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Viernes, 15 de julio de 2011

EL MEGáFONO)))

LA EDUCACION SEXUAL NO LLEGA A LAS AULAS PORTEÑAS Y NO HAY MAS PACIENCIA

 Por Maria Victoria Arias *

Giovanni guarda en su piel el color de la tierra donde nació. Vino a la Argentina a los 13 años huyendo con su madre de un padrastro violento y buscando horizontes distintos. Pero acá se encontró con nuevas violencias: soledad, cargadas, racismo, discriminación. Ahora tiene 16. Sentado en el aula, una sombra corre por sus ojos cuando pido “Escriban una autobiografía”.

Llegado el día de la entrega, leo el borrador de Giovanni y me estremece su historia. Propongo: “¿Y si lo pasas en limpio y la próxima clase se lo leemos a tus compañer@s?”. Algo se iluminó en su interior y a los pocos días recibí unas hojitas abrochadas. La conmoción de tod@s, algunas lágrimas, las miradas, mis palabras. Dijimos: “Tod@s tenemos dolores en el alma, qué bueno es sacarlos de adentro”. A la clase siguiente recibí más trabajos y varias historias se parecían demasiado: madres sometidas a la violencia, hijos e hijas creciendo en ese miedo, varones adolescentes enfrentándose a ese padre o padrastro violento... Mientras leía todas esas hojitas impregnadas del alma de mis alumn@s, pensaba: tod@s ell@s pasaron por la escuela. Muchas veces tuvieron en sus cuadernos advertencias por su mala conducta o porque no estudiaban. ¿Hubo ojos para mirar? ¿Hubo oídos dispuestos a escuchar?

Si la educación sexual llegara a las aulas podríamos soñar con un mundo más justo y menos violento. Pero no llega y ya no tengo paciencia. Ya pasaron los cuatro años establecidos por la ley y no existen aún políticas públicas que generen condiciones para su implementación. No hay capacitación o es ridículamente escasa, se subejecuta el presupuesto, educamos en escuelas destruidas, en riesgo. Claramente al macrismo no le interesan la salud, ni la educación, ni los jóvenes.

La Ley de Educación Sexual Integral incluye en sus lineamientos aprender a decir “no”, poder pedir ayuda frente a situaciones que dañan a la propia persona o a otras/os, la construcción de habilidades para defender su integridad personal. En una escuela que implementara la ley, en la que el Estado garantizara su cumplimiento, las niñas y niños se sentirían menos sol@s, podrían hablar y alguien del otro lado sabría qué hacer, a quién recurrir. En esa escuela el machismo y la misoginia serían temas a deconstruir y pasaría a ser más importante prevenir la violencia de género y el maltrato infantil que saber conjugar verbos irregulares. Pero no parece que el bienestar de chicas y chicos esté en los planes del PRO.

Demasiadas veces recibí indiferencia como respuesta, hipocresía, evasión. Me he quedado esperando en el pasillo de varias rectorías, he soportado chistes, acusaciones, miradas de soslayo. No puedo esperar, no pueden esperar las chicas y chicos que siguen creciendo en la violencia, que aprenden a someter o someterse, que sienten que su vida es un infierno, que fracasan en la escuela por el dolor que sienten. La educación sexual libera las mentes y los cuerpos. ¿Será por eso que no conviene su real implementación? ¿Pondrá en peligro algún poder?

* Profesora de Lengua y Literatura en escuelas medias de la Capital Federal y capacitadora en UTE en temas de educación sexual, literatura y género. Es creadora del blog “Educación sexual en la escuela” (http://www.cuidarnosesquerernos.blogspot.com/)y “Hablemos de amor y sexualidad en la escuela” (http://saberesmiderecho.blogspot.com)

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