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Viernes, 13 de abril de 2012

ESCENAS

Espejito, espejito

La clave de la felicidad de las mujeres está en la belleza. O al menos es lo que transmiten la publicidad, las publicaciones “femeninas”, la televisión masiva. La actriz, directora y dramaturga Mariela Asensio propone una crítica al uso y abuso que se hace de las mujeres en los medios a través de la comedia musical.

 Por Sonia Jaroslavsky

Mujeres en el aire es la segunda obra de una trilogía titulada Mujeres en 3D. Mujeres en el baño, la primera de ellas, se estrenó en el 2008 en el off (Espacio Callejón) y después pasó a la calle Corrientes con gran éxito, tanto es así que incluso Asensio llegó a dirigir un montaje de esta obra en México. La tercera obra de esta trilogía se titula Mujeres en ningún lugar que tendrá por eje la trata de mujeres. Mujeres en el aire está protagonizada por Valentina Bassi y José María Muscari y se suman al elenco las actrices Pamela Rodríguez, Débora Zanolli, Valeria Alonso y Raquel Ameri.

¿Por qué escribiste una obra que aborda el uso estereotipado que se hace de la mujer en los medios?

Mariela Asensio: —Siempre pensé, sostuve y lo sigo sosteniendo que gran parte del mercado capitalista está basado en la frustración femenina. Partiendo de esa base hay un montón de cosas que me indignan y es por esta razón que en mis obras de teatro lo que hago es transmutar lo que me angustia. Hay algo vinculado a un dolor fundamental, a cierta violencia o cierto cuerpo violentado que se repite en todas mis obras aunque en general esto sea tratado desde el humor y genere humor en el público. Existe un mito en relación a la belleza que es de una construcción siniestra. Día a día existe un mercado que está trabajando constantemente para que las mujeres estemos frustradas y en la medida en que lo estemos es funcional al sistema capitalista. Lo veo en la publicidad, en los programas de televisión, en todos lados.

¿Qué se lograría con la frustración femenina?

M. A.: —Que las mujeres compremos, que consumamos, que querramos ser algo que no somos. Naomi Wolf, una escritora feminista que yo siempre cito, en su reconocido libro El mito de la belleza, escrito en los noventa pero que aún hoy tiene vigencia, sostiene que el sistema capitalista nos necesita frustradas porque si lo estamos querríamos alcanzar algo imposible para intentar revertir esta situación, que nunca se revierte por cierto. Para alcanzar ese imposible lo que hacemos es consumir y consumir, incluso cosas que no necesitamos pero que creemos que necesitamos. La industria de la belleza sería entonces un arma sociopolítica contra las mujeres. Sin ir más lejos, toda la industria de la antiedad está basada en ir en contra de algo que es totalmente normal y forma parte de la vida: envejecer. Lo que estoy diciendo, me resulta incluso hasta básico, pero realmente hay toda una industria y toda una movida que hacen las mujeres para intentar no envejecer y si bien es una locura está súper instalado. Al estar naturalizadas esas acciones para no envejecer todas nos terminamos poniendo la crema antiedad. En Mujeres en el aire, se expone a través de lo que se cuenta en un video, realizado por Diego Casado Rubio, el momento de la intervención quirúrgica entre otras imágenes. De alguna manera exponemos el Lado B de la trama, lo que se calla, lo que se oculta. En el caso de las cirugías estéticas no hay que olvidar nunca que son intervenciones quirúrgicas con todos los riesgos que eso implica.

¿Cuánto hay de personal en este malestar frente a la cultura?

M. A.: —Es todo un replanteo personal. Suena extremo pero reflexiono mucho sobre qué productos consumo. No quiero pecar de fundamentalista pero tampoco quiero consumir un producto en el cual para venderse pone a las mujeres como si fueran unas imbéciles o como personas no pensantes a disposición de los hombres. Cuando veía programas como los de Tinelli me daba cuenta de que lo que veía (la exposición de esas mujeres, la manera en la que son mostradas) me afectaba en mi propia vida. Lo mismo me sucedía con las publicidades. Es como en la película 1984 donde les meten a los hombres y mujeres imágenes e imágenes y al final uno termina creyendo que el mundo es eso.

