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Viernes, 17 de octubre de 2014

VISTO Y LEíDO

Game over

La actriz, escritora y guionista chilena Nona Fernández acaba de publicar Space Invaders (Eterna Cadencia), nouvelle que aborda la dictadura pinochetista desde la mirada de un grupo de niñxs.

 Por Carolina Selicki Acevedo

“No sabemos si esto es un sueño o un recuerdo. A ratos creemos que es un recuerdo que se nos mete en los sueños, una escena que se escapa de la memoria de alguno y se esconde entre las sábanas sucias de todos... El último banco de la sala de clases ahora se encuentra vacío. Por alguna razón, la niña no vuelve a ocuparlo nunca más.” Este párrafo parece condensar la columna vertebral del último libro de Nona Fernández, actriz, escritora y guionista nacida en Santiago de Chile, titulado Space Invaders (Alquimia, 2013) y publicado hace días en nuestro país a través de Eterna Cadencia. Una vez más, la dictadura pinochetista es abordada por la autora, aunque esta vez desde la mirada múltiple de un grupo de niños –bordeando la preadolescencia– que siente profundamente la ausencia de una de sus compañeras, Estrella González, quien de un día para el otro desaparece de sus vidas a causa de los problemas laborales de su padre, un policía con una prótesis en la mano izquierda.

La nouvelle surgió de una anécdota verídica sobre la cual sintió no estar autorizada para escribir, “sin embargo, consideré que la única voz posible era la colectiva. Conversé con algunas amigas y cada una recordaba lo que quería, eso me gustó como modo de contar. Porque me interesa la memoria histórica, no las verdades oficiales”. Así, el militar es construido desde la interesante e inimputable mirada infantil, “desde quien no entiende lo que pasa. El padre de Estrella resultó ser uno de los principales verdugos del caso de ‘Los degollados’ (militantes comunistas secuestrados y asesinados por carabineros y encontrados degollados camino al aeropuerto Pudahuel en 1985). Sin embargo, para su hija y para nosotros, era un hombre del que desconocíamos su verdadera identidad”, afirma la autora y aclara: “Nunca quise hacer un morbo sino que se entienda qué era ser niño en esos tiempos, que podías tener un papá así y que no era tu culpa. A ella va dedicada la obra”. Como si fuese un videojuego, cada capítulo representa “una vida”, donde las voces sólo apellidadas se mezclan para acercarse a la re-construcción de Estrella, a quien también accedemos a través de cartas a su amiga Maldonado. Veintiocho años después, la mirada es distinta, menos confusa.

Mapocho (Planeta, 2002), Av. 10 de Julio Huamachuco (Uqbar, 2007), Fuenzalida (Mondadori, 2012) constituyen el antecedente de Space Invaders, y respecto a su vuelta a aquella época en sus escritos responde: “Creo que es una especie de Itaca. El proceso chileno es un agujero negro no resuelto aún. Se silenció todo y ese silencio generó una inquietud; ahora queríamos entender el detalle, porque ya sabíamos el gran relato”. La escritura de Nona Fernández no es ajena a su personalidad: hija de madre soltera, criada junto a su abuela, de adolescencia militante, ahora madre de un niño y casada con el director teatral Marcelo Leonart, con quien tiene la compañía La Fusa, además de actuar o dirigir también cuenta con una gran trayectoria en el guión televisivo. Nona afirma que las escritoras chilenas son más arriesgadas que los escritores, experimentales, desde una mirada más íntima y con un acercamiento a la crónica, la prosa poética y la narrativa. “Aunque sigue habiendo machismo tanto en la sociedad como en la literatura”, dice.

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