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Viernes, 1 de junio de 2012

MUESTRAS

El cielo en casa

Diana Chorne vuelve a poner en obra lo que para ella no es un secreto: el poder de sanación de la creación artística.

 Por Santiago Rial Ungaro

“A cualquier cosa que tenga que ver con la creación se le puede agregar la palabra terapia: musicoterapia, esculturoterapia, danzaterapia”, dice Diana Chorne cuando se le pregunta acerca de las cualidades terapéuticas de su obra plástica. Resulta inevitable pensar en cómo su labor como artista plástica y su actividad como psicoanalista han logrado encontrar un extraño equilibrio, como si cada una de esas actividades fuera el complemento perfecto de la otra.

Para Diana Chorne la terapia psicoanalítica y la producción artística tienen algo en común: ambos ponen en juego procesos de curación y de sanación. “He trabajado mucho con chicos y siempre digo que si no existiera la inhibición que ocurre en la infancia por la que los chicos se ponen a repetir incansablemente las casitas y los autitos, que es algo que pasa alrededor de los 5 años, con esos dibujos que tienen esa onda Barbie, todos podríamos jugar con el arte.” Quizá sea por eso que pasear libremente por su casa (en donde conviven en armonía algunas de sus obras con otras de Gyula Kosice, León Ferrari, Libero Badii, Luis Felipe Noé, Adolfo Nigro o Jean Michel Basquiat) tiene algo en común con visitar Amaneceres, la hermosa muestra curada por Pelusa Bortwhick en donde exhibe algunas de sus nuevas obras a la vez que recorre distintas etapas de su producción. En la galería, en contraste con las pinturas y los grafismos se destaca una serie de figuras femeninas y masculinas realizadas en blanco, negro y gris, y enfrentadas entre sí, y una Evita constructivista, que con su inconfundible rodete en la nuca tiene algo totémico.

Ambos espacios funcionan como museos personales, abiertos y estimulantes, y confirman que Chorne juega en el arte con las mismas intenciones que tiene como terapeuta. Es esa libertad lúdica la que le permite pasar de los grafismos a los barcos (una constante en su producción), de las ciudades y los juguetes a las casas de la serie Las Artes del Juego, de la escultura al collage, de la cocina al diván y de las galerías de arte a los volquetes en donde más de una vez encontró material para sus esculturas en hierro. “En una época me llamaba a mí misma volquetera..., hasta que aparecieron los verdaderos volqueteros, claro. Ahí encontré cosas como esta obra (se refiere a La Chismosa, una escultura de su primera muestra), que es un caño de escape, y de la que me acuerdo que mi marido (José Nun, abogado y politólogo argentino, ex secretario de Cultura de la Nación) me decía: ¿Qué vas a hacer con esa porquería?”

“Yo creo que el sueño de los galeristas es que uno produzca una misma obra una y otra vez, pero conmigo no pueden porque a esta altura de mi vida me puedo dar la libertad de hacer lo que tenga ganas... Ya cuidé a mis hijos y ahora son grandes.” Que los juegos artísticos de Diana Chorne hayan pasado en los últimos diez años de lo privado al mundo de las galerías y los centros culturales es consecuencia de la insistencia de algunos amigos-admiradores de su obra como León Ferrari, Luis Felipe Noé y Adolfo Nigro, pero también de su otro gran amor: la terapia. “Una vez mi terapeuta me dijo: ¿te lo pensás comer sola?. Y la verdad que hubiera sido feo.” Como buena iddishe mame, Diana percibe el apetito de su interlocutor y trae un pedazo de torta. “Gracias por no preguntarme por mi formación”, dice Diana, que estudió casi una década con el maestro Juan Battle Planas, quien –recuerda hoy– le insistía en que su deseo no era “crear Battle Planitas, sino pintores que tengan libertad para pintar”. Y Diana Chorne tiene no sólo libertad para pintar sino también para crear espacios insólitos, como el caso de una de las casas que tiene en su living room, creadas para la serie Artes del Juego: “Un día le mostré esta obra a un nene que estaba acá en casa y le dije: ‘Esta obra tiene un misterio’. Y le muestro la parte de abajo de la casa, que es como un cielo que está pintado adentro, y le digo: ‘¿Ves? Tiene el cielo adentro’”. Y el nene me preguntó: ‘¿Y cómo hiciste para meter el cielo ahí adentro?’”.

La muestra Amaneceres se podrá visitar hasta el 30 de junio en Arcimboldo Galería de Arte, Reconquista 761, dpto. 14, de lunes a viernes de 15 a 19. Informes al 4311-3373.

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