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Viernes, 23 de mayo de 2003

TEATRO

todo tiene un final

Para quienes están dispuestos a aceptar lo inevitable, el grupo Tatami Teatro presenta una obra distinta sobre la separación de una pareja que no termina de resignarse a que el amor también tiene un final.

Por Sonia Santoro

Quién no ha amado alguna vez? ¿Hay alguien que todavía no se haya separado? ¿Y qué pasa exactamente cuando el amor pronuncia la temida frase: “Ya no te amo más”? Pestañas como agujas se propone contar los detalles de la separación entre Antonio y Petunia, dos personas que se dejan de querer a destiempo. Con esta obra, Tatami Teatro se presenta en sociedad los domingos en El Camarín de las Musas. El 24 de mayo a las 21, Página/12 dará una función gratuita para los lectores.
Durante dos años, Luz Pearson (autora), Deby Wachtel (directora), Paulina Rachid (actriz) y Patricio Zanet (actor) improvisaron, escribieron y ensayaron hasta que llegaron al punto exacto de los Petunia y Antonio que querían y al mundo que esa pareja había construido para sí. Seguramente no hay tema más trillado que el amor. Pero la abrumadora mayoría femenina del grupo ha tenido sus influencias, queridas o no, en la construcción de este primer hijo. Pestañas... es una buena muestra de cómo hablar de amor sin rozar lugares comunes ni estereotipos.
–Petunia llora hasta cuando practica danzas árabes. ¿El sufrimiento es patrimonio femenino?
Paulina Rachid: –Siempre lloramos, por ahí estamos súper contentas y se nos caen las lágrimas. Llorar es femenino.
Luz Pearson: –Quizás Pestañas... lo que hace es abrir un mundo interno de lo femenino que los hombres quizás no se imaginan. Porque tiene que ver mucho por dónde le vibra a la mujer, no pasa por el “pagame las expensas”, algo superficial, sino por algo que subyace a eso.
–Petunia reclama insistentemente que le devuelva los minutos de más en que ella lo amó sin ser amada. Esto también es femenino.
L.P.: –La situación de “no lo soporto” es: no soporto que no me quieras aunque yo tampoco te quiero. El ego y también el dolor de dejar de ser querido por alguien. Eso era para mí el dolor Petunia, aunque después ella también se da cuenta de que algo no va, pero que él no la quiera es insoportable. Además, la situación de separación permite que las personas estén en un extremo. Ya no tienen nada que perder, se van a separar. Entonces se pueden permitir mostrarse todo.
Paulina Rachid fue la última en incorporarse al grupo. Fue elegida por un casting. ¿Por qué ella? ¿Por qué esta pelirroja voluptuosa que destella curvas hasta en el pelo y se mueve con una libertad corporal envidiable? “Había una necesidad importante que tuviera cierto manejo del cuerpo, que muchas mujeres no lo tienen, sobre todo la inconciencia; Paulina empezó a revolearse con tranquilidad, Deby pide cosas imposibles”, cuenta Pearson. Esos cuerpos que se chocan y caen al piso una y otra vez no funcionan como un adorno estético. “Empieza a haber un desajuste temporal, ya no van juntos, eso es el trabajo del cuerpo, las caídas y todo eso, son para expresar físicamente ese desajuste que ya empieza a haber y luego se concreta. Primero se abren físicamente”, explica Watchel.
–En nuestra sociedad, el cuerpo parece muerto, todo pasa por la cabeza. La obra rompe con eso.
Deby Wachtel: –Sí, en esta sociedad el cuerpo está totalmente defenestrado. Tenés que ser de determinada manera y comportarte con el cuerpo de determinada manera, si no, no te sentís bien. Yo disfruto de esecuerpo rollizo (el de Petunia), de esa personalidad en ese cuerpo. De ese movimiento, su identidad personal. Para mí no pasa por gordo o flaco, veo un cuerpo, una belleza en sí misma, no un estereotipo de cuerpo.
–Vos dirigís obras de chicos. ¿Hay un punto de encuentro entre el teatro infantil y éste?
D.W.: –Ideológicamente creo en la actuación como un juego. Me aburre tanta intelectualidad, tanta justificación para una acción. Creo en la acción como motivador de cambio, como transformador, y después, a partir de ahí, empezar a encontrarle sentido. Los chicos tienen esa espontaneidad.
–Pestañas... habla del amor y no es trágica, tiene un humor... raro.
L.P.: –Tiene que ver con la identificación. Te reís porque estuviste ahí, aunque no sea con esas palabras. Si te lo dicen con el lugar común, ya lo escuchaste; en cambio, si te dicen: “Caminé por tu espalda de caminata lunar...”, tiene otro humor.
Tatami es la colchoneta que se usa en las artes marciales para amortiguar los golpes. Es la que usó el grupo para amortiguar las caídas desacompasadas de los actores. Y la que, como metáfora, funciona amortiguando los tropiezos y caídas de Tatami Teatro para impulsarlo hacia adelante.

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