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Por Mariana Vargas *
Romina desbordaba de emoción y dulzura. La sonrisa se dibujaba en su rostro como nunca en estos últimos años de tragedia constante. Vestía una camisa azul, y fue la primera en empezar a comer la cena que su madre, Elvira, cocinó con la alegría que hace tanto no tenía. A Romina se le concedió el permiso para salir por tres horas a compartir con su familia la Nochebuena. Y así fue el brindis de todos: “Por este primer paso a la libertad”. Hay razones para redoblar la esperanza: luchamos por la libertad de Romina, dando más de lo que nos imaginábamos, logrando más de lo que nos imaginábamos, y enfrentando a un enemigo –un poder judicial/político– que ni nos imaginábamos.
Aprendimos mucho en estos años. Y conocimos una realidad que estaba inmensamente silenciada. Esa realidad en la que se junta un grupo de mujeres y la mayoría tiene una historia de violencia familiar y sexual en sus espaldas. Y hoy se puede contar lo silenciado con tanto sufrimiento porque empezamos a perder la vergüenza, porque empezamos a cuestionar lo “natural” y que la víctima sea culpabilizada. Y hoy la actitud generalizada hacia los violadores es otra. Y hoy, mujeres que sufren lo mismo que Romina y terminan en la tragedia de ella mantienen su libertad. ¿Cómo no haber sonreído en esta Nochebuena si en medio de tanto dolor supimos entre tantos construir la esperanza? En estos casi dos años hemos perdido y hemos ganado, hemos recibido golpes muy duros, y hemos sabido golpear donde debíamos. Estamos dispuestos a hacer conocer internacionalmente a esta provincia de Jujuy con su gobierno de Fellner como el pequeño territorio donde se da impunidad a los violadores y se castiga e investiga a las mujeres víctimas. Romina no es la única tragedia jujeña pública.
Vamos al juicio oral, ahora que se resolvieron situaciones absurdas que demoraban injustificadamente el trámite judicial, donde intentaremos como hasta ahora arrancar a Romina de la cárcel. Por eso levantamos las copas en Nochebuena con Romina. Y hasta brindamos con dos empleados del servicio penitenciario que, encargados de la vigilancia y sin uniforme, se plegaron a la alegría que reinaba como nunca en esa casa. (...) En este 2005 sigue la batalla, con nosotros más fuertes, dispuestas las mujeres a tomar el cielo por asalto, y abrazar a Romina en libertad.

* Abogada de Romina Tejerina.