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Sábado, 17 de marzo de 2007

OPINION

El patrimonio de la avenida Alvear

 Por FERNANDO G. FERREYRA *

La Legislatura porteña aprobó este mes un proyecto para declarar Area de Protección Histórica a la avenida Alvear. Buenos Aires ha sido una de las pocas ciudades latinoamericanas que destruyó casi por completo su patrimonio arquitectónico. Se demolió el Fuerte, la Recova, la jabonería de Vieytes, las quintas de Flores, Belgrano y Recoleta. La lista es larga, la destrucción no se limita al período colonial y las pérdidas incluyen hasta el pabellón de estilo moderno en la Rural diseñado por el gran arquitecto Amancio Williams.

Con este paso dado por la Legislatura se protegerán en la avenida Alvear antiguas casonas de estilo ecléctico de comienzos del siglo XX y una, el palacio Maguire, de fines del siglo XIX. La avenida nace en la plaza Intendente Alvear y culmina en la plaza Carlos Pellegrini, en la que se destacan espléndidos palacios. Antiguamente esta calle se llamaba Bella Vista y era un pequeño pasaje que aparece en el plano de Barrientos de 1772. Rosas se mandó a abrir un camino por el Bajo hacia su quinta en Palermo, con lo que la antigua avenida Alvear iba desde la plaza Pellegrini hasta la avenida Dorrego. Luego, este tramo y su prolongación hasta Retiro pasaron a llamarse Avenida del Libertador.

Con la fiebre amarilla en 1871, las familias acaudaladas de la zona sur se mudaron a Recoleta, donde reemplazaron las antiguas quintas de estilo barroco español por residencias en altura de estilo académico francés, popularmente llamados palacios, por su amplitud y sus finos detalles arquitectónicos externos e internos. La primera casona de estas características fue el palacio Dose Armstrong, en Alvear y Schiaffino, un espléndido palacete de tres pisos, obra de los arquitectos Dunant y Paquín, demolido en 1938. La manzana siguiente perteneció a la familia Cazón y en su vieja casona funcionó la Escuela Naval hacia 1880. Entrado el siglo XX se construyó ahí el Hotel Alvear, fiel reflejo de la Belle Epoque, diseñado por los arquitectos Brodsky y Pirovano.

En la cuadra comprendida entre Callao y Rodríguez Peña se construyeron y demolieron varias casonas. Hacia 1930, el arquitecto Bustillo construyó un edificio de varios pisos, de estilo académico, hoy sede de la Casa de las Academias. Entre Quintana, Rodríguez Peña, Alvear y Libertad, donde estuvo la quinta de Los Olivos, hacia fines del siglo XIX se construyó el palacio Maguire –Alvear esquina Rodríguez Peña– y al lado dos mansiones que en pocos años se demolieron para dar paso a los palacios Duhau y Arilaos de Olmos. Esta cuadra es una de las pocas que se conservaron en su totalidad en la ciudad como representante de ese período de la arquitectura.

Llegando al final hay un espacio urbano de estilo europeo que cierra la avenida con palacios alrededor de la pequeña plaza. La Embajada de Francia –palacio Ortiz Basualdo– y la casona de la familia Atucha permiten un cierre perfecto, formando una barrera arquitectónica espléndida, impidiendo que la avenida 9 de Julio invada este sector de la ciudad. Al conjunto lo completan la Embajada de Brasil, antes palacio Pereda, y el Jockey Club, ex palacio Unzué de Cáceres.

* Arquitecto, presidente de la Junta de Estudios Históricos del Pilar.

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