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Viernes, 26 de diciembre de 2008

CONTRAVALORES: LA DESOBEDIENCIA

Burlando santos

 Por Aurora Venturini

Los santos, enojados, desde el cielo me recomendaron que este fin y comienzo de año no brindara en negativo. Por respeto no les contesté que nunca brindé en negativo de viva voz, sino solo in mente. Trataría de dejar el pensamiento en blanco cada choque de copa o vaso. No es nada fácil. Diré que lo más difícil del universo íntimo es dejarlo en blanco. El interior del ánima significa moto perpetuo, dinamismo incontrolable; supongo, puedo casi afirmarlo, que muy escasos humanos aprobarían el ímprobo ejercicio. Mi vocación santeril nunca contradiría el severo consejo celestial, aunque el esfuerzo, tremendo, me dejara de cama. Y llegó el momento de los brindis en la casa del matrimonio emparentado, de tu turno ese fin y comienzo, ya saben pacientes lectores. La pareja tradicional, vaya y pase, bien, luego del choquecito cristalino relataron que el año huido ya de los calendarios, fue probo para ellos que cambiaron el coche. Evitar pensar. Noté que los labios de las dueñas se fruncían al pronunciar coche y que los labios de besar coche nunca fueron tan amorosos. Y el rodante vocablo revoloteó de boca en boca produciendo los fruncimientos ya mencionados, aunque difirieran según formas bocales y amaneramientos dados por las marcas de los vehículos que justificaron pies y cabeza anuales. Otra pareja aplaudió finalización y estreno, con la quinta de las semanas azarosas y que bueno echarse en el panzarriba. Prosiguieron congratulaciones: viajes a Europa en tours (en el anterior enumeraba la señorita compras en altos almacenes, perfumerías, zapatería, todo divino...divino...) exclamaba. Opiné que conviniendo que la vida había encarecido bastante, sería necesario frenar. Ya nadie chocó cristalerías. Los santos me enviaron un mail: pecaste de soberbia por entristecer al prójimo como a vos misma. Salí de los festejos entre pitos y flautas, reventones y otros desafueros, y de repente noté la presencia del rufián melancólico, quien con angustiosa prosopopeya filosófica dijo: a las 12 hs y un minuto me tiré un pedo.

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