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Viernes, 30 de noviembre de 2012

EL MITOMANO DE LAS MUJERES

ARTE El título le pertenece a Juan Gatti, así define él su relación con las mujeres. Es que el fotógrafo, diseñador, exquisito artista visual –aunque la palabra “artista” a él le parezca vieja– ha sabido dotarlas de una belleza que a él mismo le resulta mentirosa. Pero no por eso deja de reconocer que ha vivido rodeado por ellas y que le debe a su madre costurera algo del arte que cultivó en 40 años de carrera y que recién el año pasado, por fin, organizó en dos muestras que ahora presenta en Buenos Aires. Justo cuando el camino de su producción hace un recodo para desprenderse de todos y de todo lo que no sea él mismo: Juan Gatti, el artesano; la marca en el orillo de tantas cosas bellas.

 Por Cristina Civale

Hace casi exactamente un año, a finales de octubre de 2011, Madrid fue una fiesta y su anfitrión exclusivo no fue otro que el diseñador, fotógrafo y artista visual argentino Juan Gatti. Luego de 40 años de tumultuosa carrera, había decidido realizar su primera muestra, absolutamente la primera de toda su vida. Un verdadero acontecimiento. Una excentricidad, un despropósito. Todos adjetivos que le caen muy bien. Y además no sólo hizo una muestra: hizo dos sucesivamente. Y esa es la experiencia que por estos días viene a revivir en Buenos Aires.

Gatti es un talento que nació en Quilmes en 1950 y que en 1977 partió rumbo a Nueva York, donde hizo una breve parada, y quien luego salió disparado rumbo a Madrid, donde pasó la mayor parte de su vida y desarolló el corazón más palpitante de su carrera, una carrera donde sólo hubo éxitos y aciertos, ruptura de convenciones, creaciones infinitas y participación en movimientos de vanguardia y mucho ruido. Fue parte de la famosa movida madrileña donde conoció a Berlanga y una tarde de domingo en el Rastro le presentaron a Almodóvar en el bar El Baibo. Se hicieron amigos inseparables y comenzaron a colaborar desde La ley del deseo. Gatti hizo todos los afiches de sus películas desde entonces y creó los créditos más originales y alocados de la historia del cine del siglo XX y de lo que va de éste, ellos mismos una obra aparte por fuera de la película.

“Yo había hecho unos dibujos para ambientar una locación en la película de Almodóvar La piel que habito. Allí, Antonio Banderas hacía de un genetista y yo realicé cinco collages donde junté mi curiosidad por la anatomía humana con la zoología y así salieron unas obras con estilo victoriano pero muy modernas.”

¿Quién no recuerda con admiración y regocijo el afiche de Tacones lejanos –el favorito de Gatti, según confiesa a Las12– donde un tacón se convierte en revólver o el melancólico retrato de Penélope Cruz procesada por azules y rojos (que parecen celestes-rosas) para el batacazo que fue Volver? Su obra es pregnante y cada afiche se convirtió en un ícono más allá de la película, pero Gatti mientras lo hacía todavía no pensaba en sí mismo como un artista ni como alguien que mereciera o necesitara exhibir su obra por fuera de aquello para lo que era convocado a comunicar. “Siempre me dio mucho pudor la palabra ‘artista’”, nos dice. “Más bien me consideré un artesano, además la palabra artista también me parece antigua.”

Colaboró también con grandes firmas de moda –desde Balenciaga hasta Kenzo– y fue director de arte de Vogue Milán durante dos años, los mejores de la revista, cuando la dirigía Franca Sozani. Fotografío a todas las modelos que reventaron las pasarelas a finales de los ’80 y principios de los ’90: Naomi Campbell y Christine Turlington están entre sus mejores recuerdos y entre sus mejores producciones y portadas, según él mismo nos dice. Las revistas donde participó son hoy objeto de colección y no se consiguen y, si se consiguen, se paga por ellas fortunas. “La Vogue de la época de Gatti son inhallables y si se consiguen son carísimas”, te dicen en Gallagher, la tienda secreta de la que se nutren diseñadores y fotógrafos. Y Gatti lo confirma. No es muy apegado a sus creaciones, de modo que ni él mismo guarda una colección completa.

