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Domingo, 30 de marzo de 2014

DE PUÑO Y LETRA

Por regla general, en Sud-América, todo libertador es militar. No hay libertador civil ni político, y la razón de ello es que la espada es el solo instrumento conocido de la libertad en Sud-América. Se diría que la sola libertad aquí conocida es la libertad militar, es decir, la libertad del sable. Tal libertad es la digna hija de su madre, la espada: hija de la fuerza, su temperamento es la violencia. La fuerza convertida en libertad es la tiranía. La tiranía no es sino la libertad concentrada en uno solo: un monopolio de la libertad.

Después de los libertadores, los poetas son los amigos más peligrosos de la libertad en Sud-América (...). El poeta y el soldado son malos amigos de la república porque no entienden la libertad que adoran, en el sentido prosaico, en que es tan necesaria y prosaica como el pan. El que es poeta y soldado a la vez tiene dos motivos de ignorar la libertad. ¿Qué es la libertad para el poeta? Es el estado del hombre preso a quien quitan los grillos y sacan de la cárcel. ¿Qué es la esclavitud para él? Es el estado de un hombre puesto en prisión con grillos y cadenas (...). Así el poeta ignora que los fierros del esclavo no son los que están en sus pies, sino los que brillan en su pecho en forma de cruces y medallas. Las cruces son los grillos del alma; son cadenas de oro que pesan sobre sus alas y estorban su vuelo. Mendigadas las más de las veces, dan a sus portadores el aire de pordioseros del honor. La jaula es para el águila libre, no para el carnero, que es más esclavo cuanto menos encerrado.

Fragmento de Juan B. Alberdi, Peregrinación de Luz del Día, Parte tercera, Conferencia de Luz del Día.

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