las12

Viernes, 25 de julio de 2003

ANIVERSARIOS

Silvina Ocampo y los santos

El 28 de julio cumpliría cien años, pero seguramente sin festejo: los detestaba (su ama de llaves revela que le
hubiera cocinado su plato preferido, pollo al limón). Como homenaje, aquí se reseña un libro muy poco conocido de Silvina Ocampo, el Breve Santoral, ilustrado por Norah Borges y prologado por Jorge Luis.

Por Felisa Pinto


Silvina Ocampo nació el 28 de julio de l903, bajo el signo de Leo, y murió el l4 de diciembre de l993. En Sagitario. Es decir que vivió entre dos signos de fuego. Si hubiera vivido hasta hoy, su centenario, no hubiera festejado su cumpleaños, algo que detestaba. Pero sí, en cambio, le hubiera pedido a Jovita (Jova, para Silvina) que le preparara un pollo al limón, en papel de aluminio y con verduras al vapor, que era su plato preferido. Cuenta Jovita Iglesias, luego de más de 50 años a su lado: “La señora Silvina no festejaba su cumpleaños, pero ese día, yo siempre le hacía aquel pollo al que previamente le practicaba casi una cirugía, para sacarle toda la grasa. Luego lo bañaba con jugo fresco de limón y le agregaba una manzana, dentro del buche, para que se cociera tiernísimo en papel de aluminio en el horno. De esa manera, lograba que no tuviera gusto ni olor a gallinero, como ella decía”.
Hoy podemos celebrar su centenario, en cambio, haciendo conocer algunos de sus poemas dedicados a algunos santos de los que era devota, gracias a sus vidas ejemplares, dignas del imaginario poético de Silvina, e irresistibles poesías que se pueden evocar en Breve Santoral, librito de poemas sobre doce santos y santas, sin olvidar al Angel de la Guarda. El ejemplar, poco conocido, perdido u olvidado, tiene ilustraciones de Norah Borges, hermana de Jorge Luis, además de un prólogo del escritor, y es una edición de Gaglianone, en l985.
El libro es una joya que reúne a los dos escritores, junto a la estética singular de Norah Borges, una mujer frágil y tímida, con voz infantil, y a su manera, tan rara como su hermano, “casi extraterrena, expresándose a través de líneas puras y nítidas, y colores chatos y mitigados”, según Estela Canto, en Borges a Contraluz.
Su hermano Georgie se refiere a su gran amiga Silvina y a su hermana Norah, en el prólogo, de la siguiente manera:
“De tres maneras cabe considerar este grato volumen. La primera, como un conjunto de poesías ilustradas; la segunda, como una serie de dibujos con extensos epígrafes; la última, como hecho de unidades poéticas y pictóricas. Opto, como es natural, por la tercera. A cada santo corresponde un poema y asimismo una imagen. He oído la lectura de los primeros, y son, como era de esperar, trémulos y admirables, intuyo las segundas, que merecen ambos epítetos. Me consta que los separa una diferencia, que no sólo es formal. Los santos, para Silvina Ocampo son los semidioses o héroes de una mitología que le es ajena; para la fe de Norah, mi hermana, son los que oyen su plegaria. Sea lo que fuere, este inútil prólogo es una serie de consideraciones abstractas. Lo que importa es el hecho, el hecho estético que aguarda a los lectores y espectadores. Sella, me consta, una antigua y triple amistad.” Doce son los santos elegidos por Silvina para Breve Santoral: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, Santa María la egipcíaca, San Cristóbal, Santa Serafina, San Arsenio, Santa Teodora, Santa Inés, Santa Lucía, Angel de la Guarda, Santa Melania y San Jorge. De todos ellos, escritos con la sensibilidad y el ímpetu propio de Silvina Ocampo, hemos elegido (con esfuerzo) los siguientes:

San Martín de Porres

En un convento de Perú
De mucha luz
De mucha sombra
Donde había ratones
Grandes como gatos,
Martín de Porres era el lego
Que siempre escoba en mano
mantenía todo limpio.
Martín oye un día las quejas del sacristán:
Los ratones destrozan
La ropa de la sacristía.
Martín trae una enorme capa,
La despliega en el suelo
Y convoca en ella a los ratones.
Echa después la capa al hombro
Y sale al jardín donde los suelta.
Les dice “les traeré el sustento diario
Si me prometen no volver a la sacristía”.
Los animalitos cumplieron.
Por eso a San Martín de Porres
Lo llaman el Santo de los Ratones.

San Cristóbal (plegaria)

San Cristóbal, protégenos en este mundo
En que somos incesantes viajeros
En coches, en bicicletas, en trineos, en trenes,
En barcos, en helicópteros, en automóviles,
En aviones, en sueños o en la realidad
De nuestra casa, inmóvil.
Llévanos como llevaste a aquel niño
Que pesaba tanto porque el niño era Jesús
Cuando cruzaste el río.
Cruzamos ríos nosotros también, y mares
Y desiertos, bosques, montañas, lagos,
Infierno y cielo, llevándonos a nosotros mismos,
Con el peso de nuestras culpas.

Santa Serafina

Jamás reniega de su fe. Una vez
Dos hombres que pretenden ultimarla
Y en el tumulto tratan de violarla,
Fulminados, caen muertos a sus pies.
La acusan de ser maga y resucita
A esos dos muertos que no entienden nada
De la luz tan profunda y deslumbrada
De sus ojos tan plácidos. No grita.
Y el tirano no sabe qué castigoinfligirle. Llevándose consigo
esa tortura de tramar torturas
que no hieren a víctimas tan puras,
llora porque no puede hacerle mal,
llora, decapitándola al final.

Intelectual sofisticada, su adhesión e imaginación ilimitadas se enlazaba muchísimas veces con la sensibilidad popular y espontánea, como lo muestran estos poemas de su propio santoral, señaladamente el referido a Martín de Porres, santo afro-peruano, de condición cuasi marginal.

Compartir: 

Twitter

Silvina con su caballo en Rincón Viejo, Circa 1960.
 
LAS12
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.