El ida y vuelta Milán-Madrid lo agotó y abandonó la dirección de arte de la prestigiosa revista de modas, pero fue tentado por la mismísima Ana Wintour para hacer idéntico trabajo en la versión de la Vogue de Estados Unidos. Wintour le exigía a Gatti un compromiso de 24 horas sobre 24 (la pinta muy bien la película El diablo viste Prada) y Gatti no estaba dispuesto a abandonar su estudio madrileño ni mucho menos a su perro, a quien Wintour no le permitía llevar a Nueva York, de modo que se debe haber convertido en el primer “no” que recibió la exigente y tirana directora de la influyente revista para mujeres que quieren vestir a la moda con marcas caras. Muy apretadamente, éste es el prólogo de la fiesta que armó en Madrid hace un año. Aunque habrá que agregar que Gatti no se privó de nada en su vida y que tuvo la suerte o el ojo avispado para estar en el momento preciso en el lugar indicado. Fue fundamental en la creación de la visual del arranque del rock argentino, de cuyo movimiento participó como creador de las tapas de los vinilos de los artistas emergentes de esos tiempos. Desde Pappo, pasando por Sui Generis, y por supuesto Luis Alberto Spinetta, con quien creó la tapa de un disco más inolvidable –no estamos exagerando–, más demente y osada en mucho tiempo, la tapa de Artaud. En principio era verde, (¿manzana, flúo?), un verde indefinible y básicamente no era cuadrada, estaba como mordida, rasgada en los bordes y no entraba en los estantes de las disquerías ni en los estantes de los que la compraban. Artaud probablemente fue el disco más importante del rock nacional, pero también su tapa forma parte de los hitos de la historia del diseño argentino. “Cuando la hicimos con Luis –nos cuenta Gatti–, estábamos flippados pero no por drogas, sino por nuestro estado de enajenación con la creación; puede parecer una pose, pero estábamos así de entregados.”

Todo lo que es mío

Contraluz está conformada por fotografías inéditas y por una retrospectiva de su carrera donde se podrán apreciar desde los famosos afiches para Almodóvar hasta sus colaboraciones con las casas de moda y con las revistas ídem.

La fiesta, cuenta ahora Juan Gatti a Las12, sentado en un café frente a la plaza Vicente López mientras se fuma un Kool mentolado –“el cigarrillo de los putos y los negros”, dice con gracia–, se fue armando casi como un chiste.

“Yo había hecho unos dibujos para ambientar una locación en la película de Almodóvar La piel que habito. Allí, Antonio Banderas hacía de un genetista y yo realicé cinco collages donde junté mi curiosidad por la anatomía humana con la zoología, y así salieron unas obras con estilo victoriano pero muy modernas.” Efectivamente, una de estas obras se usó como afiche de la película y le encantaron a la galerista más trans y top de Madrid, Topacio Fresh –una bellísima argentina de Santa Fe que también reside en Madrid–, que le sugirió a Gatti hacer una exhibición. A Gatti le pareció una idea divertida y, en principio, sin tomárselo muy en serio, dijo que sí y se puso a trabajar. Así realizó un total de 29 collages donde juntó pedazos de cuerpo humano con loros, flores y libélulas, entre otros habitantes de la naturaleza, “imágenes mestizas entre ciencia y arte; desnudos, algo más que integrales, entrevistos en algún parque del Edén”, según describió la crítica española María Vela Zanetti, usando una paleta de colores muy cercana a la aplicada por los científicos en sus dibujos sobre el cuerpo humano antes de que la fotografía ganara la carrera de la representación. La muestra fue un suceso y en su inauguración se llenó de amigos famosos: le tout Madrid; sólo faltó Miguel Bossé. La única estrella de un firmamento harén que estuvo ausente. Apadrinada por Alaska y su marido, para quienes Gatti diseñó su invitación de casamiento más allá de muchísimos covers de Fangoria, la banda que conforman, y decenas de fotos de estudio de Alaska (el seudónimo de la mexicana Olvido Gara), con un look glam donde la transforma en una mujer diferente de la belleza particular que es, una dama que aún sostiene algunos particulares trazos puks: especialmente su pelo tremendamente negro y su extenuado maquillaje.

