libros

Domingo, 28 de agosto de 2016

NELL LEYSHON

LADRON CON DESTINO

Después del éxito de Del color de la leche, una nueva novela de la dramaturga inglesa Nell Leyshon vuelve sobre la posibilidad de torcer un destino desolador. El show de Gary sigue la vida de un joven ladrón y estafador apto, sin embargo, para reconvertir su vida.

 Por Laura Galarza

Comienza lo más cerca del final que puedas, es un viejo consejo para escritores. Y una de las claves que hacen del El show de Gary un libro eficaz. De entrada se sabe que lo que empieza mal, terminará bien. Eso promete Gary –ladrón y estafador– mientras en las primeras páginas del libro mete mano en el bolso de esa chica en el bar, para luego ir al baño, tirar sus documentos en el inodoro y quedarse con su dinero con el que luego la invitará a una copa. Siguiente escena: Gary ahora vive en una casa frente al mar, el agua le moja los pies mientras ve venir a su hijo hacia él. “Ya no soy el mismo”, dice. “La gente cambia. Todos cambiamos. Pero no hablo de cambios en el trabajo que tengamos, la familia que tengamos o donde vivamos. Los cambios de los que yo hablo son más profundos.”

¿Se puede dar vuelta un destino miserable? ¿Alcanzan el bien y el mal para definir al mundo? ¿Es posible amar a alguien y a la vez dañarlo? Enigmas que se adhieren como abrojos mientras se lee El show de Gary y que pueden tomar desprevenido al lector. En primer lugar por un título y tapa donde un hombre de smoking parece ¿bailar? con un bastón. También por la voz desfachatada con que Gary se dirige al lector. “No hay una sola vida en este mundo que no tenga zonas oscuras. La tuya las tiene. La mía las tiene. Pero no nos vamos a regodear en la oscuridad. Nosotros, tú y yo, tenemos un acuerdo”. Esa voz magnética de yo a yo, que habla con palabras simples pero lúcidas, y este tácito acuerdo de igualdad que incomoda (¿De qué lado estás?) a la vez seduce al lector y lo deja nadando entre la risa y el desconcierto.

“La historia de Gary está inspirada en uno de los chicos a los que di clases en la cárcel y que ahora es mi amigo. La vida de la gente normal es aburrida y predecible. Cuando yo trabajaba con gente marginal, nunca sabía qué iban a decir. A la pregunta “¿cómo estás?”, la mayoría responde: “Bien, gracias”. Pero ellos te podían decir, sin esperarlo: “Ayer vi a mi hija por primera vez en 15 años”. Eso dice Nell Leyshon, una dramaturga multipremiada en Inglaterra que durante más de diez años, enseñó escritura creativa en cárceles, hospitales y psiquiátricos. En 2010 se convirtió en la primera mujer que escribió para el Shakespeare´s Globe Theatre de Londres, el cual llevaba 400 años cerrándole las puertas a la creatividad femenina. Su nombre comenzó a sonar en España en 2014, cuando su novela Del color de la leche fue elegida como la mejor novela del año por el gremio de libreros de Madrid y ya va por la octava edición. Aquella novela contaba la vida de una niña nacida con un defecto físico en una pierna, que logra escapar de su oscura familia cuando es enviada a trabajar como criada y aprende a leer y escribir. Aquella primera novela de Leyshon tiene puntos de coincidencia con El show de Gary: vidas destinadas a lo peor y que sin embargo, y sin ayuda de nada que no provenga de la fuerza interior (lo que viene de afuera es violento, patético y desolador) se reconvierten.

Gary es un niño inquieto. Su padre llega borracho a casa, sube las escaleras y va directo a su cuarto a pegarle una trompada porque sí. Su madre toma cerveza frente al televisor mientras mira novelas. Gary sale a los baldíos de alrededor de la casa, se mete en las tuberías que hay al aire libre y desde ahí dispara a un enemigo imaginario. El padre lo lleva a robar cuando tiene diez años y ese día es la primera vez que su padre “lo toca sin pegarle”. Porque el hijo pudo hacerlo mejor que su padre, porque es tramposo como él pero más dotado. Así es que unas horas más tarde el padre deja a Pichón, el perro (casi el único objeto amoroso que tiene Gary hasta que llegue a conocer en los años venideros a su novia Mandy) al borde de la ruta. El padre desoye los gritos de su hijo, los dos metidos en la camioneta destartalada. “Puedo sentir cómo me transformo mientras avanzamos. Puedo sentir cómo se hace más denso.” A partir de ahí la vida de Gary correrá por un doble carril gozosamente adictivo para el lector. Por un lado su carrera para convertirse en un Robin Hood de guante blanco, un as en apropiarse las cosas de los otros. A la vez, irá cayendo en un pozo cada vez más oscuro. Aunque en esa caída, que incluye drogas y lo que sirva para la degradación del cuerpo y del alma, nunca olvida al lector. Abre su alma para que se lo conozca por dentro y profundamente como en una visita guiada por él mismo. Tanto, que casi puede palparse el interior de Gary como él es capaz de ver el interior de esas casas ajenas en las que se mete. Lo que le pasa por su cabeza con una claridad que ilumina lo más oscuro. “En ese mismo minuto en el que eres alguien en un lugar en el que no deberías estar, mientras tus dedos tocan las cosas de otro y sabes que podría oírse una llave en la cerradura, abrirse una puerta, unos pasos entrar en la habitación, en ese minuto lo sientes por todo tu cuerpo. Estás vivo. Es como si todo este mundo no existiera y hubiésemos vuelto al lugar de dónde venimos. Soy yo contra todo.”

El show de Gary. Nell Leyshon Sexto Piso 294 páginas

El show de Gary combina un ritmo de thriller policial con un monólogo interior de una intensidad conmovedora. “No miro atrás. Me abro paso por el andén a codazos y empujones. Cruzo el túnel. Subo corriendo por las escaleras mecánicas. No mires atrás. Pase lo que pase no mires atrás.” La vertiginosidad que toma la vida de Gary se siente en el cuerpo al avanzar el libro. Su voz es potente, honesta. Y oscuramente divertida.

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