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Viernes, 23 de diciembre de 2011

Leña y raciones de avena

 Por Laura Ramos

La denegación de la Navidad que más me deleita fue perpetrada por las heroínas de Mujercitas en los bosques de Concord, Massachusetts, entre los inviernos de 1861 y 1865, durante la guerra de Secesión. Escena 1: La chimenea de la familia March, en la mañana de Navidad, no sostiene medias con regalos. Sólo cuatro ejemplares de la Biblia encuadernados en telas de colores reposan bajo las almohadas de las niñas. Meg, Jo, Beth y Amy leen durante una hora y luego bajan impetuosamente las escaleras. La frugal infusión matinal de costumbre es reemplazada por un verdadero festín navideño: manteca, frutas, buñuelos, fresas, crema y pudding de manzana. Antes de que se sienten llega su madre a pedirles que obsequien el banquete a unos pobres inmigrantes alemanes. Las jóvenes renuncian valerosamente y marchan en fila, entre las pilas de nieve, cargando la leña y las canastas con víveres hacia la cabaña de los Hummel. Escena 2: “Un mísero cuarto desmantelado, sin cristales en las ventanas, sin fuego, con harapos en las camas, una madre enferma, un bebé recién nacido que no dejaba de llorar y un grupo de pálidos niños hambrientos acurrucados bajo un viejo cobertor”. Mientras encienden el fuego y tapan con papeles y trozos de fieltro viejo los huecos de las ventanas, madre e hijas instalan a los niños junto al hogar hasta que los labios de los pequeños, azulados por el frío, se tornan rosados. Antes de despedirse les dejan una generosa ración de harina de avena. Escena 3: De vuelta en casa, las muchachas se contentan con un refrigerio de pan y leche.

Al referir esta historia de Navidad, Louise May Alcott no está más que reescribiendo su propia historia, aunque en cuanto a cantidades de leña y raciones de avena, la vida de las hijas del reformador trascendentalista Amos Bronson Alcott se parece más a la de la familia Hummel que a la de los March.

El 1° de junio de 1843, Amos Alcott y su esposa Abigail, sus cuatro hijas y otras nueve personas fundaron en Prospect Hill Road, junto a las colinas de Massachusetts, una comunidad rural cooperativista y autosuficiente. Las cuatro niñas Alcott, de entre once y dos años y William Lane, de once, hijo del filósofo inglés Charles Lane, fueron al campo de experimentación de los educadores más revolucionarios de la Nueva Inglaterra del siglo XIX. Su dieta de harina de avena era tan austera como la de los chicos Hummel, pero alimentaban la esperanza de cosechar abundantes manzanas de sus cuatro viejos y hermosos manzanos, cosa que no ocurrió durante los siete meses que duró la comunidad. William y las niñas Anna, Louisa May, Elizabeth y May se aplicaban abluciones de agua fría a las seis de la mañana, escuchaban lecturas de Platón y danzaban y tocaban la flauta. Además, auxiliaban a Abigail en los trabajos domésticos y de labranza, tareas que los filósofos estaban exceptuados de realizar.

La Nochebuena de 1843, Abigail dejó Prospect Hill. Los filósofos y las niñas quedaron abandonados a su suerte. Fue un gesto político inaudito que anunció el fracaso de la utopía, disuelta unas semanas después. Y en cuanto a aquella renuncia al desayuno de Navidad en Mujercitas, ¿no fue la muerte de Beth, resultado de una fiebre escarlatina contagiada por el bebé Hummel, una venganza estupenda?

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