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Viernes, 12 de junio de 2009

CRóNICAS

Agua bendita finamente gasificada

 Por Juana Menna

Claudya es consultora psicológica. Tiene 37 años. Análisis junguiano, filosofía y terapias alternativas incluidas las Flores de Bach. Asegura que ha logrado rescatar pacientes al borde de ataques de nervios, decepcionadas por rupturas amorosas o angustiadas al cambiar de profesión, de casa, de sexualidad. Pero hasta la semana pasada nada sabía de bautismos, justo cuando decidió que iba a bautizar a su hijo de siete meses. Pensó que iba a ser sencillo: ceremonia en la parroquia y una juntada familiar después, incluyendo a amigos, amigas, sus hijos. Pero en una época donde los ritos celebratorios se han transformado en complejas maquinarias de la alegría, una madre con mucha voluntad se las ve difíciles.

Primero confeccionó la lista de invitados/as y llegó a la conclusión de que toda esa gente no entraba en el living. Después alquiló un salón y llamó por teléfono a su madre para organizar el menú. Luego se puso a buscar por Internet ideas para decorar el salón y armar souvenires. Allí, en una página, vio la foto de unos chupetines rojos, decorados con hojitas de papel crepé simulando flores. Decidió copiarlos.

Frente a su departamento hay una casa de cotillón y disfraces llamada “El Mago Nino”. Atiende El Mago en persona. Llamó por teléfono una vez y encargó varios materiales. Pero luego llamó otra vez, y otra más, mientras las tiras de papel, las cintitas, los retazos de goma eva se acumulaban sobre la mesa sin lograr ni poca semejanza con las florcitas de la web, ni con nada. “Nena, a vos te falta una kid party planner”, sentenció Nino al final de la tarde.

La “kid party planner” resultó ser una chica organizada que en pocos segundos y a cambio de una cifra más o menos abultada, garantizó decoración y mesa dulce para el bautismo del domingo. Claudya insistió con los souvenires, entonces la chica se cruzó a lo del Mago Nino, volvió con más papel y más cintas, compuso las flores y las clavó sobre una base de telgopor con forma de media esfera, adornada con brillos y voladitos. El adorno quedó bien, aunque algo opacado por lo que la “kid” denominó “calesita de golosinas”, un monumental cono repleto de confituras con la silueta de los cinco Backyardigans en la cima. Es que, según Claudya, su hijo de siete meses tiene debilidad por esos animalitos del canal Discovery Kids.

A esa altura, del rito bautismal sólo se improvisó la foto con el cura. Pero el resto de la maquinaria de la alegría funcionó bien. La “kid” condujo el evento como una eficaz maestra de ceremonias y también el Mago Nino fue parte de la velada. Cuando terminó su presentación, Claudya le ofreció un puñado de confites y una bandeja rebosante de sandwichitos. Nino separó los de jamón crudo y rechazó los demás. Explicó que estaba bajando su panza cincuentona y que para eso no hay magia que valga. Después sostuvo al niño bautizado y se quedó a un costado de la fiesta. Tras un par de vinos, le fue ganando cierta modorra. Para entonces, hacía rato que el niño dormía en sus brazos como un bendito, ajeno a todo.

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