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Viernes, 14 de marzo de 2014

MONDO FISHION

En oferta

 Por Victoria Lescano

Un supermercado cuyos carteles en lugar de difundir descuentos indicaba que los productos subirían su cotización hasta un 50 por ciento de su valor en el transcurso del desfile. Piezas de consumo para la vida cotidiana con el logo de Chanel. El 5 de marzo en París, en el contexto de la Semana del Prêt-à-porter otoño-invierno 2014, cautivó el supermercado chic como puesta irónica y genial sobre el consumo y la moda. La cartera más antigua de Chanel “2-55”, fue envasada al vacío y así se exhibió mientras la acarreaban las modelos vestidas con nuevas versiones del tailleur. El vasto y exquisito listado de objetos de consumo ideados para la nueva e irreverente puesta de Karl Lagerfeld remitió a un rincón con escobas donde descollaban guantes para lavar platos y demás utensilios domésticos en goma negra y con la camelia blanca de la maison, mientras que en el sector de bebidas cautivó una línea de sodas con packagings estilizados, diversidad de tonos, y el apodo “tweed orange”, así como el aceite de oliva se exhibió en botellas dignas de perfumería con un lazo negro y una etiqueta con el rostro de Coco, cual si fuera un camafeo. Hubo además latas de arvejas “del jardín de Gabriella”, cereales “Coco Choco”, pastas con logos y packagins que recordaban a jabones con pedigrí. Hacía tiempo que no se veía a las modelos sonreír como en la presentación del tour de compras –unas y otras acarreaban carritos de metal con cintas de Chanel, o bien carritos de compras con la sigla Chanel–.

Mientras tanto, en Buenos Aires y en los jardines del Museo de Arte Decorativo, que fuera el palacio Errázuriz Alvear, construido entre 1911 y 1917 con la dirección de obra de los arquitectos locales Eduardo Lanús y Pablo Hary pero siguiendo a rajatabla los lineamientos estéticos del arquitecto francés René Sergent (autor de las mansiones de modas de Worth, el hotel de pasajeros Trianon Palace en Versalles), el jueves 6 de marzo al mediodía, la firma Tramando presentó su colección de invierno. Al ingresar, sorprendía la puesta de una casa arty azul de acrílico enclavada en una terraza; surgió del resultado de una colaboración entre la artista Fabiana Barreda y la realización en escala real de una pieza fetiche de su serie iniciada en 1999 y que indaga sobre el hábitat y las emociones. Explica Barreda: “Con Churba y su equipo en Tramando Casa trabajamos la puesta durante varios meses, haciendo hincapié en el concepto de hogar, su interacción con el cuerpo, la naturaleza y el amor, concebidos como un módulo, una medida del cuerpo y del espacio. Contemplamos los desarrollos en escala real, para las siluetas espigadas de las modelos, las casitas por las que ellas atravesaron y se cobijaron en el jardín, fueron rojas, al tono de las flores y el corazón”. Corresponde destacar que las casitas de Barreda ya tomaron forma de casas de azúcar, ostentaron paredes de reciclados de sachets, entre unas y otras priman los desarrollos pop y en acrílico y también permanece la representación más simple y austera: la silueta de delgadas estructuras de madera. Aunque en ocasiones llegó a fotografiar esas piezas –las de madera y las de acrílico rodeadas de jardines con crisantemos o como contenedoras de plantas (remitirse a un Premio Chandon 2007 en Buenos Aires Photo)–, nunca dejó de plasmar casitas con tinta sobre las palmas de su mano. Para Barreda el anclaje de su obra con la colección Ink –tinta– presentada por Tramando para el invierno 2014 consiste en que “la forma en que Martín trabaja el envolvente es un hábitat, representa las pieles y las huellas dactilares”. La colección de Tramando hizo hincapié en huellas de tinta –en blanco y negro– ya sobre un vestido, sobre un tailleur en texturas tecnológicas, kimonos de fieltro en el brillo de los zapatos-zapatilla y abrigos de silueta oversize.

No puede omitirse preguntarle a Barreda si acaso vio el desfile en el supermercado Chanel, y también el gesto de envasar al vacío el cuerpo de las modelos en el desfile de Iris Van Herpen. A lo que ella, con absoluto tino, trae a la conversación su obra “Cápsula de Alimentos”, circa 1999, un traje compuesto de patchworks de productos de consumo diario (galletitas, leche, papas fritas, chocolatadas y manteca). “Es la protección del hogar y del cuerpo”, agrega sobre esa serie de fotografías, modeladas por ella, en la locación de un supermercado chinoporteño. Allí la casita de madera aparecía en sus manos, a modo de accesorio.

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