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Viernes, 15 de julio de 2011

MONDO FISHION

LA OVACION A LOS VESTIDOS-SACO DE ALAÏA

 Por Victoria Lescano

La semana de la alta costura celebrada en París tuvo su apoteosis el jueves 7, cuando Azzedine Alaïa se presentó con una sublime colección que combinó tailleurs con glitter, reelaboraciones, variaciones y nuevas investigaciones sobre trajes ceñidos y cortes al bies traducidos a largos vestidos negros con cortes láser en el cuello, las mangas y los laterales. A algunos los combinó con cazadoras de estilo Perfecto surgidas de su atelier de Les Marais.

Desfilaron también sus litlle black dresses de silueta muy contemporánea y con efectos globo propiciados por pieles y tejidos de punto, faldas pencil de terciopelo y con austeras camisas blancas. Entre unos y otros cautivó su versión del tapadito monacal –devenido vestido– saco o coatdres, esculpido en negro, su tono favorito opaco. El color irrumpió con vestidossaco en verde y crudo.

Su participación en la Semana de la haute couture marcó su regreso a ese circuito luego de ocho temporadas de ausencia en las pasarelas y también unos días después de haberse rehusado a ocupar el cargo de diseñador de la casa Dior, que Galliano dejó vacante tras su despido, argumentando con sensatez y desliando otras pistas sobre el escandaloso affaire de antisemitismo: “No me gustaría que me jueguen una mala pasada”. Vale aclarar que a comienzos de 1990 la misma firma le ofreció una cifra millonaria para asumir el cargo de director creativo y que él ya había esgrimido: “Prefiero ser pobre y hacer lo que me gusta”.

En la colección vitoreada tanto por el ex ministro de Cultura François Mitterrand, Sofia Coppola, Donatella Versace y la prensa especializada se tradujo a una pasada de 25 atuendos, ¿acaso es necesario mostrar más prendas cuando la realización es tan fabulosa? El regreso remite al fanatismo por los vestidos Alaïa, que calzaron cual guantes en los cuerpos de supermodelos. Se dice que Linda Evangelista, Naomi Campbell, Verónica Webber y Christy Turlington acostumbraban volar desde diversos puntos del planeta y donde realizaban campañas a cifras millonarias para mostrar sus creaciones, aunque sólo tuviesen una audiencia de cinco clientas. Luego desde Grace Jones hasta Tina Turner y Madonna predicaron con el uso de sus outfits para situaciones de escenario. El fanatismo fue homenajeado por el cine de fines de 1990: en una escena de Clueless, el film de Marco Brambilla (en verdad una comedia sobre el shopping femenino como otra de las artes) en un asalto a mano armada, la protagonista –Alicia Silverstone– se resistía y exclamaba entre sollozos: “Pero llevo puesto un Alaïa”.

La biografía de uno de los últimos modistos (Azzedine acostumbra hacer los moldes, cortar, coser y planchar) indica que nació en Túnez, por coquetería no suele decir el año de nacimiento, pero se estima que cumplió 71 . Hijo de granjeros y con hermanas gemelas que dispararon su gusto por las ropas, su formación remite estudios de escultura en París, en los años ’50, cuando trabajó como baby sitter para pagar su pequeño apartamento y debutó vistiendo a medida a una condesa.

Hizo una pasantía en Dior de apenas cinco días y otra de dos años en Guy Laroche: su listado de clientas a medida remitió a Garbo, Claudette Colbert y a Arletty, todas en su madurez.

Ya con atelier propio, circa 1980 se especializó en vestidos de cuero que celebraron la silueta femenina y valiéndose de alianzas de texturas complementarias: de encaje, a sedas, jerseys y tweeds. Su bío indica además que durante años vivió junto a su novio pintor en medio de un zoo de gatos y de perros pequineses ornamentados con moños. Que su gran lujo es el coleccionismo de alta costura vintage: pues tiene numerosas piezas del vestuarista hollywoodense Adrian y trajes de la creadora del corte al bies, Madeleine Vionnet.

A más de una década de su lanzamiento, aún representa su manual de estilo la imagen iconográfica y avant garde que ofició de portada del libro que compila su obra.

Diseñado por Juan Gatti, cruza de diario íntimo y rescates de poesía, allí Azzedine exhibió su silueta pequeña ataviada con una sotana negra y junto a mujeres colosales con sus “vestidos guantes”.

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