libros

Domingo, 8 de junio de 2008

HISTORIETA

El fin de la infancia

Donde menos se lo espera: así, con un álbum de historietas en apariencia clásico, Rep despliega una comedia de departamento que mira, medita y grita sobre las inconciencias de una generación –la suya, la de los chicos de los ’60 y los ’70– a la que le llega la hora de dejar de ser hijos y hacerse padres.

 Por Guillermo Saccomanno


¡Auxilio, vamos a nacer!
Rep

Sudamericana
47 páginas

Rep ha sido desde sus comienzos un raro. Empezando por su firma, con la “E” invertida. Cuando su firma aún no estaba fijada en el inconsciente de los lectores, conseguía sobresaltar. Porque a primera vista podía leerse como la sigla ERP. (No creo ser el único que compartió esta impresión.) Rep se mandó en la sátira política, el paisajismo barrial, la mordacidad contra la familia. No le fueron ajenos Malvinas, ni el punk. Acuérdense de sus mutiladitos, con ese dibujo que incomodaba. Y a menudo sigue haciéndolo: incomoda. Entre otras razones porque no es un tradicional de la tira diaria. No se quedó ni se queda en un único personaje, ni en la repetición de fórmulas. Su rareza proviene de sus intereses, que pueden ser Matisse o León Ferrari. Así, donde otros logran asentar un mono y con esto se quedan tranquilos, Rep, con su curiosidad, se corre de lugar y encara en otra dirección.

La de ¡Auxilio, vamos a nacer! es quizás una de sus apuestas más riesgosas, porque incursiona en una literatura de la candidez: la maternidad como tema. No es casual entonces que éste, su libro más pudoroso, esté dedicado a su madre. El riesgo consiste en la edulcoración. Riesgo, en este caso, significa una aventura mayor que en el campo de las “artes plásticas”, donde aquello que se espera de Rep es al raro institucionalizado. Acá, en este nuevo álbum en un gesto típico, Rep ataca por donde menos se lo espera: la experimentación a través de una fórmula asentada, la del best-seller con protagonistas infantiles en un segmento de mercado donde, además de Schultz y Quino, coexisten los libros de autoayuda para padres como Hola, aquí estoy. Encontrarle la vuelta, la variación, a esta clase de libro a mitad de camino entre el humor y la pedagogía requiere imaginación. En las tiras de Schultz no intervinieron jamás los adultos: sus creaciones fueron prerrogativas de una infancia absoluta. Quino, cruzando Periquita con Peanuts, creó después una nena cabezona: Mafalda, el colmo de la nena moldeada por los padres de fines de los ’60/’70. A diferencia de Schultz, en Mafalda trabajan los grandes. Y siempre salen mal parados. Habría que preguntarse hasta dónde la presunta madurez de esta heroína zumbona no es un signo coherente de esos tiempos donde la juventud “idealista” fue “idealizada” tanto por la política como por la publicidad. Si Schultz es el abuelo y Quino el padre, suponiendo que fuera tan lineal la genealogía, Rep deviene el nieto que, molesto, hurga ahí donde la conciencia progre busca quedarse tibiecita con sus presuntas certezas.

Al describir la tragedia de Auxilio y su familia, una tragedia de departamento, en lugar de crisparse, como una burla, el trazo de Rep se torna dócil. Los personajes, más redonditos, tienen un look menos mortificado. Pero el resultado no es menos impiadoso. El dibujo es menos eléctrico, pero el discurso se vuelve más acusador, más moral. Auxilio hincha a sus padres para que le hagan un hermanito/a. Pero ellos vacilan antes de obedecer. No es para menos en estos tiempos. Auxilio tiene un argumento que suena lógico y justificatorio: “Cuando hay crisis, la gente busca procrear más”. Los padres se ponen en acción. No obstante, observan: “Pobre bebé, mirá el mundo que le espera”. Y no es para menos. En esta situación, las contracciones de un embarazo pueden representar contradicciones, contradicciones que son de clase.

En la historia de Auxilio y su deseo, el hermanito o la hermanita, hay un imperativo. Mientras el sesentismo y el setentismo de clase media –frustrada la expectativa revolucionaria– todavía padece de juvenilismo, por su lado la juventud retorna a la búsqueda de seguridades concretas que peleaban sus abuelos. Auxilio transmite una verdad. El terror de una generación, la de Rep, a ser padres. Terror de carecer del confort preciso para la maternidad/paternidad. Terror de que los hijos, como en la película de Moretti, los tiranicen. Frente a estos terrores, el pedido de socorro: “¡Auxilio, voy a nacer!”. Y, siguiendo el hilo, si soy el resultado del deseo de mi hermana (que sabe más lo que desea que mis padres), ¿cómo no tener pavura si mi destino estará en manos de dos irresponsables que ceden al capricho de la nena? O, más grave aún, ¿no es ella, la nena, la que realiza con precocidad su propio deseo materno? En este contexto, ¿cuál es el deseo de los padres? Y ya que estamos con la familia, dos refranes: 1) Una mujer no puede ser buena madre si no piensa en asesinar a su criatura al menos una vez al día. 2) Sólo se puede ser padre cuando se dejó de ser hijo. Los padres de Auxilio, que no se animan siquiera en pensar una vez al día en asesinar a esa nena caprichosa, no desean tanto ser padres como enjuagar culpas. Una hipótesis mayor: ignoran qué desean, si es que desean. Casi seguro prefieren seguir siendo hijos.

En tanto, en la cámara amniótica, el espermatozoide y el óvulo discuten, se codean por un espacio. En el diálogo entre ambos se encuentran desde referencias al malestar en la cultura hasta el deseo del bebé de nacer en Europa. Los fetos de Rep, a pesar de su tierna redondez, no tienen el candor naïve de los Peanuts, ni la intrepidez zumbona de Mafalda: lo de ellos es un cuestionamiento anterior y más angustiado. Así como Auxilio va más allá de los Peanuts y Mafalda, sus hermanitos (porque serán mellizos y, a la vez, duplicarán, especulares, una problemática de género), ponen en tela de juicio la razón misma de su existencia. Y aunque la tira mantenga un tono de comedia y termine bien (recordemos: Rep le dedica el libro su madre), no se le cree mucho el final feliz, rasgo clásico de historieta. Suena un algo a retractación. Pero lo dicho, dicho está. Y lo que quedará de este álbum serán los interrogantes, la meditación corrosiva, su intemperancia con las coartadas clasemedieras. Es decir, lo que perdurará es todo lo que atormenta al traer una vida a este mundo, arrojar a alguien hacia la incertidumbre y hacerse cargo.

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