferencia es que es una herramienta “inteligente”: aunque una palabra sea repetida, detectará sólo la que esté mal empleada.

El problema principal en la falta de uso de términos no sexistas es, justamente, la falta de hábito en cuanto a expresarse aplicando la igualdad de género en el lenguaje.

En la Argentina viviremos, en diciembre, un acontecimiento inédito: el traspaso de bastón presidencial de Néstor Kirchner a su esposa. Pero habrá otra situación inusual durante el mandato de Cristina Kirchner: el acompañamiento (aunque diste del rol usualmente reservado a una primera dama) de quien es ahora el presidente de la Nación. Quien, además, es un varón. Es una incógnita cómo reaccionará el establishment (y los ciudadanos y ciudadanas) ante aquellas decisiones de gobierno que en un presidente son consideradas como “gestos fuertes”. Habrá que esperar para saber si en una mujer presidenta estos hechos son leídos de igual modo. Los discursos –y lo que se hable y escriba acerca de ellos– tendrán que reflejar esta nueva realidad. Cristina marcó, en ese sentido, un cambio al saludar diciendo “argentinas y argentinos”. “Sí, en ese sentido podríamos decir que el discurso de Cristina estuvo a tono con un discurso gender friendly (amigable con el género). Esta postura se alcanzó a percibir durante su campaña. En cambio, Elisa Carrió, que tenía un discurso muy fuerte en torno del género hace unos años, ahora lo ha abandonado bastante. Esta es mi percepción, al menos”, sostiene la licenciada Casullo.

Los creadores de Themis prometieron analizar el sitio español de La Moncloa, para contribuir a fomentar la propia capacidad de escribir sin caer en la constante generalización con el uso del masculino. En unos días dará su veredicto.

Acerca de la intervención oficial en la mejora de las diferencias de género, María Esperanza Casullo cree que es “la única posibilidad de equiparación. Que el Consejo de la Mujer, o la Secretaría de la Función Pública, por ejemplo, hagan una campaña en torno de las diferencias sexistas a evitar en relación con el lenguaje. Porque, por otra parte, el nuestro es un idioma muy cargado de diferencias de género. Y no todas son tan fáciles de resolver. Pero si se implementara con una campaña educativa, es posible que pudiera revertirse”.

También es preciso acotar que, en nuestra sociedad, hay casos más flagrantes de discriminación, que aún no han sido conquistados. En ese sentido, qué mejor que continuar el camino llamando a las cosas por su nombre y no por la generalización que una sociedad machista supo denominar hace ya demasiado tiempo.

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