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Lunes, 23 de julio de 2007

FúTBOL › EL SUB-20 SE CONSAGRO CAMPEON DEL MUNDO AL VENCER 2-1 A REPUBLICA CHECA

Los chicos alegraron el domingo

Agüero, que fue el goleador y recibió además el premio como mejor jugador del campeonato, hizo uno de los goles. El otro lo metió Zárate. Los checos se habían puesto en ventaja, pero los pibes argentinos lograron dar vuelta el resultado. Se impusieron merecidamente en un partido que se hizo complicado.

Exactamente una semana después, casi a la misma hora en que el domingo pasado Julio Baptista clavaba una puñalada en el arco de Abbondanzieri y Brasil empezaba a ganar la Copa América, Mauro Zárate metió un derechazo cruzado y bajo contra el poste derecho del sorprendido arquero checo y le dio a la Argentina un nuevo campeonato mundial Sub-20. Con momentos de buen juego, especialmente en el segundo tiempo, y con un poco de la suerte que los mayores no habían tenido en Venezuela, los pibes sumaron el sexto título mundial. Los pibes –como los grandes en la Copa América– fueron los mejores del campeonato. La diferencia es que, además, pudieron demostrarlo en el último partido.

El 2-1 contra los checos llegó a cuatro minutos del final como consecuencia de una intensa búsqueda de los pibes dirigidos por Tocalli en el último tramo del encuentro. Fue justo, indiscutiblemente merecido, porque de los dos equipos el argentino fue el que más quiso, el que tuvo más amor propio, el que menos especuló y el que mostró más técnica individual ante un rival limitado técnicamente, pero fuerte, duro, ordenado y obstinado en la marca. A la hora del balance, los rivales lamentarán dos aspectos clave:

1 A los 9 minutos, un remate a quemarropa de Kalouda fue desviado por Sergio Romero y la pelota dio en el palo. Pudo cambiar la historia del partido.

2 Dos minutos después del gol logrado por Fenin (excelente zurdazo de media vuelta), a los 14 minutos del segundo tiempo, Argentina encontró el empate (pase en profundidad de Banega y muy buena definición de Agüero). No se sabe qué podía haber pasado si Argentina no encontraba inmediatamente el gol, pero no es difícil imaginar cuánto podrían haber pesado los nervios.

Pero, más allá de detalles muy puntuales, los checos deberán reconocer que tuvieron enfrente un rival superior que ganó (como Brasil en la final de la Copa América) clara y merecidamente.

La condición de favorito del conjunto nacional estaba avalada por el juego y también por las estadísticas. Hasta el encuentro de ayer había ganado 5 partidos, ninguno en el alargue) y había empatado 1 con 14 goles a favor y 1 en contra. Los checos llegaban con 2 victorias y 4 empates (2 partidos los ganó por penales) con 9 goles favor y 6 en contra.

La única igualdad de Argentina había sido precisamente contra sus rivales de la final. Ayer, los checos salieron con los dientes apretados y los tapones de punta. Tanto que al minuto casi lo sacan del juego al pibe Sigali con una terrible plancha. Rústicos, sin recursos individuales, apostaron a alguna acción colectiva de contraataque que encontrara mal parada a la defensa argentina y casi consiguen sorprender en un par de llegadas por esa vía. En el equipo nacional se notaron, al menos en el primer tiempo, las ausencias de Cahais y Yacob, que obligaron a modificar la estructura defensiva.

El primer período había sido parejo, pero en el segundo Argentina asumió el control del juego y empezó a arrimar peligro. Sin embargo, los europeos se pusieron en ventaja en una llegada aislada. Los pibes argentinos encontraron una rápida respuesta con el empate de Agüero y fueron por más. El partido lo liquidó Mauro Zárate con un derechazo bajo. El arquero checo reaccionó tarde y la pelota se le metió en el primer palo. No hubo tiempo para más.

Desde que César Menotti asumió como entrenador de los planteles nacionales, en 1974, Argentina jerarquizó a los equipos juveniles. Si a eso se le suma la calidad de los jugadores y la experiencia que acumulan por llegar muy jóvenes a Primera, se puede entender la supremacía argentina en la categoría. Son los mejores y casi siempre lo demuestran. Y encima, con Pekerman y sus sucesores siempre hicieron un culto del fair-play. Hay que estar orgullosos de estos pibes.


Estadio: Nacional (Toronto).

Arbitro: Alberto Undiano Mallenco (España).

Goles: 60m, Fenin (RC); 62m, Agüero (A); 86m Zárate (A).

Cambios: 76m, Gecov por Mares (RC); 80m, Acosta por Piatti (A); 83m, Pekhart por Strestik (RC); 90m, Cabral por Moralez (A).

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El festejo de los pibes tras la conquista, el quinto título argentino en los últimos siete campeonatos mundiales.
 
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