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Viernes, 12 de diciembre de 2014

LA VENTA EN LOS OJOS

Decime qué se siente

La publicidad de helados EPA les enseña a los chicos que no
pueden perder cuando juegan a la Play con una chica.

 Por Luciana Peker

–¿Qué hacés?

–7 a 1.

El pibe no mira al amigo. Está sentado, cabizbajo, golpeando su skate. No patina, no hace giros, no arranca los pies del piso, ni vuela con la tabla. Está en el rulo de cemento que la ciudad PRO deja para que den vuelta los adolescentes sin rejas. Y sólo se lo ve sentadito como en un muro de los lamentos.

¿Qué le pasó al símil principito? “Mi novia me ganó 7 a 1 a la Play”, le cuenta al amigo de fierro que, para levantarle el ánimo, pasa por el freezer de un kiosco y le trae un helado EPA.

El caballerito cuenta su desgracia. Perdió frente a su novia. La publicidad recrea en silencio el momento de la debacle con una adolescente de short de jean y musculosa en el cuarto jugando a la play y festejando su victoria. La publicidad es de producción nacional. Pero ella es rubia y él también (sólo que sin tinturas para que no se dude de su masculinidad, ya bastante con endilgarle la derrota). Ella se ríe con el resultado y se agacha a festejar mientras se le adivinan mucho más que la comisura de los pechos.

La chica puede mostrar y lucirse. Pero no puede ganar. Y si gana es culpable de herir el orgullo masculino. Antes de los 20 no podría pecar de quedarse con el mejor game over como para ir aprendiendo a no aspirar –por ejemplo– a un mejor sueldo.

La chica no habla, no come, hasta grita en silencio. Está en off. Salvo para demostrar la furia que despierta en su novio por ser –aun en un solo partido– mejor que él en algo, aun en un juego, un territorio en el que las niñas –y más las adolescentes– tienen vedado el buen uso del disfrute, de la competencia picante y del espacio para estar horas dándole al huevo –por algo el tiempo de no hacer nada tiene de bautismo el bastión genital masculino– de la Play.

“No sabe ni para qué se usan los botones”, protesta el niño víctima del humillante triunfo femenino sobre sus pulgares. En sólo tres frases se consagra que las chicas son analfabetas en el uso de las nuevas tecnologías y el entretenimiento. Por supuesto que no es cierto que la novia no sabe ni para qué se usan los botones (porque si no, no le hubiera ganado), pero sí es cierto que así como a las nenas se les arrojan muñecas a los brazos y a los nenes pelotas a los pies, también a los chicos se les pone play a sus ganas de jugar y a las chicas se les frena (mucho más) el permiso para perder el tiempo o, mejor dicho, para poder ganar en los juegos de su propio tiempo.

En sólo 25 segundos los helados EPA, de la empresa Frigor, consagran: que un hombre no puede perder contra una mujer, que un hombre que pierde contra una mujer tiene que sentirse humillado, que una mujer no le puede ganar a un hombre si no quiere ponerlo mal, que un amigo tiene que levantarle el animo a un amigo humillado (no dejado, ni con penas de amor) sino simplemente ganado por su novia.

Pero, en menos de lo que canta no un gallo sino un whatsapp, la promo ya indica que un hombre no puede perder en ningún terreno con una mujer a la que no quiere ni mirar si le gana en algo y que si pierde es vapuleado.

El chiste que perdió 7 a 1 como Brasil frente a Alemania en el Mundial no amerita el autoelogio de los publicitarios como creativos. Pero sí marca en el cantito que se hincó entre las camisetas argentinas de “Brasil decime qué se siente” que un pibe que no puede expresar sus sentimientos –por el machismo emocional del mandato de las pocas palabras– y sólo escupe 7 a 1 como explicación resultadista de su frustración dice todo con enumerar esa goleada.

El dulce elixir para calmarlo es el helado que, de paso, hace moraleja y aconseja “Pensá en frío”, mientras se lo ve a él refregarse las manos nerviosas por la cara. El palito sirve para calmarse. Pero no para pibes que aprendan otras reglas de juego y no subestimen a las chicas que, también, pueden divertirse. Y ganar la jugada.

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