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Viernes, 9 de octubre de 2009

“Pagar por sexo implica una relación asimétrica”

 Por  Leonardo D’Esposito *

Nunca pagué por sexo. No creo que la prostitución sea el peor de los males: imagino una sociedad ideal donde el sexo lúdico sea posible sin denigración ni de quien provee ni de quien lo recibe. Pero en esto de “dar y recibir” hay un problema: no creo, tampoco, en el sexo sin comunicación. La relación sexual entre dos personas supone un grado extremo de confianza –no hay momento de mayor indefensión, donde uno expone la parte más frágil de su cuerpo– y sólo puede disfrutarse con alguien con quien se pueda, por lo menos, sonreír. No digo que sea absolutamente indispensable el amor sino, por lo menos, la empatía y el cariño suficiente para saber que estamos con otra persona, no con una cosa que satisface cualquier deseo por dinero.

Por elección, siempre tuve relaciones sexuales con gente a quien quise. Parejas en el sentido literal del término: semejantes. Pagar por sexo implica una relación asimétrica que no me entusiasma. Y que –disculpen– me parece poco deportivo. Porque incluso en el mundo de la relación efímera, de la calentura momentánea, lo que cuenta es el juego recíproco de la seducción, de la búsqueda de la empatía del otro. Uno quiere (hombre o mujer) conquistar y ser querido, ser deseado tanto como desea. Al pagar, eso desaparece. No digo que no sea una elección: creo firmemente que la prostitución legalizada y controlada por el Estado no solamente disminuiría la explotación sino que, además, permitiría a quien la ejerciera una enorme dignidad (y a quien contara con ella, sin dudas, también). Sin embargo, pagar por sexo implica una elección egoísta. Y resulta que el mundo que nos rodea tiende a crear individuos, no sujetos. El individuo sólo se tiene a él y teje con sus semejantes sólo relaciones utilitarias. El sujeto actúa para sí y en función de los otros. La prostitución, al borrar toda relación interpersonal y sustituirla por una transacción, entra en el mismo combo. En última instancia, la masturbación es gratuita y no transforma a otro en cosa.

* Periodista, crítico cinematográfico y docente.

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