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Lunes, 27 de diciembre de 2004

FúTBOL › EL AÑO DEL BASQUETBOL: ORO EN ATENAS

Nunca un aro tan glorioso

Por Ariel Greco

No hace falta un análisis demasiado profundo para darse cuenta de que el 2004 es el año más glorioso en la historia del básquetbol argentino. Es que no sólo se logró en Atenas el mayor éxito posible con la medalla dorada en los Juegos Olímpicos sino que la manera y los rivales que quedaron en el camino le dieron un brillo todavía más reluciente a la conquista. Desde la victoria inicial ante Serbia y Montenegro, con el mítico doble en el último segundo de Ginóbili, hasta el incomparable triunfo ante Estados Unidos en las semifinales, sin olvidar la final ante Italia o el decisivo partido en cuartos ante la selección local, todo lo que produjo el conjunto de Magnano quedará guardado en la memoria colectiva de los argentinos. Es que difícilmente un equipo –de cualquier actividad– pueda conjugar tanto talento, garra, compañerismo, agresividad y amor por el juego como lo consiguió la selección dorada. Y a partir de la salida del entrenador, para las generaciones venideras, la comparación con este grupo será inevitable y, probablemente, injusta.
Pero el balance del año no se queda sólo en ese hito. El crecimiento del deporte también está marcado por los logros individuales de sus integrantes. Emanuel Ginóbili, además de ser elegido el mejor jugador de Atenas y lograr el Olimpia de oro por segundo año seguido –esta vez compartido con Carlos Tevez–, se consolidó como una estrella de la NBA, donde firmó con San Antonio Spurs el mejor contrato de la historia para un deportista argentino. Andrés Nocioni fue elegido como el mejor basquetbolista de la liga española, antes de pasar a Chicago Bulls, donde está cumpliendo un más que aceptable papel en su adaptación. Lo mismo que Carlos Delfino, que completa el trío de argentinos en la liga más importante del mundo, y que se ganó minutos y respeto en el campeón Detroit Pistons, más allá de algunas lesiones que le quitaron ritmo.
Claro que los nombres no se limitan a ellos. Con sus rendimientos, Luis Scola está cada día más cerca de llegar a la NBA, Fabricio Oberto sigue siendo uno de los mejores pivots de la FIBA, Hugo Sconochini se mantiene bien vigente y la lista se prolonga con jóvenes que todavía no se mostraron en la Selección. Hasta Magnano, con su experiencia en Italia, está dejando en claro que el talento exportable no está sólo en los jugadores.
En el plano local, el gran ganador del año es Boca. El conjunto de Sergio Hernández demostró su hegemonía al quedarse con la Liga Nacional, superando en la final a Gimnasia de La Plata y lo ratificó en el inicio de esta temporada con la obtención de la Copa Argentina, el campeonato Sudamericano y, hace una semana, el Top Cuatro. Y pese a tener un año muy malo con relación a su rica historia, Atenas se dio el gusto de festejar el título de la Copa Sudamericana, en lo que fue la despedida ideal para Héctor “Pichi” Campana.

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