“Soy un mitómano de las mujeres”, nos dice y no hay manera de que explique un poco mejor a qué se refiere salvo por lo que sigue: “Dicen que las fotografío más lindas de lo que son, y sí, mi vida siempre estuvo rodeada de mujeres, empezando por mi madre, que era costurera, y seguramente de ella tomé la afición por los collages”. El collage es el soporte que se destaca en sus trabajos, más bien conceptual, porque Gatti toma materiales ya creados, elige de aquí y de allá pero consigue crear un objeto que parece tan nuevo como fresco y donde no se delatan las costuras del encuentro de los mundos diversos de los que se nutre.

Así sucede exactamente en la muestra de cuerpos humanos y animales que se llamó Ciencias naturales y que desde el miércoles puede visitarse en el Cceba, en su sede de Paraná y Santa Fe.

La segunda muestra, aquella con la que rompió aún más todos los esquemas, se llamó Contraluz y la desplegó en el increíble espacio del Canal Reina Isabel II, tres pisos más una piscina. Ambas muestras fueron curadas por Rafa Doctor Roncero, una figura muy aclamada en el mundo cultural y creativo de Madrid, gestor cultural, escritor, creador del museo de arte contemporáneo más destacado y premiado de Europa, el Musac, hombre bello y encantador requerido por sus dotes tanto por hombres y por mujeres, chongos y musas, y él muy feliz de serlo.

Contraluz fue visitada por 16 mil personas y se inaugura en Buenos Aires el 8 de diciembre en el Museo Sívori, que lo atrajo por cierta oscuridad de sus salas, ya que su Contraluz necesita en una de sus partes de oscuridad total, y lo divirtió la cercanía con el Rosedal, ya que aquí vuelve a visitar su obsesión por las ciencias naturales. La exhibición está conformada por fotografías inéditas y por una retrospectiva de su carrera donde se podrán apreciar desde los famosos afiches para Almodóvar hasta sus colaboraciones con las casas de moda y con las revistas ídem.

“Estaba entre el Sívori y el Palais de Glace pero aunque sé que el primera es un reducto –con todo respeto– donde se reúnen señoras mayores a tomar cursos de bordado, es el espacio que más me cuadró para hacer esta muestra. En principio, iba a ser mayormente una retrospectiva de mi carrera, pero cuando Rafa Doctor vio las fotos de Contraluz me convenció de que esas obras debían ser el corazón de la muestra y tenía razón.”

Estas dos muestras implican un giro en la carrera de Gatti. “Mientras preparaba Contraluz, viendo todos los materiales me sentí agotado, extenuado de todo lo que había hecho en mi vida y me dije que era tiempo de hacer un cambio.” Y lo está encarando. Decidió no tener más clientes, ni siquiera a su amigo Almodóvar. “Los derechos de los afiches son míos. Pero como el título de las películas son de él tuvimos un pequeña disputa y finalmente llegamos a un acuerdo. Si hago merchandising con los afiches con las letras nos corresponde un 50 y 50; si no pongo letras, todo es mío. No quiero tener más clientes, quiero trabajar para mí y quiero también aprovechar todo lo que hice en mi carrera.” Está trabajando ahora junto a su eficiente asistente, el argentino Patricio Binaghi, que lo sigue a sol y a sombra desde hace 6 años, habiéndose convertido en su imprescindible mano derecha, en la realización de una web desde la que pueda comercializar sus productos. Gatti me muestra su iphone, que tiene un protector con un diseño hecho por él para Kenzo, unas uvas multicolores, y me dice que eso mismo podría haberlo hecho él mismo para él, con su marca aún inexistente.

Luego de este paso por Buenos Aires, Gatti va a encarar una nueva etapa y por fin, quizá, llegue la marca Gatti, donde Juan, el pibe de Quilmes que devino un mundano sofisticado, ya no se esconda tras el apellido de nadie que no sea el que heredó de su padre. Simplemente, Juan Gatti, el bonaerense.

Ciencias Naturales
Cceba: Paraná 1159 Capital

Contraluz
Museo Sivori: Av Infanta Isabel 555 (frente al Rosedal)

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Imagen: Peter Lindbergh
 
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