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Lunes, 10 de diciembre de 2012

FúTBOL › EL EMPATE CON COLóN ACRECIENTA EL PESIMISMO DE LOS HINCHAS DE INDEPENDIENTE

Al Diablo no lo salva ni Dios

Pintaba para tarde tranquila: gol de Ferreyra al minuto. Pero Colón lo dio vuelta en el segundo tiempo con dos goles de Gigliotti, e Independiente debió remontar la cuesta, para llegar al empate de Farías, que no calmó los nervios.

 Por Juan José Panno

Suele pasar con los enfermos terminales que cuando se acaban las expectativas científicas los familiares procuran soluciones esotéricas: brujos, curanderos, manosantas. Algunos dirigentes de Independiente, en la conciencia de que el equipo hace rato que está en terapia intensiva y el descenso amenaza cada vez con más fuerza, contrataron a Juan Bosso, un ex camarógrafo de TV, pastor evangelista desde hace casi 30 años, que asegura haber ayudado a Argentinos, Boca y Huracán. El hombre dice que opera con agua bendita y con rezos en la mitad de la cancha para que el arco de los contrarios se agrande y el propio se achique. No dieron resultado las soluciones extrafutbolísticas e Independiente apenas pudo empatar 2 a 2 con Colón en su propio estadio, desatando la ira de los hinchas. Las soluciones futbolísticas tampoco dieron resultado en el objetivo de conseguir los tres puntos que hubieran llevado un poco de alivio. El Tolo Gallego metió mano e hizo seis cambios, los jugadores tomaron nota de los reclamos de más actitud y el sol parecía brillar al minuto de juego, cuando el Malevo Ferreyra clavó un zurdazo impresionante en un ángulo.

Un ratito duró todo. Colón se mostraba perdido en la cancha y los del Tolo parecían tenerlo todo controlado en la mitad de la cancha. La cuestión de la actitud también se entendió como que había que tirarse mucho a los pies de los contrarios para recuperar la pelota y en casi todo el primer tiempo defensores y volantes anduvieron por el piso, a veces correctamente, a veces sin ninguna necesidad. El primer tiempo se fue de largo con el 1-0 y la sensación de que era necesario meter una marcha más para apurar la definición. Pero ocurrió que en el segundo tiempo la sola entrada de Moreno y Fabianesi empezó a torcer la historia. Sensini lo había mandado al banco porque no estaba entero físicamente. Jugó, jugó apenas un rato, pero el suficiente para que el resultado se diera vuelta. Un buen pase en profundidad del volante le permitió a Gigliotti levantar la pelota por sobre la cabeza del Ruso Rodríguez y establecer el 1-1. Independiente recibió el impacto como si se tratara de un misil. Se desarmó, se deprimió, revivió todos sus fantasmas, se asustó, dejó espacios y enseguida llegó el segundo gol, otra vez Gigliotti, aprovechando las flaquezas defensivas de los laterales del equipo local. La lesión de Moreno y Fabianesi no le permitió seguir en la cancha y el miedo a perder lo conseguido hasta ahí le impidió a Colón darle continuidad a su juego. Si se lo hubiese propuesto, cambiando ataque por ataque Mugni y Luque, podrían haber ampliado mucho las distancias, pero Colón se metió atrás, Independiente embistió como un toro herido. Entre muchos ataques fallidos por no rematar al arco, por dar un pase de más o por una gambeta de menos, una jugada salió: Fredes se la dio a Villafáñez, Villafáñez tiró centro bajo y Faría empujó la pelota a la red. Pozo alcanzó a tocar la pelota pero no pudo evitar que se le metiera.

Con el 2-1 de Colón la gente había empezado a insultar a los jugadores y se frenó para alentar. Con el 2-2 redobló el aliento y cuando Lunati dijo basta produjo una impresionante silbatina, seguida de todo el repertorio de cantos agresivos para los jugadores. Siguen en descenso directo y la sensación de que no hay pastores que valgan y cada vez se cree menos en los milagros. Los hinchas sienten en su desesperación que al Diablo no lo salva ni Dios.

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La bronca de Gallego lo dice todo, la situación del Rojo es delicada.
 
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