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Viernes, 14 de enero de 2011

Jazmines para María Elena

 Por Liliana Daunes

Quiero contarles que alguna vez estuve enamorada de María Elena Walsh.

Y claro… si me arrullaron muchas de sus canciones, y tantas veces me he dormido con su voz.

Años más tarde, adolescente, su voz tuvo la magia de despertarme... Ya no en cantos y cuentos infantiles, sino con su poesía diáfana y bella y su mirada de mar. Recuerdo ‘dedicatoria’, un fragmento de aquel libro entrañable Otoño imperdonable:

Yo soy aquella fiebre de papeles
que por los corredores de la escuela
admiraba tu mundo de acuarela
y la política de tus pinceles.

Soy el antaño de tus mediodías
y aquel afán donde te reconoces
quien buscaba tu voz entre las voces
y quién tanto lloró porque sufrías.

Mi corazón en todo te comprende
–desde su cerradura o con su llave–
pero perdónalo porque no sabe
en dónde acabas tú y empieza el duende.

…..

En la ciudad de mi palabra fría
ardiendo está tu ausencia y tu latido.
Mucho antes de partir me habré perdido
sin tu mano en mi mano, amiga mía

Danza con mi paraguas arlequines
prende mi luz y mírate en mi espejo
De todo me desprendo y te lo dejo:
la lapicera, el canto, los patines.

Te estoy queriendo, única y primera
desde mi soledad exagerada.
Siempre estaré de frente en tu mirada
y asistiendo a tu sombra verdadera.

Dame la mano y vamos a algún lado
con los pinceles como pasaporte
Las dos con una brújula sin norte
Las dos con un reloj equivocado.

***

Después conocí sus trabajos con Leda Valladares, y sus canciones para adultos. Y "esos" amores suyos que me ayudaron a asumir con alegría los míos.

La noticia de su cáncer me puso enormemente triste... Quizá por eso fue que me alegré tanto cuando una tarde la vi caminando apoyada en dos muletas por la calle Florida. Corrí a un kiosco a comprarle flores, la alcancé y me ganó una timidez tan torpe que ni siquiera pude saludarla.

Igual volví a mi casa sonriente y con su ramito de jazmines.

Al día siguiente averigüé su dirección y le envié una carta contándole esta historia. Unas semanas después me llegó por correo, una rústica y bella edición del libro Hecho a mano con una dedicatoria que dice: "A Liliana, por las flores que están en tu mesita de luz. María Elena".

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