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Viernes, 14 de noviembre de 2008

TALK SHOW

Sobrevivientes

 Por Moira Soto

Jeremías se la rebanca y no se queja como el profeta poeta que tiene su libro en el Antiguo Testamento y que inspiró el título de la novela The Heart is Deceitful Above All Things, adaptada por Asia Argento en un atrevido y perturbador film estrenado ayer como El corazón es engañoso por sobre todas las cosas (el versículo del quejumbroso profeta dice –según la traducción de los textos originales hecha por Luis Alonso Schökel y Juan Mateos–: “Nada más falso y enconado que el corazón ¿quién lo entenderá?”). Antes de ser admirablemente actuado –acaso el crédito habría que dárselo a la dirección– por Jimmy Bennet (a los 6) y por los gemelos Dylan y Cole Sprouse (a los 10), el personaje de Jeremías causó cierta conmoción en el mundillo literario norteamericano que durante unos años se creyó (salvo los pocos que conocían la verdad de la milanesa) que el escritor JT Leory (la T por Terminator: así firmó algunos relatos en revistas) era un adolescente que había pasado por las estaciones de un calvario con alguna semejanza al que daría a conocer Jonathan Caouette en Tarnation (2004).

Entre 1999 (Sarah) y 2005 (Harold’s End), Laura Albert, rondando los 40, casada con Geoffrey Knoop –ambos músicos fracasados de rock–, se hizo pasar por un jovencísimo escritor que relataba su travesía de niño vapuleado, drogado, violado, tironeado entre una familia de adopción, su madre prostituta errante y sus abuelos cristianos fundamentalistas, que años más tarde se prostituye, se vuelve un homeless, se enferma de sida. (Parte de ese maltrato lo sufrió realmente la propia Albert.)

Los críticos hablaron de eclosión de un talento literario, de inspirado lirismo, economía para la crudeza, tragándose la historia de que JT finalmente había sido redimido por la literatura. Pero en 2006, según informaron los suplementos literarios, se supo que JT Leroy no existía, que era un invento –ficción sobre ficción– de Laura Albert, condenada por un tribunal pero absuelta por Paul Auster (“escribió ficción, de modo que no engañó a nadie”). Ahora, después del escandalete, JT se anuncia abiertamente como el seudónimo de LA, quien retoma la pluma –o el teclado– para escribir Girl Boy Girl (o el proceso de inventar a un escritor que cuenta tremenda autobiografía).

Entre los íntimos que conocía el secreto de Laura antes de su destape, estaban Dennis Cooper, Courtney Love, Winona Ryder, Susanne Vega, a quienes se unió en 2005 la actriz, guionista, directora y alborotadora vocacional Asia Argento. Sí, la hija del maestro del giallo, bajo cuyas órdenes AA actuó en Síndrome y El fantasma de la Opera. Un amigo le pasó The Heart a la Scarlet Diva (tal el título de su primer film como realizadora, 2000, teñido de exuberante exhibicionismo), Asia se apasionó, empezó a rastrear a Leroy (corría el 2005), habló con su amigo Gus van Sant (la firma de JT figuraba en el guión de Elephant), tuvo la ansiada cita y obtuvo carta blanca para la versión. Cuando el film estuvo listo, AA y LA fraguaron una entrevista para el pressbook de The Heart que se pasó en la Quincena en Cannes 2006. (En las contadas apariciones públicas, el supuesto JT era representado todavía por la media hermana de Knoop, con pelucón rubio y grandes anteojos ahumados, de aspecto bien andrógino.)

A los 30, cuando dirigió El corazón es engañoso, Asia Argento, actriz que suele rasgar la pantalla con su mórbido magnetismo, seguía sin desaprovechar cuanta ocasión digna de shockear se le presentaba y así se la vio en el Esquire sólo con un calzoncillo masculino y una corona de espinas, bajo el título de tapa The Passion of. Pero ese mismo año tuvo la osadía de realizar el inconfortable film cuyo argumento, contado esquemáticamente, puede resultar tan engañoso como el corazón del que hablaba el profeta. Porque lo valioso, lo original de AA es su manera de comprometerse con el material literario, con las vivencias profundas de Jeremy, con sus recursos para adaptarse a lo que le ha tocado, para evadirse en los momentos más insoportables. Asia dice que en cierta forma, Jeremías se convirtió en su causa y que desde ese sentimiento pudo adoptar, comprender el punto de vista del niño, y no sólo colocando la cámara a la altura de sus ojos. Pero siempre sin caer en golpes sensibleros ni en juzgar a los desgraciados personajes de madre e hijo, víctimas sobrevivientes ambos del desamparo y del abuso (ella echada de su casa adolescente luego de parir adolescente a un hijo indeseado que no sabe atender).

Con el ojo de la europea que descubre otra cultura entre las rutas desoladas y los sórdidos moteles sureños, que barre con la cámara un paisaje urbano achatado y sucio desde la dirección, Asia Argento, simultáneamente, se deja habitar sin reservas por esa Sarah impulsiva, irresponsable, pasada de rosca (y de drogas), que no sabe cómo manejar ese amor desesperado hacia lo único que tiene en el mundo, su hijo Jeremías. “Una madre desnaturalizada”, diría cualquier conductor local de radio o TV, de esos que no dudan en bajar línea moralizante cuando una mujer sin ningún recurso deja un bebé en un hospital. Según JTL o LA, en EE.UU. las cosas no son diferentes: “La maternidad es considerada un estado de santidad. Si una madre hace algún daño a su hijo, se la demoniza, se la destruye sin mirar el conjunto de la estructura social”.

El corazón es engañoso por sobre todas las cosas, en los cines Arteplex Centro y Arteplex Belgrano.

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