Sin embargo está José María Muscari que trabajó en lo de Tinelli.

M. A.: —Sí, somos muy amigos y nos divertimos mucho. Me parece mucho más peligroso que ese personaje lo haga alguien que también forma parte de ese mundo televisivo mediático pero sin la mirada crítica que tiene José de ese mundo. Sobre todo lo que yo critico en la obra él participa, pero con su onda, su criterio y su personalidad, con ese doblez que él tiene.

¿La música colabora para presentar esta relación entre las mujeres y su imagen de manera poco solemne?

M. A.: —Encuentro en la música un medio para narrar que me sale naturalmente. Todas las obras que hago tienen música. En Lisboa, que es bien diferente a esta trilogía, también tiene un trabajo importante sobre la música en vivo, en relación a la intimidad del fado. En Hotel melancólico se abordaba lo musical a través de la guaraña paraguaya y el chamamé. Toda la trilogía de Mujeres en 3D se aborda desde el show musical, esto me permite la posibilidad de generar humor a través de las canciones, el baile y la actuación. Lo dramático se encuentra principalmente en el video proyectado. Esta obra tiene un discurso amenizado gracias a su formato de show musical y humor. El teatro no tiene que aleccionar a nadie, en todo caso el teatro tiene que permitir la reflexión o abrir desde lo sensorial, desde un lugar más vivencial. Dirijo para llegar a ciertos lugares sin estar moralizando, sin dar un manual de instrucciones. Las canciones son un buen medio para eso porque son súper entretenidas, pero las letras de algunas son terribles o con un discurso muy concreto.

¿Con qué referencias trabajaste en Mujeres en el aire?

M. A.: —Hay mucha referencia a las Miss Universo a través del video. Se ven varias imágenes de Miss Universo de los setenta en el exacto momento donde se enteran que fueron las ganadoras. Hay referencias a Playboy, Marilyn Monroe y al mundo de las Barbies. Las Barbies son el icono. La Barbie es un juguete, una muñeca, una irrealidad y más ahora que hay una idea de belleza que se parece mucho a la Barbie. La aspiración es ser Barbie, lo muestra cualquier programa de televisión: las mujeres son rubias, tetonas, flaquísimas, con el culo bien arriba y con la piel tipo porcelana, los dientes blancos y parejos. ¡Son Barbies! No tienen edad, ni identidad, ni personalidad, además todas son buenas. Pero también está el suicidio, la muerte. Cuando esas mujeres en el set de grabación se despersonalizan, cuando llegan a una instancia en la cual ya no son ellas sino una construcción en relación a un montón de cosas que ya no tienen que ver con ellas, fallecen. La muerte en la obra es una metáfora aunque haya mujeres que mueren de verdad por inyecciones de siliconas u operaciones fallidas, o mujeres que quedan mal entonces hay mujeres que se tiran por los balcones o aparecen muertas en sus bañaderas.

En la obra hay una frase que resuena: lo personal es político

M. A.: —Una sociedad también es la sumatoria de un montón de cuestiones personales que operan en el cotidiano. En mi caso particular, me declaré feminista hace algunos años y mi decisión fue muy concreta al respecto, pensando el feminismo con toda la profundidad que merece y no como la desvirtualización del término que se ha hecho en los últimos años. El feminismo es una concepción humanista, que cree y trabaja por la igualdad y por la felicidad de hombres y mujeres. Pero claro que el pensamiento feminista molesta porque cuestiona un montón de cosas que en definitiva mueven mucho dinero.

Mujeres en el aire. Viernes y sábados a las 23 hs. Ciudad Cultural Konex. Sarmiento 3131. $ 80 y $ 60.
Lisboa. Sábados a las 20 hs. Teatro del Pueblo. Av. Roque Sáenz Peña 943. Reservas: 4326-3606. $ 60 y $ 35.

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Imagen: Catalina Bartolome
 
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