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Viernes, 3 de julio de 2015

PANTALLA PLANA II

Chicas muertas

Empezó la segunda temporada de True Detective, la serie que arranca con un femicidio y no afloja la presión sobre el pecho de lxs espectadores.

 Por Marina Yuszczuk

Una de las imágenes iniciales de la primera temporada de True Detective mostraba el cadáver de una mujer desnudo frente a un árbol, con una cornamenta de ciervo en la cabeza. El cuerpo estaba arrodillado en actitud sumisa y con las manos atadas juntas, como en oración; los detectives Rust Cohle (Matthew McConaughey) y Marty Hart (Woody Harrelson) averiguarían poco después que esa mujer se llamaba Dora Lange y era una prostituta. Con los años lograrían también conectar ese asesinato ritual con otras muertes, crímenes de una familia para la que la palabra “decadencia” es poco, prefigurados en ese árbol frente al que habían hecho arrodillar a Dora. La imagen era espantosa porque llevaba la visibilidad a un punto casi excesivo, y porque mostraba un tipo de violencia particular aplicada sobre el cuerpo: no había brutalidad, el cuerpo no estaba golpeado ni lastimado sino que se le habían pintado encima líneas cuidadosas, se lo había marcado y puesto en esa situación de reverencia forzada frente a un poder simbolizado por el árbol. Algo que nunca se muestra, que no se dice, estallaba en esa escena y bastaba para darle al mundo de True Detective una impronta angustiante.

Después, la historia era la de Rust Cohle, que se había rendido al nihilismo y el dolor después de perder a una hijita de dos años, y la de Marty Hart, padre de familia ejemplar, esposo de Maggie (Michelle Monaghan), que parecía disfrutar del hogar como único refugio en una sociedad arruinada. Pero enseguida se pudo ver que esa postal feliz también se fundaba sobre otro tipo de sacrificio: Marty tenía una amante, una adolescente (Alexandra Daddario) con uno de esos cuerpos que condensan el gusto sexual de tantos –tetas enormes, flaca, actitudes de actriz porno– que en una escena lo esposaba a un sillón, le plantaba las tetas en la cara y después se arrodillaba para chupársela. Eventualmente Maggie Hart se enteraba de que el marido la engañaba y su venganza era meterse en la casa de Rust Cohle y seducirlo. En esa casa se podía ver sobre la mesa la cornamenta de ciervo que coronaba el cadáver de Dora, como un recordatorio. Cohle se resistía un poco pero después la ponía de espaldas, la penetraba desde atrás, con dureza, y en dos minutos ella estaba arruinada.

Es que Maggie era hermosa y tenía algo de bondad, pero a partir del sexo con Cohle se degradó hasta terminar casada con un sureño rico, convertida en una muñequita sin alma y con peinado de peluquería tipo Dallas. Las mujeres de True Detective siempre son horribles porque no son nada, ilustran el estado espiritual de los hombres, se corrompen por contacto o tienen tetas grandes para mostrar lo mucho que les gusta el sexo abundante a sus parejas. Son prostitutas, esposas estropeadas o niñas muertas, porque la pureza –que también es femenina, pero está perdida– no puede sobrevivir en ese medio. Cuando están vivas son intercambiables y cuando están muertas valen mucho más, fundan el mundo de True Detective y hacen mover la historia. Revelan sin decirlo, a su vez, por qué nada de esto parece extraño cuando una mira la serie, pero nunca revelan por qué es inagotablemente atractiva la presencia de las chicas muertas.

La segunda temporada trae una novedad: una mujer está del lado de los detectives, como una Rust Cohle invertida, interpretada por la antes siempre dulce Rachel McAdams. Con una carrera llena de comedias románticas, ahora McAdams es Ani Bezzerides y tiene un padre hippie al que le reclama una autoridad que le faltó, una hermana puta y el impulso de ir a emborracharse a un bar después de una jornada intensa. La presentación del personaje la mostró fría, discutiendo con un tipo porque él no quiso hacer en la cama algo que ella sí quería. “Pensé que a la mayoría de las mujeres no les gustaba”, le dijo él, pero está claro que Ani Bezzerides no es como la mayoría de las mujeres. l

La segunda temporada de True Detective se emite los domingos a las 22.00 por HBO.

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